Padres que son 'una más'
Los permisos de maternidad masculinos sólo suponen el 1,3% del total, pero crecen mientras el PP descarta una licencia paterna
Son pocos, pero existen. E incluso aumentan. El año pasado, 2.729 padres cambiaron la oficina por el biberón durante unas semanas. Disfrutaron del permiso de maternidad retribuido gracias a la cesión de sus mujeres trabajadoras, ya que la licencia paterna por nacimiento se limita a dos días. El Partido Popular rechaza crear un permiso pagado específico para los padres. Este derecho ya existe en países europeos como Francia o Suecia.
Andrés Carlos es uno de los casos que recoge la estadística del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales. El año pasado, al nacer su primer hijo, este oficial de Justicia destinado en Murcia tomó 4 de las 16 semanas a que tenía derecho su mujer, también funcionaria. 'Yo quería quedarme con el niño y a ella le venía bien reincorporarse antes', relata. Su decisión causó sorpresa: 'A mis jefes les resultó chocante. Me dijeron que era el primero en hacerlo'.
'Quedarse en casa y dedicarse al hijo ayuda a comprender muchas cosas', afirma Carlos
'Los mandos quedaron desconcertados cuando pedí la maternidad', dice un militar del Aire
Andrés, que a veces paseaba con el cochecito hasta los juzgados, está satisfecho de su experiencia. 'Se la recomendaría a todos los padres', dice. Pero su decisión está muy lejos de generalizarse: pese a que el año pasado los progenitores con permiso de maternidad aumentaron un 45,5%, éstos sólo disfrutaron el 1,3% de las 208.695 licencias retribuidas por nacimiento. 'Es un número bajo, pero lo importante es que crece', apunta la secretaria general de Asuntos Sociales, Concepción Dancausa. 'La sociedad no está concienciada. Además, los hombres tienen miedo de hacerse cargo en solitario de un bebé', reflexiona Andrés.
A Eduardo se le suponía el valor, pero provocó sensación: dejó los cazabombarderos F-18 de la base de Torrejón (Madrid) para ocuparse durante cuatro semanas de su primera hija. Corría el año 1994 y los hombres no tenían derecho a más (en 1999 la Ley de Conciliación de la Vida Familiar y Laboral amplió a 10 semanas el máximo de permiso maternal que pueden disfrutar los padres y mantuvo las seis semanas siguientes al parto como exclusivas para la madre). 'Los mandos se quedaron un poco desconcertados, porque era el primer militar que pedía un permiso de maternidad en ese destino. Me preguntaron qué era, pero no me pusieron ningún inconveniente', recuerda este suboficial del Ejército del Aire que pide silenciar su identidad completa.
De los aviones de combate al combate del biberón-pañal-biberón con algún 'chiste cariñoso' de los compañeros. 'Lo hice porque nos salía mejor económicamente. Mi mujer, peluquera, es autónoma y si se tomaba más de las seis semanas de posparto perdíamos bastante dinero. En cambio, yo seguía cobrando lo mismo', relata Eduardo.
Cuatro años después, destinado en una ciudad más pequeña, el militar reincidió. Al nacer su segunda hija ya no hubo caras de sorpresa. 'Ésta no quería biberón. La llevaba a la peluquería para que mi mujer le diera el pecho. El resto del día yo me lo pasaba como cualquier otra madre del mundo', recuerda. 'No vendría nada mal que se instaurara un permiso retribuido exclusivo para los padres. Ayudaría a igualar en derechos y obligaciones', sostiene el suboficial.
Pero el Gobierno 'descarta' esa iniciativa, reconoce Dancausa. El pasado febrero, el PP rechazó en el Congreso tres proposiciones de ley (del PSOE, Iniciativa per Catalunya-Verds y Bloque Nacionalista Galego) que planteaban la creación de un permiso de paternidad retribuido e independiente del reservado a las madres trabajadoras. Los socialistas han incluido en su oferta electoral un permiso pagado de cuatro semanas para los padres.
Fernando Navarro lamenta aquella negativa. Ahora estrena sus cuatro semanas de maternidad para cuidar, junto a su mujer, de la recién nacida Miranda. La pareja se ha repartido las tareas y a este trabajador de UGT en Madrid le ha tocado ocuparse de 'pañales, chupetes y cuidado de la casa'. 'Ojalá durara más tiempo el permiso. Es una oportunidad única para un padre el poder ayudar a la madre y ver crecer a la niña', asegura.
A veces, el ejercicio paterno obedece a una renuncia forzada. Es el caso de María, periodista, y Jesús, conductor del metro. 'Cuando nació nuestro segundo hijo, hace cinco años, tuve que renunciar a parte de la baja maternal para que en el Ayuntamiento de Madrid me renovaran el contrato de trabajo', asegura la mujer. Su marido, Jesús Díaz, ejerció el relevo: tomó cuatro semanas del permiso y luego, el de lactancia. Dejaba el convoy media hora antes para ir a atender al bebé. 'Los compañeros me gastaban la típica broma: '¿vas a dar el pecho al niño?'. La empresa no me puso ningún problema', relata Jesús. 'Además, hizo la tarea muy bien', añade María. 'Es más fácil ejercer estos derechos en el sector público que en el privado', sostiene el marido.
Pero hay casos. 'A mí no me pusieron ningún problema, pero me di cuenta de que para las empresas es una sorpresa mayúscula que los hombres ejerzan los permisos de maternidad. Además, en la Seguridad Social no sabían cómo tramitarlos', relata Carlos Rodríguez Alonso. Este educador de minusválidos psíquicos, empleado en una empresa privada en Valladolid, tomó cuatro semanas de maternidad y la media hora de lactancia cuando nació su hijo, en 1997. 'Yo quería quedarme con el niño y a mi compañera, que tiene un puesto de responsabilidad, le venía bien volver antes al trabajo', explica.
'Para los padres es positivo quedarse en casa y dedicarse al hijo. Ayuda a comprender muchísimas cosas y a implicarse', sostiene Carlos. Parecida opinión tiene Mario, un profesional empleado en una gran compañía de servicios que dio otro paso infrecuente: pidió una reducción de jornada para atender a sus hijos mientras su mujer continuaba con el trabajo a tiempo completo. 'Sólo veía a los críos a la hora del desayuno y los fines de semana, eso si no viajaba. Al nacer el último, decidí que no quería perdérmelo', relata este madrileño.
Con ese convencimiento, Mario asumió que la decisión provocaría 'un frenazo' en su carrera profesional y el abandono de su puesto de responsabilidad. Tras asegurarse de que no hubiera 'represalias' contra él en la empresa, dio el paso. 'Mi mujer se sentía desubicada al principio, porque yo invadía campos de los que hasta entonces sólo se había ocupado ella', recuerda.
Desde hace un lustro, Mario trabaja tres días por semana. Gana menos, pero conoce 'mucho mejor' a sus hijos y ha descubierto 'un montón de matices' en la vida. En la puerta del colegio, alterna con las madres. 'Yo soy una más', bromea. Y ellas le incluyen en la invitación al café matutino.
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