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GUIÑOS
Columna
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Fotógrafos en la sombra

Con frecuencia, las imágenes que realizan algunos fotógrafos quedan en el anonimato. Cuando se publican no se da importancia al nombre del autor. Por esta razón, no resulta extraño encontrar con el paso del tiempo montones de imágenes de incuestionable interés de las que desconocemos quiénes las hicieron y por qué, detalles imprescindibles para medir convenientemente todos los valores que ofrecen. Una seria recuperación de estas imágenes olvidadas en desordenadas estanterías y cajones, además de sus aportaciones personales, la está llevando a cabo Peru Ajuria (Bilbao, 1934) desde hace más de cuarenta años.

El mundo de la fotografía lo descubrió Ajuria en casa. Su padre y, también, su tío eran aficionados a estos menesteres. Les veía utilizar una cámara estereoscópica y una Kodak de fuelle que ahora guarda como recuerdo. El momento de posguerra que le tocó vivir y el ambiente nacionalista del entorno familiar le impulsó, antes que a la fotografía, a un compromiso activo dentro de las filas de Euzko Gaztedi, las juventudes del Partido Nacionalista Vasco.

Su trabajo político en la clandestinidad terminó llevándole al exilio en París en 1959. Allí, a la sombra del Gobierno vasco, inició una nueva etapa que le llevaría a convertirse en algo más que el fotógrafo oficial de su formación política. En las oficinas de la delegación vasca en la Rue Singer, entre cajas y estanterías encontró una importante colección de fotografías. Se trataba del archivo oficial del Gobierno, que recuperó del olvido y ordenó. Identificó a los personajes, clasificó por temas y años, y lo dejó preparado para su utilización posterior. En este patrimonio gráfico estaban muchas de las imágenes realizadas por los servicios fotográficos creados por el lehendakari José Antonio Aguirre durante la guerra civil. Documentos de indudable valor histórico hoy puestos a buen recaudo.

Por otra parte, los aspectos más personales de su profesión empezó a desarrollarlos en el clandestino Gudari, publicado en Caracas y repartido sigilosamente en las calles y pueblos del País Vasco. Esto era el inició de algo que en 1977, legalizados los partidos políticos, le llevaría a la oficina de prensa del PNV. A partir de entonces pocos son los actos importantes donde no ha llegado la cámara de Peru Ajuria y su nombre aparece al pie de las fotografías para dejar de ser anónimas. La revista Alderdi, Euskadi en sus diferentes etapas o el diario Deia han publicado muchas de ellas. Desde la Fundación Sabino Arana se han repartido con destino a innumerables publicaciones y libros.

La práctica fotográfica así planteada, inscrita dentro de las entrañas de un partido político y bajo el manto de los acontecimientos públicos, ofrece una mirada retrospectiva cargada de privilegios. Además de un buen saber hacer, y un ojo muy afinado para elegir la composición más acertada (también respetuosa), tiene toques de exclusiva intimidad y alcanza extremos donde no pueden llegar otras formas de hacer menos imbuidas en esos ambientes.

Resultado de ello son muchos y excelentes retratos de dirigentes nacionalistas tomados en ambientes familiares. Puede tratarse de Manuel Irujo, Julio Jauregi, Carlos Garaikoetxea, Xabier Arzalluz o Jesús María Leizaola junto a sus hijos y nietos.

Las fotografías de Peru pueden contar numerosas historias. Son imágenes cargadas de intención, capaces de valorar situaciones no representadas porque sus valores formales incentivan la imaginación del espectador. Ahora prepara un libro para el mes de septiembre a propósito del 25º aniversario del Alderdi Eguna del PNV. Un cuarto de siglo de un partido donde encontraremos un precioso testimonio gráfico de sus dirigentes y militantes de base. Un desfile de personajes célebres, con sus mítines y arengas, envueltos por el carácter popular de una fiesta que trasluce los sentimientos más ancestrales y también los más novedosos de una comunidad vasca muy particular.

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