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Reportaje:

La diáspora de los músicos argentinos

La crisis fuerza a muchos artistas a probar suerte fuera de sus fronteras

'Hijas de los muertos de las noches del horror; hijas de los hijos de los españoles inmigrantes; hijas de las cuentas que te quedan por pagar; hijas de la democracia, ahora hijas del corral'. El rap suena en la calle y en el metro madrileño. Eliana, Gabriela y Carolina, de entre 26 y 30 años, forman parte de la diáspora argentina que en los últimos meses ha llevado a algunos músicos a probar suerte lejos de su país. Dos discos, de Coti Sorokin y Kevin Johansen, y uno en preparación, de Adrián Sepiurcca, son muestras de un movimiento que alimenta la escena española.

El corralito ha acabado por afectar a todos los argentinos, aunque no todos lo reconocen. Las discográficas de ese país han rescindido muchos de los contratos. Alicia Arauzo, directora de Polydor España, explica el caso de Coti Sorokin, de quien han publicado un disco. 'Nos llegó a través de un ejecutivo argentino y nos encantó', añade. La situación para los músicos ha sido tan complicada en estos meses que, en algunos, las entradas se han pagado con comida.

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'España es para un músico argentino como La Meca, y la crisis nos ha obligado a mirar fuera', aclara Adrián Sepiurcca, exponente de una corriente musical que él define como 'neojuglarismo', porque va de sitio en sitio cantando cosas y siente que en lo que dice y hace flota lo que ha visto en muchos lugares. Hace cinco meses aterrizó en Madrid con un puñado de canciones que cada noche presenta en bares.

Sepiurcca (su abuelo era de origen ruso) nació en Buenos Aires hace 41 años y tiene dos hijos a los que sueña con traerse a vivir a España, donde piensa desarrollar su carrera. En Argentina lideró bandas como Todos al Obelisco o Bandera Negra, y ha producido discos de Los Fabulosos Cadillacs y Ratones Paranoicos. Desde que llegó a España ha compuesto más de setenta canciones y ya tiene un disco preparado para pasearlo por las discográficas.

'Me anima mucho que algunos artistas me inviten a tocar o a grabar con ellos', aclara este cantante que ha optado por no encerrarse en el círculo de los músicos argentinos como Andrés Calamaro, Andy Chango o Ariel Rot. De hecho, este rockero ya se ha subido a algún escenario con artistas flamencos como Montoyita, Nono García y Pepe y Juan Habichuela. Sepiurcca cree que 'los momentos límites te ponen' y que una de las características de los argentinos es 'buscar la manera de arreglar las cosas que no funcionan, y eso vale también para lo que está pasando con la creatividad, lo mismo para el cine que para la música'.

La referencia de muchos de los recién llegados es Andrés Calamaro, con un pie en Buenos Aires y otro en Madrid. Coti Sorokin llegó hace unos meses a Madrid. 'Mi idea es seguir trabajando en Argentina y también en España', dice Coti, que en lo musical tiene también alguna deuda con el autor de Alta suciedad o El salmón. 'No puedo evitar seguir su estela junto a la de otros como Charly García o Spinetta', reconoce.

Su disco, Coti, es el primero que lanza en solitario, aunque no ha estado solo. En algunas de sus presentaciones ha terminado por subirse al escenario Jaime Urrutia y dice haber sido muy bien recibido por músicos como Bunbury, a quien ha teloneado, y El Canto del Loco. 'Se me ha tratado con respeto como músico, y eso se agradece. A veces, en Argentina, son más intolerantes. Allá hay mucha creatividad, pero la situación hace que todo el resto del proceso quede truncado'. Coti hace un pop con temas pegadizos que 'rescatan el desprejuicio de la música brasileña', dice. 'En Argentina a veces se ponen un poco trascendentes'.

Tanto él como Kevin Johansen, otro argentino que intenta ganarse un público en España, juegan con distintos ritmos en sus canciones. 'Ser un desgenerado te da mucha libertad como compositor', dice. Nació en Alaska, de padre estadounidense y madre argentina; ha vivido entre Estados Unidos y Buenos Aires y su música tiene un inconfundible aire cosmopilita. Nómada y bilingüe, está presentando su disco The Nada en España, pero sigue viviendo en Buenos Aires, después de trabajar una década en Nueva York. 'Estoy acostumbrado a no ser rico, y de momento allá el público responde. No hay un mercado como el español, pero sigo encontrando incentivos artísticos en Argentina'.

Quienes todavía lo tienen difícil son Las Hijas del Corral, un trío de jóvenes argentinas que actúa en el metro madrileño cantando temas de León Gieco, Juan Luis Guerra o Caetano Veloso y algunas composiciones propias. Lo forman Carolina Bermúdez (voz), Eliana Mármol (guitarra y coros) y Gabriela Yappert (flauta y percusión). Llevan más de un año en la capital y afirman que 'se puede sobrevivir en el metro'. Sólo sobrevivir.

'Estamos con la soga al cuello, pero contentas, y tocar así nos sirve para asentarnos como grupo. La necesidad te obliga a hacer cosas que ni pensabas', dice Carolina Bermúdez. Dos de ellas no tienen papeles, y eso les impide volver de momento. 'Tenemos que luchar, pero también aprender. El contacto directo con el público nos hace saber qué es lo que gusta aquí. Luego elegimos. Venimos humildemente'.

El músico Adrián Sepiurcca, en el centro, acompañado de Gabriela Yappert (izquierda), Carolina Bermúdez (en primer plano) y, detrás, Eliana Mámol, componentes del grupo argentino Las Hijas del Corral.
El músico Adrián Sepiurcca, en el centro, acompañado de Gabriela Yappert (izquierda), Carolina Bermúdez (en primer plano) y, detrás, Eliana Mámol, componentes del grupo argentino Las Hijas del Corral.ULY MARTÍN
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