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OPINIÓN DEL LECTOR
Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Más sobre nuestras señas de identidad

A los 22 años del establecimiento del Estatuto de Autonomía de Andalucía se ha oído, por primera vez, la voz de una institución de prestigio (el Centro de Estudios Históricos de Andalucía) preocupada por la indiferencia, desconocimiento, desprecio, descalificaciones y escaso interés mostrado por algunas editoriales a la hora de tratar en sus libros de texto una de las señas principales de identidad de un pueblo sabio y milenario como es el andaluz: su habla.

En el Estatuto de Autonomía de Andalucía se establece en su capítulo 12, entre sus objetivos básicos, 'afianzar la conciencia de identidad andaluza a través de la investigación, difusión y conocimiento de los valores históricos, culturales y lingüísticos del pueblo andaluz en toda su riqueza y variedad'.

En el aspecto lingüístico, su desarrollo y resultado han sido francamente negativos. Nuestra Administración autonómica no está precisamente empeñada en estas lides.

En relación con el habla que empleamos los andaluces, con tanto peso histórico y científico, existe todavía tal complejazo de inferioridad lingüística que asombra a todos los filólogos, propios y extraños. Soportamos en Andalucía, por ignorancia, tal grado de colonización lingüística a través de los medios audiovisuales de comunicación en el territorio andaluz que las nuevas generaciones siguen creciendo, tras la dictadura, convencidos todavía que 'hablamos castellano pero lo hacemos mal'.

¿Culpable de esta anómala situación cultural? La propia Administración andaluza.

El 26 de marzo de 1979 me dirigí a una prestigiosa editorial de Salamanca que, tras presentar en el libro de Lenguaje de 5º curso de EGB el precioso poema El piyayo, escrito por José Carlos de Luna, se ensañaba en descalificaciones con el habla que empleaba el viejo gitano malagueño. A las pocas fechas, tuve contestación del director; no así de los dos autores del libro.

Pero, algo es algo. Mi reclamación, como andaluz, tuvo su resultado. Al curso siguiente, los mismos autores sustituyeron tan injustificadas descalificaciones dejando a la modalidad lingüística andaluza, de léxico abundante y llena de giros, modismos, numerosos refranes, ingeniosas comparaciones, sorprendentes hipérboles, en el justo pedestal que le corresponde por cumplir a la perfección con la función primordial de toda lengua, la función comunicativa.

Elio Antonio de Nebrija Martínez Cala y Jaraba nos dejó escrito: 'El idioma es instrumento de imperio; el dialecto, afirmación de personalidad'.

Si acertamos a sentirnos orgullosos de nuestra habla, impondremos, primero, sorpresa; luego, interés, y, finalmente, respeto.

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