La física del 'abuelete' Franco
Un catedrático de Madrid defiende al dictador en una revista científica
Francisco Franco fue en sus últimos años considerado un estadista benevolente más que un dictador fascista, asegura Julio Antonio Gonzalo, catedrático de Física de la Universidad Autónoma de Madrid, en una carta publicada en la revista Physics Today, la más leída por los físicos de todo el mundo. La misiva ha provocado estupor entre muchos de sus colegas universitarios y ha generado al menos tres cartas de respuesta que se publicarán en la edición de junio de la revista, el órgano de divulgación del American Institute of Physics. La reacción ha sido especialmente fuerte en su propia universidad, creada en pleno franquismo y escenario en los años setenta de la contestación al régimen.
Gonzalo señala que la descripción de 'estadista benevolente' la sacó de la Enciclopedia Británica y que se sintió obligado a puntualizar un artículo en la misma revista sobre el estado actual de la física en España en el que se daba a entender, dice, que apenas existía investigación en ciencias físicas antes de la muerte de Franco. Para ello no dudó en asegurar: 'Quizás el pecado que no se le perdona a Franco es que ganó una decisiva victoria sobre el comunismo -decisiva para su país y para Europa occidental-'. También señaló: 'Entre las buenas obras de Franco estuvo la creación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas [CSIC]. Una placa en el edificio del CSIC en la calle de Serrano en Madrid conmemora este acto'. Los editores de la revista no se creyeron, al parecer, tal afirmación, ya que le exigieron para publicar la carta documentación sobre los datos que contenía, y Gonzalo no dudó en mandarles una fotografía de la citada placa.
Finalmente, la epístola se publicó en el número de marzo de Physics Today. Una de las misivas de respuesta está firmada por Enrique Álvarez, José Manuel Calleja y Cayetano López, catedráticos de Física de la Autónoma de Madrid. Aunque podían ser muchos más, reconoce Calleja, los firmantes son sólo tres porque la revista no admite un número mayor de firmas. 'No se trata de una respuesta institucional de la universidad', matiza este físico, compañero de departamento de Gonzalo. Calleja y Alvarez explican que en su carta manifiestan su total rechazo a la valoración de lo que significó el franquismo en el desarrollo de la física en particular y de la ciencia en general y su desacuerdo con la visión de Franco como poco más que un 'abuelete' en sus últimos años, ya que, entre otras cosas, en 1975 se produjo la aplicación de la pena de muerte a oponentes políticos.
Una segunda carta parte de la Universidad Complutense, firmada por los catedráticos de Física Cristóbal Fernández Pineda, José Manuel Guerra y Julio Serna. Según Fernández Pineda, se trata de puntualizar internacionalmente hechos que no responden a la verdad bien establecida por la historia, como el que se refiere a la creación del CSIC, en noviembre de 1939. De hecho, Franco lo que hizo fue reunir instalaciones y material procedentes, entre otros, de la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas, un organismo que había dado lugar a lo que el historiador Luis Enrique Otero Carvajal denomina la edad de plata de la ciencia española, y que fue suprimido en 1938, en plena guerra civil, para dar paso a 'la restauración de la clásica y cristiana unidad de las ciencias, destruida en el siglo XVIII', según el preámbulo de la ley de creación del CSIC.
Gonzalo (nacido en 1936) explica en la revista que volvió en 1975 a España tras permanecer varios años en Estados Unidos y que encontró aquí a buenos físicos, como Nicolás Cabrera. Cuando murió Cabrera, en 1989, un colega suyo recordaba en este periódico cómo había sido represaliado durante la época dura de Carrero Blanco.
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