Madrid y Barcelona celebran la Fiesta de la Música con un canto a la diversidad

Hubo música para todos los gustos, desde la ópera al hip-hop. Madrid y Barcelona aprovecharon ayer la conmemoración de la Fiesta de la Música para reivindicar la diversidad de estilos y pedir que se reduzca el IVA de los discos del 16% al 4%. Emilio Santamaría, presidente de ARTE (Asociación de Representantes Técnicos del Espectáculo), aseguró que hay que tomar medidas que favorezcan las actuaciones en vivo, la creación de locales para conciertos y el apoyo a los nuevos artistas. Los 300 conciertos celebrados en Barcelona apostaron por el carácter pedagógico de la jornada musical.

En 1982, el Ministerio de Cultura francés puso en marcha la idea de crear, coincidiendo con el solsticio de verano, un día internacional dedicado a la música en el que se primaran las actuaciones en vivo. Japón, Chile y EE UU son, por ahora, los últimos en adherirse a una celebración que ya está implantada en 110 países. En Madrid, donde la fiesta todavía no tiene la tradición popular de Barcelona, el Día Europeo de la Música se centró en dos escenarios diferentes: la céntrica plaza del Dos de Mayo y el Círculo Bellas Artes, que se cerró para acoger la música de los alumnos de todas las escuelas de música de la comunidad. 'Hemos centrado la actividad musical en los intérpretes jóvenes y en los nuevos valores destacando el trabajo de los centros de enseñanza', aclaró Gloria Collado, directora de la revista Doce notas y organizadora del maratón musical en el que participaron cerca de 600 músicos.

La fiesta del Dos de mayo, organizada por la Fnac y apoyada por algunas compañías de discos independientes, se inició con hora y media de retraso y muchos problemas técnicos. En la plaza, aguantando casi 40 grados de temperatura, se congregaron varios centenares de jóvenes, que, armados de litronas y refrescos, esperaron pacientemente las actuaciones de Nilo, un grupo de rap cubano; Cousteau, una banda de pop; Hora Zulú, que fusiona rap y flamenco, y Sôber, un grupo de rock con un directo contundente. El calor primó también en Barcelona durante la celebración de las 300 actividades que se presentaron en 80 escenarios diseminados por toda la ciudad. La música, de todos los géneros, ocupó los túneles del metro, los museos, los mercados y las plazas barcelonesas.

La estimación del Ayuntamiento era que participaran más de 80.000 personas en un programa que insistió este año en el carácter pedagógico de la jornada y en la diversidad musical. 'Hemos querido hacer una gran fiesta de fin de curso para las escuelas de música, facilitando a los alumnos tocar en grandes escenarios', dijo Víctor Cocurull, director de esta fiesta, en la que participan 76 asociaciones. La plaza de Catalunya acogió los conciertos más multitudinarios con un maratón de música mestiza durante la tarde (reggae, rumba o raï) y una jornada de sonidos electrónicos hasta la madrugada. La Banda Municipal propuso nada menos que un concierto silencioso en el que no emitieron ni una sola nota. Mientras, frente a la catedral, Brasil tomaba el protagonismo con una inmensa batucada. A pocos metros, en la plaza del Rei, el público bailaba con los africanos de Black Star, llegados de Gahna. La nota clásica se vivía en el Ayuntamiento con un homenaje al compositor Xavier Montsalvatge, fallecido hace un mes, y el estreno de la ópera Follet, de Enric Granados, partitura que se daba por perdida.