Palacio del Pumarejo
Quedan muy pocos bares y terrazas cuyas sillas y mesas no estén patrocinadas por alguna marca, uno de ellos es el bar Mariano, establecimiento que se encuentra en la plaza del Pumarejo y sirve unos de los mejores caracoles de toda Sevilla. Es un bar con encanto y ambiente, sobre todo ahora en verano. Seguro que entre las paredes del bar han ocurrido miles de pequeñas historias anónimas, y esto, que habrá pasado y sigue ocurriendo incluso en los entornos más desoladores, no es algo exclusivo de este bar pero cuando uno se toma una cerveza aquí los actos más cotidianos se convierten en un pequeño placer.
Aquellos que conozcan el bar sabrán que forma parte, o sea, está integrado, en el Palacio del Pumarejo, edificio del siglo XVIII que se mantiene en estado de hibernación ¿podremos llenarlo de vida de nuevo? ¿morirá progresivamente acumulando dependencias vacías? ¿se convertirá en hotel? ¿en aparcamiento? En lo que a vivienda se refiere, la ley de Murphy en Sevilla se cumple.
Es difícil pasar por la plaza sin reparar en el palacio, no es un edificio ostentoso en sus formas ni adornado con lujo pero sólo por su tamaño y algunos detalles (patio interior, azulejos, columnas de caoba, etcétera) llama la atención de los curiosos. Pero más interesantes que los ladrillos son los vecinos que allí viven, gente trabajadora, que ha conocido el barrio en sus distintos momentos, que vive entre puntales, techos abiertos, paredes deterioradas, dependencias vacías y la tristeza y peligro de tener unos caseros que no quieren rehabilitar el edificio. Los que habitan el palacio no quieren irse, yo como vecino del casco antiguo espero que no desaparezca ni lo haga la gente que allí vive.
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