Pulgarcito, revisitado

He aquí una exótica curiosidad: una adaptación contemporánea del Pulgarcito de Charles Perrault, una producción de 25 millones de dólares, rodaje enteramente en estudio y actores archifamosos (Deneuve, Bohringer, Bouchez) en papeles secundarios pero significativos, en una película cuyos destinatarios naturales no parecen ser, contra toda lógica, los niños pequeños.

La razón es simple: hay en la película, que respeta e incluso profundiza la negrura del cuento original -unos padres pobres de solemnidad que abandonan a sus niños en el bosque, incapaces de darles de comer; un ogro que se alimenta de carne humana; un país en guerra asolado por siniestros guerreros sanguinarios-, un aire indisimuladamente siniestro, más al gusto de los amantes del cómic que de las narraciones tradicionales. Añádase a ello la creación de unos ambientes entre poéticos y tenebrosos, y el resultado es un filme decididamente personal, que gustará a amantes de la revisitación de los clásicos, y que no parece especialmente adecuado para plateas demasiado jóvenes e impresionables.