Un real vino de Aranjuez
Las cuevas que mandó construir Carlos III en 1778 albergan una bodega que producirá un nuevo caldo madrileño
Madrid cuenta con una nueva bodega y en breve tendrá nuevo caldo de extraordinaria calidad, Real Cortijo. Ambos se encuentran en Aranjuez, más concretamente en su pedanía, el Real Cortijo de San Isidro, en unas cuevas que mandó construir el rey Carlos III como bodegas para proveer de vino a la casa real en 1778. Después de muchos años cerradas y tras una impresionante restauración, estas cuevas propiedad del Ayuntamiento pedáneo han vuelto a abrir sus puertas. Adjudicadas para su explotación como bodegas -como lo fueron en su origen- a la empresa privada Cuevas del Real Cortijo de San Isidro, en octubre tienen previsto sacar sus caldos al mercado.
La empresa adjudicataria se hizo cargo de ellas hace dos años. Los 100 socios que la constituyen son propietarios, cada uno de ellos, de una barrica. En total, la capacidad de producción anual será de 26.000 botellas, cantidad que no piensan aumentar en el futuro. Los vinos podrán adquirirse a partir del próximo otoño, bien en la propia bodega o por teléfono.
Durante la guerra civil, las cuevas fueron usadas como búnker por los mandos de la República
La uva de la que se hará este vino procede de una finca en la ribera del Júcar. 'Hemos escogido las cinco mejores hectáreas de Tempranillo y Merlot para hacer nuestro vino. Este caldo llevará una elaboración extraordinariamente cuidada (vendimiado en cajas, fermentación en depósitos pequeños, sin prensado...), con el fin de que el vino sea de la mejor calidad', cuenta Abel Navarro, director de estas cuevas. La empresa piensa presentarse a concursos de calidad para darse a conocer en el panorama nacional e internacional, aunque no dispone de la capacidad de producción necesaria para buscar la denominación de origen.
Ya antes de la presentación pública de este vino, la empresa está organizando algunos eventos de promoción. El último tuvo lugar la semana pasada, cuando se celebró en Aranjuez la reunión anual de los directores generales de turismo de toda España, que estuvieron acompañados por el secretario de Estado para el Turismo, Juan José Güemes.
La elección fue realizada por la Comunidad de Madrid para promocionar a una localidad como Aranjuez, recientemente declarada Paisaje Cultural de la Humanidad, y por el esfuerzo que se está haciendo desde distintas administraciones y empresas para recuperar el patrimonio cultural y artístico de este municipio. Días antes de esta reunión, las cuevas acogieron otro acto de directivos de Telefónica y British Telecom.
La historia de estas reales cuevas, que atraviesan de punta a punta el Real Cortijo de San Isidro, es realmente curiosa. Construidas por el arquitecto real Manuel Serrano para Carlos III en 1778, este monarca convirtió Aranjuez y su entorno en un modelo rural según los planteamientos del despotismo ilustrado, y las cuevas se incluían dentro de ese proyecto agrario integral. Años antes se habían labrado 534 fanegas de tierra para la producción de vinos, y en 1778, el mismo año de construcción de la bodega, se plantaron más viñas. El rey pidió al jardinero real Boutelou que éstas 'queden en línea recta y en figura regular para que hagan buena vista desde los balcones del rey'. En 1786 la plantación ascendía a 128.000 vides; sin embargo, lejos de producir los intereses que debía, perdía dinero, y las arcas reales tenían que poner anualmente 200.000 reales para mantenerlas.
Carlos IV decide poner fin a tal sangría económica e intercambia con Godoy este Real Cortijo por la Huerta de la Moncloa. Tres años más tarde, el mismo rey vuelve a hacerse con el Real Cortijo a cambio de ceder la lengua de la Albufera de Valencia al Príncipe de la Paz. Fernando VII, en 1810, se deshace definitivamente de ellas para no seguir gravando a la corona. En 1848, Isabel II ordena que se arrienden a agricultores todas las tierras de labor de esta zona.
Durante más de un siglo las cuevas permanecen cerradas, pero en la guerra civil se vuelven a utilizar, esta vez como búnker para los mandos de la República. En 1946 todo el Real Cortijo es adquirido por el Instituto de Colonización, que realiza un reparto experimental de tierras y pasa la propiedad de las cuevas al Ayuntamiento. En los años cincuenta y sesenta, ya en un estado bastante deteriorado, se usan como criadero de champiñón dando trabajo a medio centenar de vecinos, pero poco tiempo después vuelven a cerrar. En los años noventa, la Comunidad de Madrid lleva a cabo una rehabilitación, dado que las cuevas habían sido declaradas conjunto histórico en 1983, pero la restauración integral no llegaría hasta hace dos años, cuando la actual empresa adjudicataria se hizo cargo de ellas.
La bodega es una edificación en dos alturas. La primera tiene 70 metros de largo por 12 de ancho y está formada por 14 pórticos transversales construidos por arcos formeros y soportados por dos filas de columnas de ladrillo y de piedra de colmenar. Sobre éstas descansan grandes bóvedas tabicadas de media naranja.
Desde esta nave se baja a las cuevas de crianza, que tienen dos galerías de más de 400 metros cuadrados. La temperatura es de 12 grados y la humedad del 85%, que no varían en todo el año. La puerta principal es de estilo neoclásico y es obra de Serrano. El interior se ha decorado con maquinaria antigua.
La única pedanía de la región
El Real Cortijo de San Isidro, en Aranjuez, es la única entidad local menor o pedanía que aún sigue existiendo en la Comunidad de Madrid. En realidad se trata de un pequeño pueblo de unos 400 habitantes que cuenta con su propio ayuntamiento y su corporación municipal, incluido el alcalde, pero que depende totalmente del Ayuntamiento de Aranjuez. Situado a unos seis kilómetros del casco urbano del Real Sitio, el Real Cortijo de San Isidro es un conjunto monumental que fue mandado construir a mediados del siglo XVIII por Carlos III. Linda con el término municipal de Colmenar de Oreja y con el llamado Cuartel de la Montaña. Posee ricas tierras de labranza y numerosas calles arboladas. Respecto al pueblo, destaca la plaza central y la iglesia, un bello edificio de ladrillo y cantería. Los edificios centrales se mandaron construir en 1766 por el marqués de Grimaldi, y son concretamente la casa para el director del cortijo, la residencia real, las caballerizas y el oratorio o iglesia. La mayor parte de su población se dedica a la agricultura, aunque muchos trabajan en Aranjuez. El cortijo está unido al Real Sitio por frondosas calles y huertas que forman parte del entorno llamado Doce Calles, uno de los elementos históricos y paisajísticos que han hecho posible la declaración de Aranjuez como Paisaje Cultural de la Humanidad por la Unesco.
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