Los olvidados de Chamán
30.000 afganos, bloqueados en la frontera de Pakistán
Nadie les quiere. Huyeron de Afganistán cuando los talibanes ya no estaban en el poder y la comunidad internacional consideraba que ya no había razones políticas para escapar. Sin embargo, su pertenencia a la etnia pastún les convirtió en objetivo de venganzas en el norte del país. Llegaron a cruzar la frontera afgana, pero Pakistán les cerró el paso. Desde febrero están bloqueados en lo que las agencias humanitarias generosamente califican de área de espera. Ahora, ante la presión de ambos Gobiernos, Naciones Unidas prepara su reasentamiento en condiciones que las ONG califican de 'preocupantes'.
'Antes estaban mucho peor porque no tenían ninguna ayuda, al menos ahora varias ONG les facilitan comida y un mínimo de asistencia sanitaria', explica la administradora de Médicos del Mundo en la región. 'El problema es que ante el cierre de fronteras, el ACNUR no puede registrarles como tales y por lo tanto carece de mandato para asistirles', explica esta cooperante. En total, entre 25.000 y 30.000 afganos, la mayoría de ellos pastunes, afrontan temperaturas que superan los 40 grados sin apenas protección. La tasa de mortalidad se ha disparado.
'Hemos identificado una zona en el distrito de Maiwand, donde esperamos poder realojar no sólo a los atrapados en el área de espera, sino también al resto de los desplazados que se encuentran en los cinco campos de Spin Boldak, dentro de territorio afgano', explica Iskander Khan, responsable del Programa Alimentario Mundial (PAM) en Kandahar. El PAM colabora con el ACNUR en facilitar alimentos a los refugiados y desplazados internos que regresan a sus lugares de origen.
Sin embargo, los desplazados pastunes no quieren volver a sus casas en el norte de Afganistán. 'No, de ninguna forma, a no ser que nos garanticen que se ha solucionado el problema étnico', asegura Fazibullah en el campo de refugiados de Al Akhtar, en Spin Boldak. El acceso de los periodistas al área de espera se ve dificultado por la necesidad de contar con visados de reentrada.
Así que las agencias de la ONU han decidido reasentar a los pastunes dentro de una región en la que su etnia es mayoritaria, de forma que no se sientan amenazados. Su plan no es levantar un nuevo campamento, sino 12 asentamientos con capacidad para 5.000 personas cada uno, que constituyan la semilla de futuros pueblos.
El plan de las agencias de Naciones Unidas no es levantar un nuevo campamento, sino 12 asentamientos con capacidad para unas 5.000 personas cada uno, que constituyan la semilla de futuros pueblos. Tanto Fazibullah como el resto de los hombres que le acompañan aceptan la idea de un reasentamiento. El problema que afrontan el ACNUR y el Programa Alimentario Mundial (PAM) es la falta de fondos y de tiempo.
'No hay forma de que esté listo para principios de julio, tal como pretende ACNUR; sólo la instalación de las bombas para extraer el agua requiere una semana y aún no han empezado', explica un cooperante británico que trabaja en ese terreno. Pero la preocupación de las ONG no se centra tanto en las infraestructuras como en las condiciones en que el ACNUR se está viendo obligado a trabajar.
'Nuestro temor es que empiece el traslado de los refugiados y, dada la precipitación, se produzca el caos y se convierta en un Mashlak-2', afirma un portavoz de Médicos Sin Fronteras en referencia al ominoso campamento de desplazados internos próximo a Herat. Todas las fuentes consultadas coinciden en señalar que el ACNUR no ha tenido más opción que organizar el traslado, pero piden garantías para evitar una catástrofe humana.
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