"Puedo ser mujer de armas tomar"

Con 50 años y tres hijos, esta pediatra, hija de un general torturado por Pinochet y muerto en la cárcel, reidora y simpática, dice que el baile -entre salsa y rock- le hace perder el sentido, y todavía busca espacios para cantar con la guitarra. Se confiesa osada y traviesa -'aunque no me lo permito públicamente'-, y aficionada a la lectura, el cine y los idiomas.

Pregunta. ¿Cómo anda de vocación militar y valores castrenses?

Respuesta. Tengo vocación de servicio público. No tengo tanto apego a la disciplina, que es válida, pero debe ir de la mano de la libertad y de la capacidad de crear.

P. Supongo que no ha hecho la mili.

R. Ni jugaba de chica con soldaditos. Sí luego, más mayor, a juegos de estrategia.

P. ¿Qué sintió al verse al frente de las Fuerzas Armadas?

R. Una sensación de enorme responsabilidad.

P. ¿Notó algún gesto torcido entre los militares ante su designación?

R. No, no lo noté.

P. ¿Porque lo hacían a sus espaldas o porque no lo hacían?

R. Ah, vaya uno a saber [ríe]. Pero, al menos frente a mí, jamás.

P. ¿Se considera una mujer de armas tomar?

R. [Ríe] Cuando es necesario, sí.

P. ¿Se ha planteado hacer la instrucción cada mañana, para saber lo que vale un peine?

R. Me he subido a tanques, a aviones de combate, en los buques trato de meterme a observar los trabajos cotidianos...

P. Ya. Pero de un dos, un dos con el fusil, nada.

R. Ah no, eso no [risas]. Ni el un dos, un dos para la gimnasia, que debería hacerlo.

P. ¿Se atrevería a pilotar un cazabombardero?

R. He subido a uno y me lo han dejado un ratito.

P. Cielos. ¿Se enteró Chile?

R. Sí. Era de ésos de doble cabina, y el piloto estaba cerquita.

P. ¿Qué sabía usted de todo esto antes de llegar al Ministerio?

R. Yo creo que el hecho de haber nacido en una familia militar, y vivido en unidades militares, me ha dado un acercamiento al tema distinto al de otros. Aunque en un período de mi historia no fue así, yo no me siento incómoda entre uniformes.

P. ¿Se crió con los gritos de ordenanza?

R. No. Mi padre era un hombre firme, enérgico; mi madre, también, pero nunca en ese estilo.

P. ¿Encuentra a Federico Trillo más o menos marcial que usted?

R. No me atrevería a decirlo [ríe]. Como primera impresión, me pareció un ministro muy agradable.

P. Él es capaz de hacer pareados a la tropa. ¿Qué cantaría usted con la guitarra a los uniformados?

R. Creo que hay una canción de Serrat que dice algo como 'sin prisa, pero sin pausa'. También 'Caminante, no hay camino, sino estelas en la mar'.

P. ¿Qué cree que quiso decir Escrivá de Balaguer cuando escribió que el matrimonio es para la clase de tropa?

R. ...¡Pero qué elitista!

P. ¿Estados Unidos suscita en Chile recelo o tranquilidad?

R. Yo diría que se le ve como cualquiera ve a un socio mayoritario. Lo ideal es tener las mejores relaciones con las reglas muy claras.

P. Ministras de Defensa en Francia, en Colombia, en Chile. ¿Cree que pueden cambiar la faz de las Fuerzas Armadas?

R. Yo no me atrevería a señalar que los cambios que requieren las Fuerzas Armadas sean un problema de género. Creo que tiene mucho más que ver con las concepciones democráticas y con el papel que se les otorgue. Aunque ser mujer va a permitir aproximarse al tema desde ciertas perspectivas.

P. ¿Desde qué perspectiva se ha aproximado usted?

R. Es difícil saber si es por ser mujer o porque yo soy así. Pero es la capacidad de tener siempre un cable a tierra. Porque las mujeres podemos estar hablando de filosofía o de economía, y a la vez haciendo la compra y atendiendo a los niños.

P. ¿Le hacen una rebaja en el súper desde que es ministra?

R. Ah, no, jamás. Lo que sí logro es que todos me miren lo que llevo en el carrito. 'Con razón está tan gordita', dirán.

P. ¿Chile es un país reconciliado?

R. Siempre esta pregunta... Ha habido niveles de reencuentro importantes, pero en el conjunto de los chilenos esto no se ha producido. Se ha avanzado en entender que tenemos tareas comunes frente a las que trabajar.

P. ¿Qué le diría a Pinochet si le tuviera delante?

R. [Larga pausa] Probablemente, lo que me correspondiera decir como ministra.