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Editorial:
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Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

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Que fueran muchos o pocos -alrededor de 3.000 personas- los que acudieron al llamamiento de una concentración en solidaridad con el ex alcalde de Ponferrada Ismael Álvarez, no resta importancia al hecho. Pues se trata de un alcalde condenado por acoso sexual y de una convocatoria realizada por los alcaldes pedáneos del PP en esa localidad leonesa de 64.000 habitantes.

La cuestión, por tanto, no es tan individual como pretende el secretario general del PP, Javier Arenas. Ismael Álvarez dimitió de sus cargos públicos al notificarse la condena, pero días después fue requerido por su partido para que participase en una votación del Consejo de Caja España, al que pertenecía en función de su condición de diputado autonómico de Castilla y León. La convocatoria a manifestarse en 'reconocimiento a un gran alcalde' es una afrenta adicional para la víctima, Nevenka Fernández, que se une al envío por parte del ex alcalde a los vecinos de Ponferrada de una carta autoexculpatoria con fragmentos de cartas privadas de Nevenka. El sutil argumento del ex alcalde -tan sutil como un carro de estiércol- es que no puede haber acoso cuando antes ha habido 'derribo'.

Arenas se ha limitado a decir que el envío de la misiva ha sido sufragado por Ismael Álvarez y que el PP en cuanto tal ha sido ajeno a la convocatoria. ¿Eso es todo lo que le sugiere esta doble iniciativa, que ha soliviantado con razón a los colectivos feministas de León y hasta a las asociaciones de padres de alumnos de la comarca? Lavarse las manos ante tanta infamia es menos de lo que cabía esperar de un partido democrático.

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