'Baño de sangre' en las telecos francesas
France Télécom y Alcatel sólo pretenden ganar tiempo para sobrevivir a la crisis
El porvenir de las principales empresas francesas de telecomunicación no es otro que sobrevivir, a la espera de formar parte del reducido grupo de operadores -en torno a media decena- que estructurarán el paisaje europeo en un plazo todavía incierto.
Ningún analista se atreve a apostar por unas estrategias de futuro que ni el Gobierno de París ni los principales dirigentes empresariales se atreven a despejar, inmersos aún en el baño de sangre bursátil que se ha abatido sobre el operador histórico France Télécom y el fabricante de equipos Alcatel. Todo el mundo -industriales, operadores, Administración- necesita ganar tiempo.
France Télécom no escatimó medios para hacerse con Orange; un año más tarde, Vodafone busca extender su presencia en Francia
Las principales empresas francesas se han debilitado por razones similares a las del resto de Europa: la ecuación fundada en que los consumidores iban a pagar mucho dinero por nuevos servicios sólo era un sueño; con un dato favorable: el anterior ministro francés de Economía, Laurent Fabius, rebajó sustancialmente el precio de las licencias de telefonía móvil de tercera generación (UMTS), impidiendo que Francia penalizara a los aspirantes como lo hizo el Reino Unido (que recaudó 38.000 millones de euros) o Alemania (50.000 millones) entre los concesionarios de licencias.
Nadie ha comenzado a implantar redes de UMTS, pero se mantiene la confianza en el futuro de la telefonía móvil. Los pecados de France Télécom proceden de una estrategia de expansión conducida a paso de carga y abonada en el acto, sin recurrir al pago en acciones para no alterar el porcentaje de capital en manos del Estado (55%).
El operador histórico francés no escatimó medios para hacerse con Orange, un operador británico de móviles, y el año pasado lo introdujo en Bolsa como mecanismo de financiación, con pobres resultados en relación con las expectativas. La telefonía móvil convencional marcha bien y la operación es rentable, pero no hasta el punto de servir la deuda récord de la casa madre, France Télécom, situada en 70.000 millones de euros.
La amenaza de Vodafone
Con dimensiones más pequeñas, la compañía Cegetel, que opera la marca de móviles SFR, vive los prolegómenos de una gran batalla por el control. Cuatro accionistas se lo reparten (Vivendi, 44%; Vodafone, 15%; British Telecom, 26%, y SBC, 15%) en un pacto que vence mañana, lunes. Los dos últimos quieren vender y los dos citados en primer lugar quedan en liza por una empresa que genera una caja anual de 1.200 millones de euros. El británico Vodafone quiere extender su presencia en Francia, pero Vivendi Universal, que saldría de muchos apuros si vendiera su participación, no quiere renunciar a una actividad con posibilidades de crecimiento. ¿Solución? Por ahora, ganar tiempo.
A France Télécom le vendría bien desprenderse de Orange para obtener recursos, pero renunciar a la telefonía móvil es una decisión imposible. El operador histórico se encuentra en quiebra virtual, con el presidente, Michel Bon, en situación de dimisionario desde hace dos semanas y sin que el Gobierno de París haya despejado las incógnitas sobre el plan de salvamento financiero de la entidad.
En cuanto al fabricante de equipos Alcatel, condicionado por la caída de pedidos y el endeudamiento, su estrategia consiste en resistir en el mercado, a base de desmochar la plantilla: 19.000 empleados menos de aquí a final de 2003, en que habrá liquidado prácticamente la mitad de la fuerza de trabajo con que contaba a finales de 2000. Para su presidente, Serge Tchuruk, 'si no hay más que un superviviente, ése será Alcatel'.
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