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SAN FERMÍN
Columna
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Simpatía universal

Rumores persistentes que durante todo el día de antesdeayer circularon por los mentideros sanfermineros, aseguraban que no era del todo improbable que la convocatoria de paro general realizada por lo sindicados el pasado 20-J, hubiese tenido algún seguimiento en diversos sectores laborales. Conforme pasaban las horas, hubo confirmación de que, en efecto, el portavoz del Gobierno había dejado de llamarse Pío Cabanillas, lo que venía a probar de manera irrefutable que, en contra de las mediciones sostenidas y no enmendadas por el ministro cesante, algo hubo en España el 20-J.

Mayor sorpresa causó la noticia de que la llamada derecha inteligente presentará en la alcaldía de Madrid la papeleta que en los últimos años venía siendo cosa de la derecha cañí. En cuanto a la alcaldía de Pamplona, que en lo que se refiere a lo cañí acaba de tener la ocurrencia de solicitar próximamente la declaración de los sanfermines como patrimonio de la humanidad (sic), y entre cuya praxis sanferminera no se vislumbra ningún propósito de enmendar sus usos consuetudinarios, permanecemos a la espera de que la cabeza de lista confirme lo que ha vuelto a insinuar en estas entrañables fechas: el inminente anuncio de su próxima concurrencia a los próximos comicios municipales.

La fuente de la Plaza de las Merindades, sita en el cruce de dos arterias vitales de la ciudad, arrojaba en la tarde de antesdeayer un agua tintada en rojo, lo que a juicio de algunos observadores debía ser tomado como el espontáneo homenaje de la alcaldía al portavoz cesado. Cierto que el estilo del decapitado portavoz sintoniza con el de la alcaldía pamplonesa, pero según fuentes dignas del mayor crédito, el lamento sanguinolento que expulsaban los chorros de la plaza no se debía a otra cosa que a una de tantas simpáticas gracias como proliferan en las fiestas. Dos plazas más al norte de la de las Merindades, al lado de la estación de autobuses, se encuentra la popularmente conocida como plaza de los txistus. En ella, el extranjero que nos honra con su visita, debía poder leer la palabra 'paz' en ocho idiomas. Pero de hecho la palabra 'paz' sólo se lee en siete lenguas. La precipitación que caracteriza a la alcaldía, amén del concurso con ella de algún bromista que no podía aguantar hasta los sanfermines, hizo que donde debía decir 'paz' en árabe, diga 'coño'. No es costumbre de la alcaldía enmendarla, sino sostenerla, y gracias a esa persistente virtud municipal, esta ciudad recibe a los amigos del Sur, en sanfermines y fuera de ellos, con ese insólito coloquialismo que es un avance de nuestra campechanía.

Parece confirmado, sí, que algo hubo el pasado 20-J, puesto que el querido ministro portavoz nos deja. Confirmados los rumores, por estos pagos se viven días de campechana paz y jocosas bromas. Excepción hecha, claro está, de la alcaldía, donde el trabajo de confirmar que en la jornada del 7 de julio no hubo más que simpatía a raudales, es desbordante, por no hablar de los esfuerzos que comporta elevar estos simpáticos y populares festejos a patrimonio de la humanidad y asombro del universo.

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