La Comisión Ballenera rechaza ampliar cuotas de caza y la creación de santuarios
La asamblea de la Comisión Ballenera Internacional, reunida en Shimonoseki (Japón), ha dado una de cal y otra de arena en el establecimiento de los límites de protección de cetáceos, algunas de cuyas especies están en riesgo de extinción por la caza desmedida hasta que se adoptó la moratoria en 1986.
La de cal se produjo al rechazarse la petición de Japón para elevar la cuota de capturas de rorcual aliblanco en 50 ejemplares más cerca de sus aguas costeras. Ante el resultado de la votación, quien reaccionó airadamente no fue el país anfitrión, sino Islandia, aliada con Noruega para ampliar sus cuotas de caza. El representante islandés, Stefan Assmundsson, llegó a decir que la Comisión Ballenera Internacional ha sido secuestrada por las naciones contrarias a la caza de ballenas y acusó directamente a Estados Unidos. 'Han ido demasiado lejos. Atentan contra nuestros derechos'. Assmundsson añadió que la abundancia de ballenas está acabando con sus bancos tradicionales de pesca.
Islandia abandonó voluntariamente la Comisión en 1992 en protesta por el talante conservacionista de la organización. El año pasado intentó por primera vez volver a entrar en la Comisión Ballenera, donde figura como observador y sin derecho a voto.
Pero la alegría entre los proteccionistas duró poco, porque a continuación se rechazó la creación de sendos santuarios en el sur de los océanos Pacífico y Atlántico a propuesta de Nueva Zelanda, Australia y Brasil, respectivamente. En favor del primero sólo votaron 19 frente a 24 con cinco abstenciones. El año pasado, 20 votaron en contra y 13 a favor.
Japón y sus aliados consideran que los santuarios son innecesarios porque las ballenas ya gozan de protección desde la moratoria. En los grupos de trabajo de la comisión, los debates se centran en fijar los censos. Algunos las cifran en 760.000. Otros estiman que la cifra necesita ser revisada.
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