Unos gigantes muy verdes

Tan sólo hace unos años que se han empezado a proteger y etiquetar de forma oficial en diferentes regiones españolas, pero los árboles monumentales llevan siglos con los pies ahí clavados, sobre su pequeño trozo de mundo, como observadores pasivos del correr del tiempo. Cada uno de estos gigantes verdes destaca entre los demás como el ejemplar más grueso, el más alto, el más viejo o el más singular de su bosque, ya sea de España, de Europa e incluso del planeta. Aparte de inventariarlos y protegerlos, algunas comunidades autónomas han editado libros con sus árboles más notables, donde se especifican las vías de acceso más sencillas para su visita.

El más grande

Las secuoyas del norte de América o los eucaliptos australianos se alzan como los árboles más altos y gordos del mundo. El organismo viviente de mayor porte de la Tierra y uno de los más viejos es la secuoya gigante de California, llamada General Sherman Tree, con más de 1.400 metros cúbicos de madera entre sus 84 metros de altura y unas 2.000 toneladas de peso. Es famoso también un ejemplar de un ahuehuete (especie originaria de América del Norte) situado en Santa María de Tula (Oaxaca, México) denominado El Tule, con un tronco de 52 metros de circunferencia, considerado el más rollizo del mundo.

En España no existen árboles de semejante tamaño, pero también hay buenos ejemplos.

La secuoya de San Ildefonso, con el apodo de El Rey, al pie de la colegiata en el Real Sitio de La Granja (Segovia), es una de las coníferas de mayor grosor de Europa, con una cuerda en su tronco de 13 metros y una altura de 40 con sólo 130 años. Junto a ella, La Reina, con nueve metros de perímetro y sólo 34 metros de alto, ya que un rayo la desmochó.

El abuelo de Chavín, un eucalipto de la finca Souto de Retorta, en Chavín, Viveiro (Lugo), se considera el árbol más alto de España, con cerca de 80 metros de altura, tan sólo superado en Europa por otro eucalipto, el de Vale de Canas, en Portugal. Traídos desde Australia como árboles ornamentales a finales del siglo XIX, la desmesura de su desarrollo cambió la utilidad decorativa de la especie por la producción de celulosa.

El tronco de un castaño situado en La Liébana (Cantabria), con el nombre de Castañera de la Narezona, mide 13,75 metros de perímetro y destaca como el ejemplar de su género de mayor grosor de España. Nada que ver con las desbordantes medidas de otro individuo de la misma especie situado en Sicilia, al pie del Etna (con un tronco hueco de unos 50 metros de circunferencia), conocido como Castagno dei Cento Cavalli por ser capaz de albergar bajo su sombra a un regimiento de hasta 100 hombres a caballo.

En Ibiza hay un olivo de más de 11 metros de perímetro, la Olivera de Espanya, que seguramente será el más corpulento de su especie en España, aunque el número uno mundial lo ostenta un olivo francés de los Alpes Marítimos, con una cuerda de 20 metros.

Entre las encinas destacan la Artziniegaco Artea, en el santuario de la Virgen de la Encina, en Artziniega (Álava), con un tronco de 8,60 metros de contorno, y la encina Terrona de Zarza de Montánchez (Cáceres), con 7,75 metros.

El nogal Noguera del Arco, en Socovos (Albacete), plantado cuando estas tierras del río Segura pertenecían a los musulmanes, es un posible récord entre todos sus compañeros. A pesar de que su porte se halla desmembrado por el peso de una copiosa nevada de 1980, pasa por ser el mayor conocido en España, además de considerarse el más viejo de Europa.

De las sabinas albares cabría destacar la Sabina de Abejar, en Abejar (Soria), cuyos 7,45 metros de circunferencia le han valido ser considerada la de mayor porte de la Península.

El Pino Gordo de Vilaflor, en Tenerife, es el pino canario más grande del archipiélago, con una altura de 60 metros y un diámetro en su tronco de 2,7 metros.

El más viejo

La longevidad es otra razón de peso para destacar la presencia y preservación de un árbol. En Tasmania (Australia) existe un pino de Huon al que se le atribuyen 10.500 años, y en California, un pino colorado, denominado Matusalén, cuenta entre los anillos de su madera más de 4.700 años de antigüedad. La España vegetal no posee muestras tan provectas, pero aún medran algunos olivos, sabinas, pinos y tejos que han visto pasar la historia bajo su sombra durante siglos. Los olivos milenarios de Segorbe (Castellón) y de Ibiza pueden rondar fácilmente los 2.500 años, pudiendo considerárseles los más viejos de España.

El Tejo del Arroyo de Barondillo, en Rascafría (Madrid), puede valorarse también como uno de los más longevos de España, con una edad cercana a los 2.000 años, datos confirmados por su tronco de casi 10 metros de circunferencia. Y también con la misma edad, el Drago Milenario de Icod, en Icod de los Vinos (Tenerife), resulta el más veterano de su especie. Cuentan las crónicas que existió otro en los jardines de Franchy, en la Orotava, con una edad estimada entre los 4.000 y 5.000 años, que fue arrancado de cuajo por un huracán en 1867.

En el macizo de la sierra de Cazorla, en la zona del pico Cabañas, aparecen tres pinos blancos con edades cercanas a los 1.100 años, y un tejo situado en la cañada de las Víboras se cree que puede llegar a los dos milenios.