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Una Diada globalizada

La conmemoración del 11-S se superpone a la celebración de la fiesta nacional catalana

Enric Company

La fecha que para los catalanes es su fiesta nacional, el 11 de septiembre, es también este año por vez primera una jornada de conmemoración a escala mundial: el 11-S sobre Nueva York y Washington. Tan mundial, que incluso en Barcelona se superpone a los actos oficiales de la Diada de l'Onze de Setembre. En un lugar tan emblemático para la capital catalana como la plaza de Sant Jaume, el Consulado General de Estados Unidos en Barcelona ha organizado para el mediodía de hoy un homenaje a las víctimas de los atentados terroristas de Nueva York y Washington de hace un año.

Las autoridades catalanas, encabezadas Jordi Pujol, han anunciado su asistencia al homenaje, junto con la cónsul de Estados Unidos, Carol Z. Pérez. Sólo uno de los partidos parlamentarios catalanes, Iniciativa per Catalunya Verds, ha declinado la invitación americana. Su líder, Joan Saura, expresó ayer por escrito a la cónsul la condena total de los atentados terroristas del 11-S y le explicó que su ausencia en el acto de hoy se deberá a que este aniversario 'está siendo instrumentalizado para justificar la intervención de Estados Unidos en Irak y el incremento del gasto armamentista'.

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Acusación de connivencia

Una de las consecuencias de los atentados contra las Torres Gemelas de Nueva York fue, como ayer recordó el ministro de Ciencia y Tecnología, Josep Piqué, que ha provocado un cambio a escala mundial sobre 'la amenaza que puede suponer el terrorismo'. Además de dar un nuevo impulso a la lucha contra ETA, esto también ha llegado a Cataluña. La conmemoración de la Diada de l'Onze de Setembre coincide este año con un intento del PP de extender a ERC, y de rebote a sus aliados en el Senado, los socialistas catalanes, la misma acusación de connivencia con ETA que el PP lanza a menudo contra el nacionalismo vasco, a cuenta de las reuniones de hace un año del secretario general republicano, Josep Lluís Carod, con el portavoz de Batasuna, Arnaldo Otegi. El presidente del PP catalán, Alberto Fernández Díaz, exigió ayer al líder del PSC, Pasqual Maragall, que aclare si va a mantener los pactos municipales y en el Senado con ERC. Un partido, dice Fernández, 'que defiende los acuerdos con la capucha política de ETA, con la correa de transmisión del terrorismo'.

Situaciones como ésta ratifican a los independentistas aún más, si cabe, en la idea de que el 11 de septiembre sigue siendo una jornada de lucha nacional. 'Convocamos a un Onze de Setembre reivindicativo y pacífico', dijo ayer Carod. El año pasado, tras unos titubeos que eran fiel expresión de la enorme desorientación en que se hallaba sumido el mundo a las pocas horas de los atentados contra Estados Unidos, los dirigentes catalanes suspendieron la conmemoración de la fiesta nacional en Sant Boi de Llobregat. Fue la primera expresión de solidaridad con las víctimas de las Torres Gemelas. Lo que así dejó de conmemorarse fue el 25º aniversario de la primera manifestación tolerada tras la muerte de Franco, en la que las fuerzas democráticas emergían por vez primera sin represión desde 1939.

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Lo que este año ha quedado ensombrecido por el 11-S es el 25º aniversario de la Diada de l'Onze de Setembre de 1977, que fue la que mostró gráficamente al mundo la fuerza de la reivindicación catalanista. A los tres meses de que la izquierda catalanista ganara ampliamente en Cataluña las primeras elecciones democráticas, la celebración consistió en llenar el paseo de Gràcia de Barcelona con una manifestación de una magnitud nunca vista, y nunca repetida, en reclamación de la inmediata restauración de la Generalitat. La que en su momento fue denominada 'la manifestación del millón'. El Gobierno acusó recibo y el 29 de septiembre Adolfo Suárez firmó los decretos por los que se reconocía la legitimidad de la Generalitat provisional.

Entonces comenzó la bifurcación entre fiesta oficial y jornada de lucha que no ha dejado de tener el Onze de Setembre. Por la mañana, representaciones de todas las instituciones, partidos políticos, entidades sociales y cívicas harán sus ofrendas florales ante el monumento a Rafael Casanova, además de realizarse el desfile de los independentistas en el Fossar de les Moreres y el homenaje de los socialistas a Casanova en Sant Boi. A mediodía, recepción oficial en el Parlament. Por la tarde, manifestación y festival independentista en el centro de Barcelona.

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