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La UE se distancia de Bush y opta por aumentar la presión diplomática con Irak

Los Quince barajan dar un ultimátum a Sadam para que vuelvan los inspectores de la ONU

La Unión Europea no se alinea por ahora con las tesis belicosas de la Casa Blanca de lanzar un ataque contra Irak y prefiere agotar todas las vías posibles a través del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Sin embargo, los Quince están de acuerdo en acentuar la presión diplomática contra Sadam Husein y exigirle el regreso inmediato de los inspectores de desarme de la ONU fijando un ultimátum, como ha sugerido Londres. La tesis británica fue en general bien acogida en la reunión informal que los ministros de Exteriores de la Unión iniciaron ayer en Elsinor, una pequeña localidad costera a 50 kilómetros al norte de Copenhague.

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Reportaje:: Apuntando hacia Irak
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Elsinor debe su fama al castillo de Kromborg y a Hamlet. La sombra de Sadam, como si fuera el atormentado príncipe shakespeariano, recorre los pasillos de la reunión, que se celebra en un hotel frente al castillo construido hace cuatro siglos junto al mar. Es verdad que la agenda del encuentro no se centra ni mucho menos en Irak -ampliación europea, Oriente Próximo, Corte Penal Internacional destacan-, pero los insistentes devaneos unilateralistas de la Administración de Bush inquietan cada vez más a los europeos.

'Hay que mantener la presión', dijo ayer a sus colegas el anfitrión, el ministro de Exteriores danés, Peter Stig Moller, un político conservador, historiador de formación y partidario de no rebajar demasiado el léxico: 'No estamos hablando de guerra, pero hay una amenaza real planteada. No sabemos si Irak posee armas químicas o nucleares, pero es importante que se nos garantice que no las tiene'.

En ese tono se expresó a su llegada la española Ana Palacio, quien hacía su debú oficial ante sus homólogos. 'Sadam es un peligro contra la humanidad y por tanto hay que estirar al máximo la tensión', sentenció la ministra. La cuestión es saber dónde está el límite y, sobre todo, con qué o quién reemplazar al dictador iraquí, observan fuentes diplomáticas. El presidente norteamericano George W. Bush no sabe dar respuesta a ello y así se lo ha recordado Jim Baker, el que fuera secretario de Estado de Bush padre durante la guerra del Golfo en 1991.

Los Quince creen que los tambores de guerra que Bush repica a través de su vicepresidente, Dick Cheney, y del jefe del Pentágono, Donald Rumsfeld, han marginado lo que hasta ahora era realmente la cuestión: el incumplimiento de las resoluciones de la ONU. El británico Jack Straw sugirió esta semana la oportunidad de que el Consejo de Seguridad dé un ultimátum al líder iraquí para que acepte sin condiciones el retorno de los inspectores de UNSCOM. Sus colegas creen muy acertada la idea, especialmente como instrumento de la tensión diplomática que ahora plantean. 'Es una opción interesante a considerar', admitió el Alto Representante, Javier Solana, que subrayó la importancia de respaldar hasta el límite cualquier gestión del secretario general de la ONU, Kofi Annan.

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Bush debe ser consciente de que entre sus aliados europeos no hay en estos momentos ninguno que abiertamente respalde una acción militar contra Bagdad que no venga refrendada por la ONU. El presidente francés, Jacques Chirac, con palabras mucho más suaves que el canciller federal alemán, Gerhard Schröder, le ha hecho ver al titular de la Casa Blanca que es en la ONU y no en el Pentágono donde tiene que resolverse el delicado tema iraquí. Pero los europeos no hablan de dar un amplio margen a Sadam.

'Ha tenido ya bastante tiempo para acatar las resoluciones del Consejo de Seguridad', comenta una fuente diplomática. En la boca de algunos está el mes de octubre, una vez pasada la apertura de la sesión anual de la Asamblea General de la ONU y de que Annan pueda mantener un nuevo encuentro con representantes del Gobierno iraquí.

La ministra de Exteriores de Suecia, Anna Lindh, y Javier Solana navegan hacia Elsinor (Dinamarca) desde el puerto sueco de Helsingborg.
La ministra de Exteriores de Suecia, Anna Lindh, y Javier Solana navegan hacia Elsinor (Dinamarca) desde el puerto sueco de Helsingborg.AP

Un calendario infernal para la ampliación

Los Quince tienen un calendario infernal de aquí a fin de año, apenas cuatro meses, para cerrar con éxito las negociaciones de la ampliación de la UE a 10 nuevos países. Dinamarca reiteró ayer la voluntad de concluirlas en la cumbre de Copenhague, el 12 y 13 de diciembre, pero nada garantiza que se produzca un retraso de unos meses ante las divergencias internas (costes financieros, subvenciones agrícolas, ayudas regionales) y externas (reunificación de Chipre, segundo referéndum irlandés sobre el Tratado de Niza). El calendario lo tienen muy claro todos y así se lo recordó ayer tarde el actual presidente del Consejo de Ministros, Per Stig Moller, a sus colegas. Prometieron cumplirlo y dijeron que era posible. Prácticamente el mes de septiembre quedará inutilizado hasta que no se sepa el resultado de las elecciones alemanas. El canciller Gerhard Schröder, al igual que Holanda y el Reino Unido, no acepta la propuesta de la Comisión para la reforma de la Política Agrícola Común, de la que implícitamente depende la suerte de las subvenciones a los agricultores de los países candidatos, juzgada poco generosa por Polonia. En los próximos dos meses, según Moller, los Quince deben haber sido capaces de resolver los problemas internos relativos al presupuesto comunitario. El 24 y 25 de octubre, en la cumbre de Bruselas, los líderes de la UE deberían cerrar definitivamente la lista de los países que ingresarán en la primera oleada. Teóricamente deberían ser Polonia, Hungría, República Checa, Eslovaquia, Eslovenia, Letonia, Lituania, Estonia, Malta y Chipre y la fecha de entrada, antes de las elecciones europarlamentarias de 2004.

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