Irán sufre otro temblor mientras prosiguen las labores de rescate
Habitantes de las zonas devastadas dicen que el Gobierno no les ayuda
Los ciudadanos iraníes vivieron ayer un nuevo día de terror, después de que se produjese un nuevo terremoto en el sur del país, que no provocó víctimas ni daños graves, pero sí escenas de pánico. Las autoridades han rebajado a 230 muertos las víctimas mortales del temblor del sábado, que devastó el noroeste del país y dejó a 12.000 personas sin hogar. Las labores de rescate continuaban ayer, mientras se esperaba la ayuda internacional.
Un seísmo de 3,9 grados en la escala abierta de Richter sacudió ayer el sur de Irán, informó la agencia oficial de noticias iraní, IRNA, que no informó de víctimas mortales. Según el Centro Sismológico de la Universidad de Shiraz, el terremoto ocurrió a las 11.04, hora local (8.34 GMT), y el epicentro se localizó entre las ciudades meridionales de Lar y Evaz.
El nuevo temblor se produjo un día después de que un fuerte terremoto sembrara la tragedia en el noroeste de Irán. Los 45 periódicos que se editan en Irán dedicaban sus portadas al seísmo, que calificaban de 'catástrofe que trajo la muerte' y reprochaban al Gobierno su falta de previsión y el elevado número de viviendas construidas sin seguir las normas anti-terremotos.
Los equipos de rescate buscaban ayer supervivientes entre toneladas de polvo y escombros, mientras se espera la llegada de la ayuda internacional y se reciben condolencias de los dirigentes de todo el mundo. El Ministerio iraní del Interior redujo de forma drástica las cifras de la catástrofe ofrecidas el sábado por la agencia oficial de noticias local, IRNA, y por organizaciones internacionales, y cifró en 230 el número de víctimas mortales frente a las más de 550 anunciadas horas antes. El temblor, que alcanzó una intensidad de seis grados en la escala abierta de Richter, afectó a ocho provincias del norte iraní, y en menor medida, a la capital, Teherán, donde se repitieron escenas de pánico entre la población tras las posteriores réplicas.
Dotaciones de bomberos y excavadoras del Ejército reiniciaron a primera hora de la mañana las labores de desescombro en la localidad de Buin Zahra, en la provincia septentrional de Qazvin, lugar del epicentro, y en el resto de las zonas afectadas. Los trabajos de rescate se han visto dificultados por el fuerte calor que reina en la región, muy próxima a la costa sur del mar Caspio.
Qazvin es una provincia muy poblada, en la que se alternan las montañas y el desierto, dedicada principalmente a la industria, con cientos de pequeñas fábricas de plástico o medicinas. El panorama en la zona es desolador, con los edificios derruidos y miles de personas en las calles, víctimas de la desesperanza por la pérdida de sus seres queridos, aunque agradecidos y arrodillados entre los cascotes de las mezquitas por haber salvado la vida. Muchos han comenzado, además, a enterrar a sus muertos en una carrera contrarreloj para identificar los cadáveres y cumplir la tradición musulmana de sepultar a los fallecidos antes de las primeras 24 horas del deceso. En Avaj, una de las localidades más devastadas, los habitantes reprochaban al Gobierno su falta de ayuda. 'Mi hijo murió y me ayudó la gente del pueblo, que son los únicos que están ayudando', dijo un hombre. 'Dejaron a la gente bajo los escombros, incluso a aquellos que estaban vivos', señaló por su parte un anciana ante las ruinas de su casa. Hassam Qadami, directivo de la Media Luna Roja, señaló, sin embargo, que las operaciones de rescate estaban casi terminadas y que la posibilidad de encontrar supervivientes era mínima.
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