Excepcional y singular ribeiro
Degusto una de las pocas botellas existente del ribeiro Emilio Rojo y reflexiono sobre lo complejo y difícil del mundo del vino, aunque a muchos le parezca cosa de niños. Al ribeiro le ocurre como al txakoli, que de tanto venderse en ferias de pueblo, sin etiquetas, sin cuidar ni pensar en su elaboración y mucho menos en el viñedo, acabaron con su imagen y su reputación. Su consumo en vasos de plástico o en cuencos de cerámica y en ambientes que no acompañan a la cata le han llevado a tener que hacer un largo camino de vuelta para empezar a ser considerado un blanco serio.
Pero, como en todos los lugares, siempre existe la vanguardia y en el caso del ribeiro es cosa de Emilio Rojo, que constituye un ejemplo excepcional dentro de la denominación de origen. Rojo tenía una vida laboral resuelta en la capital del Reino, pero decidió abandonarlo todo y comenzar a cultivar y recuperar un viñedo familiar compuesto por treixadora, lado, torrentes y loureiro. Vinifica por separado y en barrica de roble, cosa que por aquellos lares resultaba extraño. De este coupage resulta un vino blanco muy aromático, con estructura, equilibrio y buen final de boca. En suma, un vino agradable de beber y placentero.
Es un mosto que encierra toda la grandiosidad de las variedades autóctonas gallegas y que es diferente al resto de sus compañeros de denominación, un ribeiro que tiene mucho que ver con su dueño: singular, enigmático, bohemio y culto
- Bodegas Emilio Rojo: Leiro (Orense). Tlf. 988488050.
www.vinotecamanu.com
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