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El 'Pinocho' de Benigni se estrena hoy en Italia

Fría acogida de la crítica a la adaptación del relato

Los admiradores italianos de Roberto Benigni, el cómico toscano convertido en estrella internacional con su película La vida es bella, tienen hoy una cita ineludible con su ídolo, que estrena su nueva producción, Pinocho, en 900 salas de cine del país. Después del éxito desmesurado de La vida es bella, Benigni ha afrontado un clásico de la literatura infantil, pero repleto de reflexiones adultas sobre la sociedad y el destino humano, el Pinocho, de Carlo Collodi, escrito en el siglo XIX y con un amplio historial de adaptaciones cinematográficas a las espaldas. La apuesta ha sido alta. La película, cuidada hasta en los más mínimos detalles, incorpora efectos especiales a la pequeña historia de la marioneta que quería ser humana, y cuenta con la soberbia escenografía de Danilo Donati (recientemente fallecido). Vincenzo Cerami, que ya colaboró en el guión de La vida es bella, ha trabajado también en este Pinocho. La Melampo, la casa productora de Benigni y de su mujer, Nicoletta Braschi, ha gastado más de 45 millones de euros en el filme, que ha sido distribuido en Italia por Medusa, parte del imperio del primer ministro Silvio Berlusconi.

Pero ni las grandes cifras ni el amor casi incondicional que sienten los italianos (de izquierdas) por Benigni han bastado esta vez para estimular a la crítica. En el pase especial para la prensa, el viernes pasado, los aplausos fueron casi fríos y más bien de compromiso. Con todo, la acogida ha sido amable porque, al fin y al cabo, Benigni le dio a Italia en 1998 tres oscars y la deuda sigue pendiente. Pero los grandes santones de la crítica han sido más complacientes que entusiastas. Cierto que la escenografía es deslumbrante, que Benigni no decepciona en algunas de las escenas, pero la magia falta, concluye buena parte de la prensa especializada, y un escritor de izquierdas, de los que crean opinión, como Aldo Busi, se declaraba rotundamente decepcionado tras ver el filme. 'La película es literal pero no literaria, y no hace honor al libro ni a la literatura. Es un paso atrás con respecto a la novela', ha dicho Busi.

Palabras lapidarias que tendrán, no obstante, un efecto relativo en el público. Benigni es mucho Benigni y además su película tiene 'padrinos' ilustres. 'Fue Federico Fellini el que me pidió que rodara Pinocho', ha declarado el cómico italiano. Al parecer, la historia de la pequeña marioneta era poco menos que una obsesión para Fellini, que se murió con el sueño de llevarla al cine en una versión personal. Ya moribundo le encargó la tarea a 'Pinochillo' como dice Benigni que le llamó siempre. El actor y director toscano reconoció ante los periodistas que no se ha molestado en adaptar demasiado la historia, que es intemporal y eterna por ese mismo motivo. Ni siquiera aparece muy destacado el nombre de su autor, Carlo Collodi, en los títulos de crédito del filme. 'No me pareció necesario. Es como si en una película sobre la Biblia tuviera que escribirse, autor: Dios'.

Nicoletta Braschi interpreta al hada madrina que premia y castiga a Pinocho de acuerdo con su conducta, y Benigni es, obviamente, el muñeco protagonista, a la cabeza de un plantel de actores italianos. Pero queda el suspense de cómo reaccionará el público no sólo en Italia sino en el resto del mundo. La carrera internacional del filme comenzará en torno a las Navidades. El de Pinocho ha sido el rodaje más caro de la historia reciente de la cinematografía italiana, con el ya citado presupuesto de 45 millones de euros.

En la escenografía han trabajado un centenar de técnicos, a las órdenes del fallecido Danilo Donati; se han creado gigantescos decorados y se le ha dado al filme el toque de fábula mágica 'felliniana' que Benigni quería. Sólo falta ahora saber si la audiencia 'entra' o no en la historia.

Todos los seres vivos

Dentro del personaje de Pinocho', dijo hace meses el director y protagonista de la película, Roberto Benigni, al presentar el rodaje a los medios de comunicación, 'están todos los seres vivos que uno pueda imaginarse. Es el personaje más difícil con el que me he tropezado en mi carrera, una mezcla de Fausto, Hamlet, Edipo y Don Quijote. Hace reír, llorar, desesperarse. Te produce ganas de arrancarte la cabellera y de abrazar a todo el mundo'.

En todo caso, el suyo no es un Pinocho convencional, aunque no sea más que por la edad del cómico, que cumple a finales de mes los 50 años. Por eso Benigni bromea: 'A este paso, si hubiera retrasado un poco más la cosa, tendría que haber hecho de Geppetto'.

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