Los chatarreros ecologistas
Una empresa de reciclaje de Rivas, con sólo tres trabajadores, trata 12 toneladas de hojalata al año y ha recibido tres premios medioambientales
José Manuel Delgado y Blas Soto estaban en una situación laboral delicada hace cinco años. El primero de ellos perdió su trabajo como jefe de informática en una multinacional y el segundo traspasó su gimnasio de Rivas y se buscaba la vida como monitor de gimnasia.
Un día José Manuel vio en televisión un anuncio sobre la recogida de latas para su reciclaje en una universidad de Barcelona y se puso en marcha. 'Me enteré de que no existía ninguna empresa en Madrid que se dedicara a gestionar la recogida y el transporte de latas de refrescos y decidí montar una empezando desde cero', explica.
La empresa en cuestión se llama Tecno Residuos R-3. 'Le pusimos este nombre por las tres erres: reduce, recicla y reutiliza', explica Blas Soto. Y esto es precisamente lo que hace R-3. Una máquina destartalada similar a un invento de tebeo instalada en el centro de la nave que la empresa tiene en Rivas, sirve para separar latas, plásticos y bricks de los desperdicios. Después se prensan y se venden como material reutilizable a plantas de fundición. Actualmente, R-3 recicla dos toneladas de aluminio al año, 12 de hojalata (lo que supone unas 700.000 latas), y 5.000 kilos de bricks.
Unos números casi increíbles para sólo tres trabajadores: los promotores y un técnico medioambiental, Javier Herrera, que se incorporó al proyecto el año pasado. 'Yo he llegado a separar y prensar 8.000 latas en media mañana', comenta Blas.
Sin embargo, a pesar del volumen de material que manejan, los comienzos no fueron fáciles. José Manuel Delgado visitó dos empresas de gestión medioambiental en Barcelona y Zaragoza antes de poner en marcha su idea. Allí, el 80% de las latas eran de aluminio y el 20% de hojalata. 'Lo valioso es el aluminio, que se paga a 120 pesetas el kilo, mientras que la hojalata vale sólo 6 pesetas', explica.
Las empresas de Barcelona y Zaragoza funcionaban colocando contenedores en empresas y oficinas de forma gratuita y luego vendían el material prensado a empresas de fundición. 'Eran rentables', recuerda Delgado.
Al volver a Madrid, se decidió a trasladar la experiencia de la gestión de residuos a la capital. Convenció a Javier Soto, el segundo socio, de que el proyecto era una buena idea y en febrero de 1999 comenzaron a funcionar, colocando gratis 260 contenedores en oficinas y en los estadios del Real Madrid, el Atlético de Madrid y el Rayo Vallecano. 'Recogimos kilos y kilos de latas. La nave en la que trabajamos estaba llena, era como una piscina de colores. No teníamos máquinas para seleccionar y prensar y tuvimos que pedir una a la Asociación de Recicladores de Aluminios. Vinieron nuestros amigos y nuestras familias a ayudar'. Cuando José Manuel y Blas fueron a vender el material para su fundición llegó el gran chasco. 'El 90% de las latas de refresco eran hojalata y sólo el 10% eran de aluminio', recuerda con resignación José Manuel. La razón es que la planta que proporciona el material para hacer latas en Madrid es una planta de hojalata, y en Zaragoza y Barcelona, de aluminio.
'Fue un golpe muy duro. Pasamos unos momentos muy malos e incluso tuvimos que poner dinero de nuestro bolsillo para mantener la empresa', recuerda el socio.
Cuando la situación se volvió insostenible escribieron una carta a todos sus clientes explicando que iban a cerrar. 'Uno de ellos nos dijo que quería mantener el servicio, incluso pagando'. Entonces José Manuel y Blas decidieron cobrar por la instalación de los contenedores y por su recogida y limpieza. 'Ochenta de las empresas decidieron permanecer con nosotros y ampliamos el servicio a la llamada bolsa amarilla, es decir, contenedores para bricks, plásticos y metálicos', explica José Manuel.
Poco a poco, R-3 fue remontando y a pesar de las dificultades económicas, y de que en la actualidad los beneficios no son muy elevados, ha tenido otras satisfacciones. Ha recibido el Premio a las Iniciativas Económicas sobre Medio Ambiente, otorgado por el Ayuntamiento de Madrid, y el Premio de Medio Ambiente de Madrid, concedido por el Gobierno regional. Además, tiene entre sus certificaciones la norma internacional de medioambiental ISO 14001 y el certificado EMAS.
Este año ha obtenido el que es, por ahora, su último galardón: el Premio Excelencia Europea. Actualmente, R-3 ha diversificado sus servicios: además de recoger latas, bricks y plásticos, también gestiona residuos peligrosos como pilas, envases contaminados y tubos fluorescentes. Algunos de sus contenedores están preparados para acoger publicidad. 'También tenemos acuerdos con otras empresas para otros servicios como recogida de papel', explica Delgado. El último paso de esta pequeña empresa ha sido convertirse en representante de otra compañía de Palma de Mallorca que fábrica muebles con tetabricks.
Tanto José Manuel Delgado como Blas Soto, que no sabían absolutamente nada de la gestión medioambiental hace tres años, se han formado tan a fondo en la gestión de residuos que ahora imparten algunas clases en instituciones y asociacioines vecinales. 'El respeto al medioambiente va muy despacio y cuesta mucho dinero', explica José Manuel. 'Pero nosotros trabajamos para seguir creciendo', concluye.
Con garantía europea
R-3 es la empresa española más pequeña que cumple con el sistema comunitario de ecogestión y ecoauditoría (EMAS) , un reglamento que acredita si las empresas trabajan respetando el medio ambiente. En la región sólo hay 13 empresas de todos los sectores que cuentan con el EMAS. Una diferencia bastante importante con respecto a Cataluña donde las empresas con este sistema de gestión son más de 100. La Unión Europea ha diseñado el EMAS para que las organizaciones que produzcan efectos sobre el medio ambiente se adhieran con carácter voluntario. 'Nosotros estamos certificados al máximo nivel, por eso las empresas prefieren trabajar con nosotros y por eso exigimos que las compañías con las que colaboramos respeten el medio ambiente', explica José Manuel Delgado. Su compañero Blas Soto, encargado del transporte y manipulación de residuos, trabaja con precauciones. Utiliza mono, guantes y gafas para separar y manejar los residuos. 'Hemos hecho cursos de seguridad e higiene en el trabajo y tenemos todos los contenedores e incluso la furgoneta asegurada', explica Soto. 'Siempre puede haber algún vertido y hay que prevenir', concluye.
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