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La policía argentina libera a tiros a un jugador del Banfield

El estado de tensión en el que entrenan y juegan los futbolistas argentinos a causa de la inseguridad, que los ha transformado en blancos móviles de las bandas de asaltantes a la caza de víctimas que puedan conseguir rápidamente alguna suma importante de dinero, se agravó ayer cuando se conocieron los detalles del secuestro transitorio que padeció Jorge Cervera, de 27 años, jugador del Banfield, el pasado lunes poco antes de la medianoche, tras cenar en un restaurante junto con su hermano Pablo.

Entre Lanús y Temperley, al sur de la Capital Federal, una banda que les seguía en dos coches interrumpió el paso de su automóvil. Tres de los cincos o seis asaltantes, 'todos jóvenes, uno de ellos probablemente menor de edad y dos algo mayores', les golpearon con un arma en la cabeza, tomaron el volante y les obligaron a comunicarse con el presidente del club para pedir un rescate. Mientras se hacían los primeros contactos, una patrulla de la policía ordenó detenerse a uno de los coches de la banda, sobre el que existía ya una denuncia de robo. Comenzó entonces una persecución y un cruce de disparos que acabó cuando los secuestradores decidieron detenerse para enfrentarse con la policía. En medio del tiroteo, primero Jorge Cervera y luego su hermano, salieron corriendo. Los policías recibieron disparos que fueron amortiguados por los chalecos antibalas y lograron detener a dos de los miembros de la banda. El resto se fugó en dirección a una de las extensas villas cercanas.

Ayer, el futbolista tomaba conciencia del riesgo corrido y decía: 'No sé cómo salí vivo, pensaba en mi familia y en mi nene de cuatro años, les decía que quería ver a mi hijo, que no me lastimaran'. Cervera recordó además que tuvo la oportunidad de ser traspasado a un club de México pero 'lamentablemente' no llegó a un acuerdo. Ahora no pondría trabas: 'Aceptaría cualquier oferta, me quiero ir cuanto antes'. Cervera se añade a la larga lista de futbolistas que quieren emigrar, ya no sólo por dinero, sino por miedo. Su secuestro sucede al del padre de los Milito -Gabriel y Diego, de Racing e Independiente- y al del hermano de Riquelme, por citar los más sonados de los últimos tiempos.

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