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Desafío y oportunidad mundial

El 40% de la población mundial afronta escasez de agua; el nivel de los océanos en el planeta está subiendo, una indicación del calentamiento global; en la década pasada se destruyó un 2,4% de los bosques en el mundo; cada año, más de tres millones de personas mueren por efecto de la contaminación del aire. Éstas son algunas conclusiones del reciente informe Desafío mundial, oportunidad mundial, hecho público recientemente, en vísperas de la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Sostenible. 'Si no hacemos algo para cambiar nuestros patrones de desarrollo, pondremos en riesgo la seguridad de la Tierra y sus habitantes a largo plazo', comentó Nitin Desai, secretario general de la conferencia que se inaugura mañana en Johanesburgo (Suráfrica), al presentar el informe de las Naciones Unidas.

Algunos indicadores positivos alivian ligeramente el panorama más que preocupante del planeta que presenta el documento. Así, por ejemplo, se señala una tendencia a la baja de la tasa de crecimiento de la población, pese a que se espera que en 2025 habrá 2.000 millones más de personas viviendo en el planeta. Asimismo, la tendencia hacia familias más reducidas debe suponer más recursos para la educación de los hijos, la alimentación y la sanidad. También se indica que se aprecian signos de atenuación de la pobreza en regiones de Asia y de América Latina.

Agua y sanidad.

Energía.

El consumo de combustibles fósiles y las emisiones de dióxido de carbono continuaron aumentando en la década pasada, especialmente en Asia y Norteamérica. Los indicadores del cambio climático son más visibles; por ejemplo, han aumentado en frecuencia e intensidad las sequías en regiones de Asia y África. En las últimas tres décadas ha aumentado en el mundo la participación de las fuentes de energía renovables, de un 3,2% a un 4,5%.

Agricultura.

Biodiversidad.

Salud.

El agua contaminada causa la muerte de 2,2 millones de personas cada año en el mundo. Un porcentaje significativo de las muertes en los países menos desarrollados se debe a enfermedades relacionadas con el medio ambiente. Unos trescientos millones de personas sufren malaria, y el impacto de este mal va en aumento debido a la falta de medicamentos, pero también a factores como los sistemas de irrigación y la deforestación. En 10 años se ha reducido a la mitad la mortalidad infantil por enfermedades diarreicas, pasando de 3,3 millones de niños fallecidos al año en 1990 a 1,7 millones en 1999.

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