Gérard Mortier reivindica nuevos espacios para la cultura en Europa
El gestor de la Trienal del Ruhr prepara proyectos con artistas españoles
Bajo su apariencia amable y refinada se esconde un agitador, un provocador comprometido, obsesionado por fabricar nuevas miradas para la cultura. Gérard Mortier, ex director del Festival de Salzburgo, pasó ayer como un rayo por Madrid para presentar su nuevo plan: La Trienal del Ruhr, una fiesta artística que dará que hablar, donde participarán varios creadores españoles como Eduardo Arroyo, Agustín Ibarrola o La Fura dels Baus.
No esconde su radicalismo, su ansia de despertar conciencia y su desprecio por la cultura considerada exclusivamente como mero mecanismo de producir placer. Mortier (Gante, Bélgica, 1943) ha dejado huella en los sitios que ha zarandeado al trabajar. En Salzburgo, su nombre, su sello, atrajo la atención del mundo: 'Tenía el reto de transformar un festival instalado en el siglo XIX en un acontecimiento que mirara al XXI', dice. Y pese a las críticas salvajes que algunos ultraconservadores le dedicaron, salió triunfante y marcó un antes y un después. 'No tengo sensación de fracaso. Me fui por una razón orgánica, quería experimentar cosas que allí no podía hacer y, probablemente, no debía', afirma.
Tiene maneras de diplomático vaticano o de alto funcionario estatal, con su traje azul impecable, su llamativa corbata amarilla acorde con la moda y su voz casi susurrante, pero enseguida se nota que no lo es, cuando agarra un discurso poco complaciente y explica su filosofía de la vida y sus planes. 'Después de Salzburgo me ofrecieron ir al Teatro de la Fenice, en Venecia, pero para mí eso era jugar a darle placer a los turistas, no me excitaba'. Viajó a las brumas mineras del Ruhr, en la Alemania profunda, y sintió un golpe en el pecho. 'Para mí fue una revelación', aseguraba ayer. 'Un lugar donde podía mezclar el arte, la música y las letras en un ambiente distinto, en nuevos espacios para la cultura necesarios para atraer nuevos públicos'.
Sintió la llamada de sus raíces. Él tiene orígenes humildes en la Bélgica industrial y portuaria de Gante. 'Son los lugares de mi gente, de los obreros', dice. Y no pudo resistirse a cambiar las joyas y los Mercedes a modo de utilitario de Salzburgo por nuevos foros donde predominaran otros modales. Pero, ¿cómo atraer nuevos públicos a estos espectáculos y a estas fábricas reconvertidas que Mortier no quiere que se conviertan en castillos del XIX?: 'No estoy de acuerdo con los marxistas cuando dicen que Mozart es burgués. Es cierto que la burguesía se ha adueñado de él, pero su música puede provocar emoción en cualquiera', asegura. 'Los intelectuales cometen un error al pensar que hay públicos que no pueden experimentar ciertas pasiones. El problema es que creemos que porque las clases más desfavorecidas ven la televisión no pueden entender nada más y esa concepción clasista de la cultura es falsa y perversa'.
De hecho, las gentes más humildes del Ruhr se han interesado ya por lo que va a hacer. 'Ése es uno de los retos del Ruhr, que sus gentes disfruten con nuestros espectáculos y luego se atrevan a ir a los teatros, porque estas cosas no se pueden hacer en los teatros, ya que hoy parecen templos inaccesibles. Cuando se vea en estos sitios lo que se puede ver en los teatros, la gente empezará a plantearse acudir', cuenta.
Y lo harán tras ver la oferta de mezclas de géneros y culturas que ofrece el programa: 'Nos guían tres principios: la idea de una nueva Europa, que yo creo que es más de las regiones que de las naciones; la colaboración entre distintas disciplinas del arte, y el respeto por las culturas que no son la nuestra'. Así, Gérard Mortier confrontará la música de Bach con la religiosa árabe de su tiempo, 'para quitarle esa etiqueta de protestante', dice, en Passion des Glaubens, o hará un espectáculo dedicado a la canción, 'la música clásica del siglo XX', titulado Century of song; o perseguirá el Grial en las culturas de Europa, en el entorno árabe y en el entorno judío en La leyenda del rey pescador; o analizará el sentimiento en las artes en Passato sentimento...
Para otros proyectos cuenta con artistas españoles como Eduardo Arroyo, que montará la escenografía y figurines de un Don Giovanni, de Mozart, en el que cantará María Bayo; una Flauta mágica, también de Mozart, que montará La Fura del Baus, 'porque el fuego y el agua son elementos claves en la obra y en el espíritu de la Fura', y la colaboración del Orfeón Donostiarra para La condenación de Fausto, con un montaje que también corre a cargo de La Fura y que ya se estrenó en el Festival de Salzburgo.
Además ha arreglado en Madrid una colaboración estrecha entre el Teatro Real y la Ópera de París, cuando Mortier asuma su dirección en La Bastilla, en 2004. 'Haremos coproducciones en serio, con intercambio fuerte de ideas, no sólo de trajes y decorados', avisa.
El ángel Ibarrola
Otro proyecto con creadores españoles que desarrolla Gérard Mortier para el Ruhr es una instalación sobre una montaña de carbón en la que actualmente trabaja Agustín Ibarrola. 'El Ruhr y el País Vasco son muy parecidos: dos regiones industriales. Pero en el País Vasco hay un problema de violencia al que nosotros, desde la cultura, tenemos que dar respuesta. No entiendo la situación. Cuando veo que alguien como Ibarrola está amenazado de muerte, una persona excelente, que es como un ángel, no entiendo nada. A mí tampoco me gusta ver hamburgueserías allí, pero lo otro es demasiado', asegura Mortier. Ibarrola explicó el proyecto: 'Es una montaña enorme. Para mí es un orgullo participar en esto porque el Ruhr está muy cerca de nosotros. Me siento privilegiado, contaré la historia de nuestros pueblos y su épica'.
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