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Reportaje:

El año de Berlusconi

El primer ministro italiano cumple doce meses en el poder con un desgaste mínimo

Ha pasado un año desde que los italianos 'firmaron' en las urnas el contrato político que convirtió al magnate de los medios de comunicación Silvio Berlusconi en primer ministro del país. Doce meses que no han aportado al país los grandes cambios anunciados, salvo en un puñado de cuestiones sospechosamente vinculadas a los intereses de Il Cavaliere. La reforma de la Administración pública, las grandes obras de infraestructura y, sobre todo, la prometida reducción de impuestos, han tenido que ser aplazados. El propio Berlusconi, a la hora de citar sus éxitos, recurre sobre todo a la política exterior que dirige desde hace cuatro meses. Pero Il Cavaliere se mantiene sin apenas desgaste.

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'La primera reforma que necesitaba Italia era la de nuestra política exterior', ha explicado Berlusconi al semanario Panorama, del grupo Mondadori, parte de su imperio económico. 'Gracias al trabajo de este Gobierno y a mi empeño personal, Italia se ha dotado de una política exterior con iniciativa y ha vuelto a ocupar el puesto que la correspondía en la escena internacional'. Podría parecer una justificación de Il Cavaliere después del desafío que asumió al hacerse cargo del Ministerio de Exteriores, tras la dimisión en enero pasado de Renato Ruggiero, harto de enfrentamientos sobre Europa. Muchos han criticado esta obsesión acaparadora del primer ministro, sobre el que circula un chiste en Italia, 'Si Berlusconi fuera elegido Papa se llamaría Pío Tutto', pero el interesado disfruta en su papel de ministro de Exteriores, seguro de montar el caballo más vistoso a la hora de la valoración de las encuestas.

A los sinsabores de la reforma del mercado de trabajo, que ha tropezado con la oposición frontal de los sindicatos y con millones de personas movilizadas en defensa del artículo 18 del Estatuto de los Trabajadores, Berlusconi prefiere la brillantez de los salones internacionales y las conferencias de prensa con traducción simultánea. Gracias a su empeño personal, Il Cavaliere ha conseguido que la primera piedra del acuerdo entre la OTAN y Rusia se ponga en Roma, en una magna cumbre a la que asistirán el presidente de Estados Unidos, George Bush, el presidente ruso, Vladímir Putin, y los líderes de los países miembros. Estos días, Berlusconi se ha colgado también otra medalla diplomática, la de haber logrado implicar a la UE en el acuerdo que permitió poner fin al asedio a la basílica de Belén. En esta última ocasión, sin embargo, ha brillado sobre todo la capacidad creativa de Berlusconi, que ha conseguido transformar en éxito un colosal error diplomático -la supuesta oferta, luego desmentida, de hospedar en Italia a los 13 palestinos más peligrosos- que muchos han atribuido a la falta de un ministro de Exteriores a tiempo completo.

Son éxitos que no le discute nadie en los medios de comunicación italianos. Aunque no basten para obtener el aprobado que reclama el Ejecutivo en este primer año de gestión. El escritor y analista político Ernesto Galli della Loggia, lamentaba en un artículo publicado el domingo en Il Corriere della Sera que el Gobierno 'haya sido ruidoso pero no productivo' y que Il Cavaliere a la hora de comunicarse con los ciudadanos, 'prefiera el género extemporáneo y fantasioso' al enunciado ordenado de los objetivos en marcha. Claro que, su discurso sería entonces, un discurso aburrido incapaz de satisfacer el estilo colorista del 'gran comunicador'. De momento, la tarea de convencer a los ciudadanos de que el Gobierno se ocupa de la cosa pública parece haberla asumido el vicepresidente Gianfranco Fini, líder del posfascista partido de Alianza Nacional. Fini, es el único miembro del Ejecutivo que ha lamentado los retrasos de la reforma fiscal.

El primer banco de pruebas para los ciudadanos de este primer año de Berlusconi será la cita electoral del 26 y 27 de mayo próximo, cuando se vote en numerosos ayuntamientos y provincias.

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