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Columna
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Panton, sentado sobre el espacio

Hasta el 13 de octubre, permanecerá abierta al público en la bilbaína sala Rekalde, la exposición del diseñador y arquitecto danés Verner Panton (1926-1998) que ha organizado de DZ Centro de Diseño. Al recorrer por vez primera el espacio que conforma la muestra se tiene la sensación de entrar en una atmósfera recargada y agobiante. Hay una mezcla engatusadora de feria de muestras y parque temático del mueble. Sin duda, los 125 muebles, lámparas, tejidos y demás utensilios exhibidos parecen reclamar un mayor ámbito de acogida.

No obstante, por encima de esos agobios espaciales está la emocionante voz de Panton impostada sobre sus esplendorosos diseños. En la cresta de la ola de sus propias creaciones se encuentra la archifamosa Panton-chair, la silla de plástico moldeada de una sola pieza. Fue la primera silla creada en plástico inyectado, con el asiento en suspensión. No pocas de las sillas diseñadas por otros grandes creadores a partir de 1968, fecha de su presentación en el mercado internacional, se inscriben forzosamente bajo la influencia de la feliz invención aportada por Panton.

Y no es sólo ese aporte. Afloran un sinfín de diseños, en cuanto a las lámparas de todo tipo y condición se refiere, como el despliegue de variados usos de butacas, taburetes y sillas; sin olvidar los espacios interiores con su manera particular de utilizar las luces y los colores.

Sobre el color, Panton mantenía la siguiente versión: 'En las guarderías se aprende a amar y a usar los colores. Más tarde, en el colegio y en la vida, uno aprende algo llamado gusto. Para la mayoría de la gente esto quiere decir limitación al uso de los colores'. Como respuesta pragmática a su propia reflexión, Panton utiliza colores fuertes, puros, netos, todos los que en el espectro le van a proporcionar dinamismo, vitalidad y exultante alegría.

En cuanto a la luz, y en clara referencia hacia los halógenos, Panton deja dos preguntas en el aire: '¿Por qué quiere todo el mundo imitar la luz natural? ¿Es tan bella?' Como respuesta ante la seguridad de que la luz natural es la suma belleza, nada nos impide imaginar escuchar su propia voz aduciendo que una bombilla es un sol que no creció.

Corriendo pareja con la muestra de Panton, los establecimientos de mobiliario y diseño Imatra, que dirige Pilar Blanco, presentan en estos momentos dos exposiciones, donde se entremezclan diseños de muebles y utensilios para la vivienda con obras de artistas plásticos. En el establecimiento de la calle Viuda de Epalza, 13, se exhiben diseños de Alvar Aalto, Marcel Wanders, Jeffrey Bernett y Frank Gehry, entre otros, junto a obras de artistas vascos, tales como Juan Luis Moraza, Ana Laura Aláez y Txus Meléndez. En el establecimiento de la calle Particular de Costa, 12-14, los diseñadores son Isamo Noguchi, Aero Saarinen, más otro nutrido grupo, contando en esta ocasión con los artistas vascos Txomin Badiola, Pello Irazu y Juan Luis Moraza por partida doble.

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Siendo notable lo que atañe al diseño, resulta algo extemporánea la introducción de las obras de los artistas plásticos, como no sea que sus nombres sirvan de apoyo a la divulgación publicitaria de las dos muestras. La caja libresca, que lleva por título La ruta del sentido, cuya autora es Carmen Cantón, está repleta de interesantes propuestas. En ella participan un gran número de colaboradores, tanto vía imágenes hipervariantes, como con profusión de textos teóricos sobre la arquitectura, el arte, la literatura, el teatro, el cine, y demás trasuntos del puro milagro de vivir. Por algún lado de los textos se deja entrever una cierta pobreza expresiva. Quizá alguien ha pensado que como se sabe hablar, ya se sabe escribir. Craso error.

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