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Mercado estancado, encefalograma plano

Contaba en una cena un editor que el sector editorial, España y América Latina incluidas, pierde unos 15.000 millones de pesetas al año. ¿Y por qué siguen editando?, le preguntaron. 'Porque es un vicio que no podemos dejar'.

Comentarios aparte, la industria editorial española tiene una vitalidad extraordinaria, pero lo que se dice bien, muy bien, no va. Al menos, eso se desprende del informe que presentó Antonio Roche, consejero delegado de Biblioteca Nueva. Hizo una radiografía del panorama editorial actual desde el punto de vista coyuntural (la desaceleración económica le afecta como a todo el mundo) y estructural, con lacras que parecen difícil de erradicar como los bajos hábitos de cultura, las escasas dotaciones a bibliotecas y la incidencia de la reprografía ilegal (21.000 millones de fotocopias al año).

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Roche llegó a una conclusión alarmante: 'En pesetas constantes en la última década, sólo hemos crecido un 6,1%, pero si nos fijamos bien, en 1997 era sólo de un 0,2% y en 1997, 1998 y 1999 de sólo un 3,3%, 2,2% y 2,5%, respectivamente. Por tanto, mercado totalmente estancado, en encefalograma plano'.

Atraso secular

Una cosa es el ensayo y otra la no ficción. Gonzalo Pontón, director general de Crítica, quiso dejarlo muy claro desde el principio de su provocadora ponencia sobre el ensayo. 'Ejemplos de lo primero son obras como La riqueza de las naciones, de Adam Smith, Iluminaciones, de Walter Benjamin, o La hija de la guerra y la madre de la patria, de Sánchez Ferlosio. Ejemplos de lo segundo son, entre otros muchos, Aprenda a pensar como un jefe, de Debra Benton, Cómo adelgazar follando, de Richard Smith, o Froilán, ¿un Marichal en el trono de España?, de Jaime Peñafiel.

'La historia de España no ha sido un terreno bien abonado para el ensayo', dijo Pontón, y desarrolló el tema con un análisis a partir del siglo XVII, llegando a una conclusión: 'El desarrollo cultural en España ha sido obstaculizado, a lo largo de estos siglos, por dinámicas diversas, aunque sustentadas todas ellas en una concepción del mundo autoritaria y jerarquizada, de raíz profundamente católica y apostólica'. 'Por eso no hemos tenido nunca grandes editoriales de pensamiento y cultura'.

El presente, 'enlodado con los polvos de ayer', no ha ido a mejor y ya difícilmente España podrá superar su 'secular atraso cultural'.

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