La triple A y la imagen del estado de la nación
HACE ESCASAS SEMANAS, el presidente del Tribunal Constitucional, Manuel Jiménez de Parga, devaluó el papel de los parlamentos en las democracias mediáticas. No conviene exagerar, pero el eje mediático recorre intervención tras intervención desde hace años los sucesivos debates sobre el estado de la nación que se han celebrado en España. Muchas veces es más importante acertar con la tecla de las formas (el momento, la capacidad del mensaje para ser reproducido en las televisiones y las radios en breves palabras, la gestualidad, el lenguaje del cuerpo) que los propios contenidos.
El Partido Popular fue maestro en acertar en esta nueva dimensión estética. De ahí la sorpresa que se produjo la semana pasada en el Congreso cuando aparecieron unos discípulos aventajados que le superaron. Aznar fue una especie de alguacil alguacilado al ser vencido por Zapatero. En este tipo de cuerpo a cuerpo cabe poco espacio para los matices. Triunfan las ideas fuerza, aunque muchas veces la ausencia de oraciones subordinadas conduzca a la demagogia. Los socialistas consiguieron introducir el pasado lunes algunas de esas ideas fuerza que sin duda se repetirán hasta la extenuación hasta el final de la legislatura.
La sensación de inseguridad laboral que se ha introducido después del 'decretazo' es más significativa que los efectos directos de la reforma del desempleo. Puede actuar como el ácido sulfúrico en el cuerpo electoral
Entre ellas, la triple A: no se relaciona ésta con la máxima calificación de los bonos del Reino de España concedida por las principales agencias del mundo, aunque a ella se refirió Aznar en su primera réplica. Sino a los tres calificativos a la política del PP: antigua, autoritaria y antisocial.
- Antigua: no de otra forma se puede calificar una política económica que defiende como principal objetivo el equilibrio presupuestario, cuando éste ha sido abandonado por los países del G-7. EE UU ha pasado del superávit al déficit sin dar una explicación, con esa idiosincrasia del pragmatismo que unifica a las distintas Administraciones, sean republicanas o demócratas; Alemania, Francia e Italia han puesto en cuarentena el Pacto de Estabilidad en una coyuntura de crisis como la que vivimos. Pronto habrá que valorar el déficit cero español como una oportunidad perdida para acercarse a la convergencia real con Europa.
- Autoritaria: así fueron las respuestas de Aznar a su oponente socialista o a Llamazares. El estilo autoritario y antipático de la Administración popular es una de las características que más han calado.
- Antisocial: con el paso del tiempo, lo principal del decreto-ley de reforma de la protección del desempleo no han sido sus efectos inmediatos (salarios de tramitación, disminución del seguro de paro, etcétera), sino los colaterales: la sensación de inseguridad laboral que se ha introducido entre los ciudadanos, máxime cuando se habla ya de nuevas reformas laborales. Esa sensibilidad cercana al desamparo puede actuar como ácido sulfúrico en el cuerpo electoral del PP.
En tres semanas parece haber cambiado el viento. La suma de una huelga general (fuese cual fuese su grado de seguimiento, ha quedado instalada como un dato de la realidad), la derrota parlamentaria de Aznar en el debate del estado de la nación y la derrota mediática del día después han neutralizado la existencia de un nuevo Gabinete que a los pocos días de tomar posesión parece el de antes. Ha quedado viejo. A los sociólogos corresponde explicar los porqués de esta variación.
¿Y Rodríguez Zapatero y el PSOE? Consolidado el primero como alternativa personal a los ojos de los ciudadanos y, sobre todo, de los militantes socialistas, ahora les corresponde convertirse en alternativa programática. Hubiera sido suicida, en un debate sobre el estado de la nación -en el que quien se examina es el presidente-, haber presentado algo parecido a un programa electoral. Pero la parte más débil de su intervención -aquella en que fue claramente superado por Aznar- fue la de dar respuestas propias a los problemas planteados.
Se trata de pasar del tiempo de las imágenes al terreno de la realidad.
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