Contaminar a precio de ganga
Una eléctrica compra un pueblo de Ohio para evitar una demanda de los vecinos
Los 221 habitantes de Cheshire, una aldea perdida en Ohio (Estados Unidos), llevaban un año viviendo en una espesa neblina azul. Desde el verano pasado se quejaban de problemas respiratorios y de extrañas manchas en las carrocerías de sus coches. Resultaron ser emanaciones tóxicas de ácido sulfúrico procedentes de la vecina central eléctrica. Antes de que el tema pudiera convertirse en pleito, la empresa propietaria, American Electric Power, ofreció comprar el pueblo por 20 millones de dólares (18,1 millones de euros) a cambio de que sus habitantes se comprometieran a no demandarles y a marcharse. En vez de arriesgarse a jugar a David contra Goliat y perder años en el intento, todos han decidido aceptar el trato y disolver Cheshire.
Los habitantes de Cheshire, víctimas de emanaciones tóxicas, dejarán sus casas a cambio de 20 millones
Bien mirado, es una ganga, sobre todo para American Electric Power (AEP), la mayor compañía eléctrica del país. Es más barato que arrastrar el tema en los tribunales, y todo el mundo, salvo los más ancianos, parece estar contento. Los habitantes recibirán tres veces el valor de sus casas (unos 150.000 dólares por unidad) y AEP se ahorrará una desastrosa publicidad.
Los errores de la competencia han servido de aviso: Pacific Gas & Electric se negó a negociar con los habitantes de Hinkley (California), a quienes llevaba años matando a fuego lento con agua contaminada. Aquel empecinamiento terminó con la mayor indemnización jamás pagada por una empresa en Estados Unidos (333 millones de dólares) y una película, Erin Brockovich, que relataba la batalla jurídica, con Julia Roberts como protagonista.
La central eléctrica General James M. Gavin, de Cheshire, es una mole a orillas del río Ohio que alimenta a 2,6 millones de hogares. Posee dos de los mayores generadores del mundo, lo bastante grandes como para engullir la estatua de la Libertad, que consumen diariamente 25.000 toneladas de carbón. Se construyó en 1947, pero fue modernizada a mediados de los noventa. El año pasado se instaló un nuevo sistema de filtros para reducir la emisión de óxido de nitrógeno. Fue entonces cuando apareció la neblina azul.
Un estudio de las autoridades medioambientales reveló a principios de este año que aquella nube contenía ácido sulfúrico, no mortífero, pero lo suficientemente tóxico como para provocar irritaciones pulmonares molestas. Antes de que los habitantes se pusieran realmente enfermos o amenazaran con pleitos y demandas, American Electric Power ofreció comprar el pueblo. Después de pocas discusiones, el trato se selló el pasado 16 abril.
No se recuerdan precedentes. En ocasiones anteriores, empresas han llegado a comprar barrios, una veintena desde los años setenta, para evitar escándalos medioambientales, pero nunca pueblos.
Los habitantes de Cheshire aseguran que les es más rentable mudarse. 'Nunca tendremos otra oportunidad de irnos y yo no me puedo permitir otra casa como ésta', comentaba hace unos días a The New York Times Jennifer Harrison, una de las 221 agraciadas. 'Si nos quedamos y llevamos el asunto a los tribunales podemos estar esperando unos diez años'. Los ancianos, que han vivido toda su vida en el pueblo, lo llevan peor, pero en general todo el mundo está de acuerdo.
Cheshire, que nació legalmente en 1953, está ahora en pleno proceso de mudanza. El consejo municipal empezó a disolver el pueblo la semana pasada. Hay que decidir qué pasa con las instalaciones de béisbol, el parque o el muro histórico, de 1918, de la sala de bailes. 'Es una sesión rutinaria y surrealista al mismo tiempo', decía uno de los miembros del consejo. La compañía de agua de Ohio ha venido a recuperar el dinero del alcantarillado, las madres deben ahora buscar nuevas escuelas para sus hijos.
American Electric Power ha asegurado que, aunque Cheshire deje de existir, piensa reparar el filtro que ha tenido efectos tan perniciosos. Ya ha anunciado una nueva inversión de siete millones de dólares en un nuevo sistema que elimine las emanaciones de ácido sulfúrico. 'La central de Gavin ha sido una de las más limpias del país durante años', intentó justificar uno de los portavoces de la empresa; 'era la admiración del Noroeste, un gran éxito, pero, desafortunadamente, la gente que vive cerca ha tenido que irse'.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Archivado En
- Gases tóxicos
- Impacto ambiental
- Centrales hidroeléctricas
- Contaminación atmosférica
- Fugas gas
- Estados Unidos
- Instalaciones energéticas
- Política ambiental
- Producción energía
- Contaminación
- Protección ambiental
- Accidentes
- Problemas ambientales
- Sucesos
- Sociedad
- Medio ambiente
- Energía hidraúlica
- Energía eléctrica
- Energías renovables
- Fuentes energía
- Energía