Agur, amigo
En esta hora triste mi abrazo y el de Mª Luz a toda la familia. Pili, muchísimas gracias por dedicar tu vida a Eduardo, hasta hacer posible que su realización profesional constituya un verdadero patrimonio de la humanidad y también de nosotros los vascos.
Confieso que he tenido mucha suerte en relacionarme con Chillida. Le conocí en París, en una exposición suya en la galería Maeght, en 1956. Desde entonces nos hemos tratado con mucha consideración y frecuentemente me ha proporcionado su solidaridad, en los distintos tiempos en que las dictaduras del pasado y del presente me han alcanzado con su represión.
Chillida es uno de los pocos artistas que siempre han dicho que la inspiración te sorprende en el estudio con las herramientas en la mano. Por eso su impresionante obra es el resultado de toda una vida entregada al trabajo.
Él ha hecho muchas preguntas, pero estoy bien seguro de que ha dado muchas más respuestas. Muchos vascos han querido ver la fuerza de esas respuestas convertidas en obras artísticas, en el hecho de haber utilizado las formas de las herramientas de nuestros campesinos, así como las de nuestras industrias. Sin embargo, ni esas formas ni sus materiales le proporcionan el sentido y la plenitud de su creatividad. Su potencia expresiva se sustenta en variados sistemas de negativos-positivos, de interrelación entre el espacio-aire real y el espacio-masa, entre los valores de un plano soporte sobre los planos que se superponen. Chillida desde su personalidad individual muy acusada, asume lo esencial de los conocimientos de las vanguardias universales del arte analítico y constructivista.
Eduardo, seguirás viviendo entre nosotros, lástima que ya no podamos formarnos mientras hablamos y discutimos.
Agustín Ibarrola es pintor.
Babelia
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