Los militares que hicieron la reforma
Expulsados o marginados los miembros de la UMD, los Gobiernos democráticos de distintos colores se apoyaron en un grupo de oficiales, formados a la sombra del general Manuel Gutiérrez Mellado, para impulsar la transformación del Ejército. No eran de izquierdas y su formación democrática quizá dejaba que desear, pero tenían un principio machaconamente inculcado por su mentor: 'Nunca más las dos Españas. Nunca más una guerra civil'.
Miguel Íñiguez del Moral, jefe del Estado Mayor del Ejército entre 1987 y 1990, con el socialista Narcís Serra como ministro de Defensa, era teniente coronel en junio de 1977 y estaba en la Vicepresidencia del Gobierno. Las primeras elecciones las recuerda 'con emoción en el corazón y el estómago'. Junto a Gutiérrez Mellado, vivió los furibundos ataques de la ultraderecha civil y militar. 'Mientras me ataquen a mí, no me importa. Yo sirvo de parapeto al Rey', decía El Guti para tranquilizar a sus colaboradores. Aunque sólo alzaran la voz los exaltados, Íñiguez cree que la operación triunfó porque existía una 'masa crítica' de militares que habían salido al extranjero y eran conscientes de que, muerto Franco, la situación debía cambiar.
Lo mismo opina Ramón Fernández Sequeiros, quien se incorporó al Gabinete del ministro Rodríguez Sahagún en 1980 y llegó a jefe del Estado Mayor del Ejército del Aire en 1990. 'No diré que la mayoría fuera demócrata, porque no teníamos una idea muy clara sobre eso, pero de teniente coronel para abajo había una conciencia generalizada de que a las Fuerzas Armadas españolas les faltaba de todo y había que ponerlas al nivel de nuestros vecinos'.
El primer paso fue la creación del Ministerio de Defensa y la supresión de los tres ministerios militares tal como, según Sequeiros, venía proponiendo el sector más profesional desde los años 60.
Esta decisión, agrega José Torrente, jefe de Gabinete con el ministro García Vargas en 1991 y actual jefe del Estado Mayor de la Armada, 'puso la Defensa dentro de la estructura del Estado y dio un papel a las Fuerzas Armadas'. El círculo se cerró con la reforma de la ley de Criterios Básicos de Defensa Nacional de 1984, que estableció que el mando de los ejércitos corresponde al presidente del Gobierno y acabó con los vestigios de la autonomía militar.
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