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Crítica:ESTRENOS
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

'Bolivia', la pelea diaria para vivir

Adrián Caetano cuenta la historia de un emigrante en Buenos Aires.

José Andrés Rojo

Blanco y negro. Rodada en 16 milímetros y con cámara fija. No hay, por tanto, ni sofisticados travellings, ni alardes con la steadycam. Lo que cuenta es la historia. Lo que viven unos personajes que tienen que inventarse cada día la forma de sobrevivir. El hilo conductor lo lleva un boliviano que ha emigrado de su país y que acaba de llegar a Buenos Aires. Encuentra trabajo como cocinero en un bar de barrio, donde los parroquianos, cada cual a su manera, también padecen los rigores de una sociedad llena de dificultades económicas. Entre cervezas y lo que se cocina en la parrilla, y los líos con el mando a distancia de la televisión, va surgiendo el entramado de relaciones entre el dueño, la camarera paraguaya, los clientes (taxistas, vendedores) y el recién llegado. Simpatías y desavenencias. Luego, afuera, está la policía.

Se impone, de inmediato, el drama global de la inmigración. 'Mi intención no era ocuparme específicamente de ese conflicto', comenta en conversación telefónica Israel Adrián Caetano (Montevideo, 1969), que antes de Bolivia (2001) dirigió los largometrajes Pizza, birra, faso (1997) e Historias de Argentina en vivo (2001), y que ha terminado hace poco Un oso rojo (2002). 'Ver la película desde esa única perspectiva sería limitarla. Lo que he querido contar es lo que les pasa a todos los que tienen que pelear a diario por algo y que tienen que hacerlo, además, dentro de un sistema perverso. Me interesan las historias pequeñas. Que luego puedan abrirse hacia cuestiones de más amplio calado es una cuestión secundaria'.

Argentina y Bolivia son países vecinos y, como ocurre entre los que están próximos, igual los conflictos que refleja la película responden a una memoria cargada de viejas suspicacias. 'No, no creo que exista una animadversión explícita entre unos y otros', dice el director uruguayo. 'La decisión de poner el título de Bolivia fue arbitraria. Es una palabra que me gusta, que suena dulce, y también me venía bien porque quería utilizar, por su sutileza, canciones de ese país'.

Una historia sencilla que cuenta cosas de todos los días. Adrián Caetano, por si acaso, insiste en que la sencillez no está reñida con la belleza. 'Quería que los papeles principales los protagonizaran un boliviano y una paraguaya, y los busqué fuera de los circuitos de los actores profesionales. Pero no porque quisiera que hicieran de sí mismos, sino porque quería que la película transmitiera un clima de naturalidad'.

Bolivia, que ha obtenido premios en distintos festivales (Cannes, Huelva, San Sebastián), se abre con las imágenes borrosas de un partido de fútbol entre Argentina y Bolivia. ¿Cómo lleva que Uruguay vuelva a casa del Mundial? 'Con tristeza. Pero eso obedece a una cuestión de fondo. Los suramericanos hemos renegado en los últimos años de nuestra identidad, y eso se refleja en todas partes, no sólo en la política'.

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Sobre la firma

José Andrés Rojo
Redactor jefe de Opinión. En 1992 empezó en Babelia, estuvo después al frente de Libros, luego pasó a Cultura. Ha publicado ‘Hotel Madrid’ (FCE, 1988), ‘Vicente Rojo. Retrato de un general republicano’ (Tusquets, 2006; Premio Comillas) y la novela ‘Camino a Trinidad’ (Pre-Textos, 2017). Llevó el blog ‘El rincón del distraído’ entre 2007 y 2014.

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