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Tres galerías de Bilbao se unen para dedicar una antólogica al pintor José Barceló

Aritza, Windsor y Lumbreras presentan obras realizadas a lo largo de más de 50 años

Un año después de su muerte, tres galerías de arte de Bilbao se han unido para dedicar un homenaje al pintor José Barceló (Cartagena, 1923-Bilbao, 2001), afincado en Bilbao desde los años 40. Aritza, Windsor Kulturgintza y Juan Manuel Lumbreras presentan obras de distintos períodos de la vida artística de Barceló, que suman un recorrido antológico de más de 50 años, en los que supo tratar de forma sucesiva la figuración y la abstracción de corte expresionista. Las exposiciones estarán abiertas al público hasta el próximo 28 de septiembre

José Barceló expuso a lo largo de su vida en las tres galerías bilbaínas que ahora le dedican un homenaje mostrando al público los fondos propiedad de su viuda, María Jesús Galíndez. La exposición ha sido organizada con un orden cronológico. Comienza en Aritza (Marqués del Puerto, 14) con las obras de los inicios de su carrera y hasta mediados los años 70; Windsor Kulturgintza (Juan de Ajuriaguerra, 14) toma el relevo centrándose, fundamentalmente, en la producción de los años 80, y Juan Manuel Lumbreras (Henao, 3) cierra el recorrido con las obras que realizó en la década de los 90.

La gestación de la muestra fue fácil, explica Roberto Saénz de Gorbea, de la galería Windsor. 'No hubo ni largas reuniones ni discusiones para organizarnos', añade el galerista. 'Hablamos con su viuda y nos pusimos de acuerdo. Cada galería se ha ocupado de reunir obras correspondientes a la etapa en la que habían trabajado anteriormente con Pepe [Barceló]. Fue tan sencillo como él era en su vida; las exposiciones ahora son un reflejo de lo que fue su personalidad'.

Gran humanidad

Saénz de Gorbea recuerda a un pintor de gran humanidad. 'Era un gran intelectual, un gran conversador, muy lúcido, un hombre entrañable', añade. 'Fue el primer pintor abstracto que trabajó en el Bilbao de los años 60, que abrió un camino nuevo'. Y manejó una personal paleta de colores, hasta hacer de ella una de sus señas de identidad.

El artista y crítico Javier Urquijo también alaba la 'intelectualidad' de Barceló y su capacidad para simultanear la figuración y la abstracción. 'Supo manejar ambos lenguajes entrelazados, intuyendo la mayoría de las veces la realidad a través de las sugerencias que le generaba el informalismo primero y más tarde con el expresionismo', explica Urquijo.

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El Museo de Bellas Artes de Bilbao dedicó una exposición a Barceló en el verano de 1992. Seis años más tarde presentó otra exposición de pintura en Bilbao y un año antes de morir, una selección de dibujos.

La familia de Barceló se trasladó a vivir a Bilbao tras el fin de la guerra civil y en esta ciudad expuso por vez primera en 1946. En los años 40 Barceló trabó amistad con el poeta Blas de Otero y bajo su influencia escribió poesía e inclinó su pintura hacia el realismo social.

'Insinuaciones imaginarias'

'Su obra pertenece mal al género lírico, aunque a veces, arrastrado por el pensamiento social, las insinuaciones se le volvieran evocadoras, melancólicas, quizá un pelín nostálgicas', defiende Urquijo. 'Como en la poesía, Pepe buscó la realidad a través de aproximaciones o de insinuaciones imaginarias, no de realidades objetivas'.

Barceló expuso su pintura, fundamentalmente, en galerías y museos del País Vasco y Madrid a lo largo de más de cinco décadas y de forma continua. El reconocimiento internacional más destacado le llegó pronto.

En 1968 obtuvo el Gran premio de la VI Bienal de Alejandría, en Egipto. Posteriormente, consiguió en dos ocasiones medallas de honor del concurso de pintura BMW.

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