_
_
_
_
Reportaje:

'Mi marido mató a Masud'

Una periodista ha reconstruido la vida de un inmigrante tunecino en Bruselas mártir de la causa de Bin Laden

Gabriela Cañas

Cuando Abdesatar Dahmane llegó a Bruselas procedente de Túnez vestía pantalones vaqueros, llevaba el pelo corto y disfrutaba del reggae y la cerveza belga. Catorce años más tarde, Dahmane lucía una larga barba, vestía al estilo talibán y partía en importante misión hacia Afganistán. Allí, haciéndose pasar por periodista, lograba acceder y matar al líder guerrillero opositor al régimen talibán Ahmed Masud. Era el 9 de septiembre de 2001, dos días antes de los atentados contra el Pentágono y las torres gemelas.

-No comprendo, ¿por qué estás en peligro?

-Mi marido ha matado a Masud. Los militares americanos y los hombres de la Alianza del Norte me están persiguiendo.

Este diálogo es uno de los muchos que jalonan el libro de una periodista belga, Marie-Rose Armesto, que durante meses ha tenido acceso exclusivo y directo a Malika, la esposa de Dahmane. A través de su testimonio y la investigación de la propia Armesto, el libro, titulado Su marido mató a Masud (ediciones Balland) trata de desentrañar el misterio de cómo un inmigrante aparentemente dispuesto a integrarse en el mundo occidental se radicaliza hasta el extremo de convertirse en un terrorista suicida, un mártir de la causa que lidera el multimillonario saudí Osama Bin Laden.

'Bélgica le fue cerrando las puertas. Y, de repente, se le abre la del islam'
Más información
Detenidos en París 2 cómplices de los asesinos de Masud
Juicio contra un egipcio por el asesinato de Masud
El Che Guevara de Afganistán
Personajes:: Ahamd Masud

La historia de Malika es similar a la de su marido Dahmane. Tras haber llegado con su familia a Bruselas desde Marruecos cuando sólo tenía cinco años, Malika era hace 10 años una mujer de gustos occidentales y nacionalidad belga que a duras penas hablaba el árabe. Ahora cubre su cabeza y prácticamente todo su rostro con un pañuelo y organiza los grupos de mujeres en el Centro Islámico de Bruselas. Vive en la capital de Europa apartada de su familia, pero rodeada de sus nuevos hermanos y hermanas en el islam, que la apoyan y la entienden. Sus largas, inquietantes y contradictorias conversaciones con Marie-Rose Armesto son lo único que aparentemente la mantienen aún en contacto con el mundo occidental que ahora tanto odia.

La policía belga sigue su pista, pero no tiene pruebas contra ella. Malika, que conoce bien las leyes belgas, asegura que desconocía los planes de su marido para matar a Masud y el hecho de que meses antes del atentado llevara en su maleta hasta Afganistán un par de voltímetros (con los que se pueden fabricar bombas) no es prueba suficiente como para inculparla.

Abdesatar Dahmane quiso vivir y trabajar en Bélgica. Cuando llegó a Bruselas en 1987, con 25 años, intentó convalidar sus estudios de Periodismo en la Universidad Católica de Lovaina, pero lo cierto es que a partir de ahí, fue de fracaso en fracaso, Dahmane no consigue nunca ni un trabajo como periodista o como profesor (era su sueño) ni un permiso de estancia que regularice definitivamente su situación. Para salir adelante da clases de árabe en centros islámicos.

'No creo que en aquellos años sus actividades fueran una tapadera', dice Armesto. 'Pero Bélgica le fue cerrando todas las puertas; una detrás de otra. Y, de repente, se le abre la puerta del islam. Seguramente, sus nuevos amigos, algunos de ellos inculpados ahora en actividades terroristas, le ayudaban económicamente y le decían que hay otro país donde desarrollar todas las capacidades de un creyentes islámico: Afganistán. Fue aquí, en Bélgica, donde se radicalizó como todos los demás, como Adel Terbouski, el hombre que les facilitaba los billetes de avión para ir a Afganistán, o Nizar Trabelsi, el ex futbolista'.

El viaje sin retorno comienza para Abdessattar Dahmane a mediados de 2000. Su esposa Malika se queda en Bruselas, aunque consciente de que su marido ha partido en misión importante para el islam y de que sólo tiene que reclamarla para abandonar la capital de Europa. Así sucede en enero de 2001, fecha crucial en la que Malika, tras recorrer decenas de kilómetros bajo un burka, se reúne por fin con su marido en Jalalabab.

El desenlace es conocido. Dahmane, tras presuntos meses de entrenamiento en los campos talibanes, se rasura la barba y recupera su aspecto occidental. Se hace pasar por periodista y pide una entrevista con Masud. Finalmente, el 31 de agosto de 2001, es autorizado junto a su cómplice, Rachid Bouraoui, apodado Soheil, también de origen tunecino e inmigrante clandestino en Bélgica, a subir a un helicóptero que le llevará hasta el norte del país, donde se esconde el comandante que luchó contra los soviéticos y entonces resistía a los talibanes. Tras una larga espera, por fin, el domingo 9 de septiembre son recibidos por Masud. Nada más iniciarse la entrevista, Soheil hace estallar los explosivos que porta alrededor de su cintura. Él y el león del Panshir mueren casi instantáneamente. Dahmane sale ileso e intenta escapar antes de ser abatido por los guardianes de Masud.

Malika, 42 años, convertida desde entonces en la viuda de un mártir, ha contado con el inestimable apoyo de sus hermanos y hermanas. La ayudaron a huir de Afganistán tras la derrota de los talibanes y ahora vive con el salario de inserción social en Molenbeek, un barrio de Bruselas con una gran proporción de musulmanes, donde a veces la policía se niega a entrar a auxiliar a ciudadanos en apuros.

Confesiones en la mutua desconfianza

Malika recurrió a Marie-Rose Armesto en diciembre de 2001, cuando ella había logrado huir de Afganistán y, desde Pakistán, intentaba volver a Bruselas. Creía que el menor de los riesgos que corría era el de terminar en una cárcel belga. Sin embargo, la legislación de Bélgica permite a Malika seguir viviendo en libertad e, incluso, a través de Armesto, contar sus medias verdades. Ella cree que tales confidencias le aportan cierta seguridad y ha elegido a Armesto porque cree que sus reportajes muestran cierta sensibilidad hacia el mundo musulmán. Marie-Rose Armesto, de 42 años y de origen español, es reportera en la televisión privada RTL-TV y la relación establecida con Malika le ha quitado el sueño. Sus largos encuentros han generado entre ambas tanta simpatía como incomprensión y desconfianza mutua. Finalmente, Malika, tras la emisión en febrero pasado, de un reportaje sobre Abdesatar, rehúsa volver a encontrarse con la periodista, aunque han hablado alguna vez por teléfono. La periodista cree que Malika es una víctima, aunque consentidora, de las redes fundamentalistas islámicas que actúan en Europa captando a los más frágiles para sus acciones terroristas. Pero insiste: 'Algo hacemos mal en Europa para que esta radicalización ocurra justamente aquí'. Según el semanario Le Vif L'Express, la demanda de regularización de Dahmane fue rechazada en Bruselas el 15 de noviembre de 2001. Para entonces, Dahmane ya no vivía en Bélgica; ni siquiera estaba vivo.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Gabriela Cañas
Llegó a EL PAIS en 1981 y ha sido jefa de Madrid y Sociedad y corresponsal en Bruselas y París. Ha presidido la Agencia EFE entre 2020 y 2023. El periodismo y la igualdad son sus prioridades.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_