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MEDICINA | INVESTIGACIÓN | AULAS

Un equipo granadino trabaja en una alternativa contra el cáncer

El departamento de Anatomía y Embriología Humana de la Facultad de Medicina de Granada ha despertado la curiosidad de la comunidad científica internacional con sus investigaciones. Un equipo dirigido por la catedrática Antonia Aránega comenzó a investigar el año pasado un posible tratamiento alternativo a la quimioterapia y radioterapia contra el cáncer. Los resultados se darán a conocer en una tesis que se leerá en julio y por los que han empezado a mostrarse interesadas las revistas científicas internacionales.

'Nuestro trabajo', explica Antonia Aránega, 'se basa en el empleo de un gen suicida que hemos trasfectado [introducido] en células tumorales de cultivo. Una vez en el interior de la célula, activamos el gen externamente para que la célula se suicide'. El próximo paso es aplicar el gen en células de ratones. 'Ese será el gran paso', puntualiza una de las integrantes del equipo, Houría Boulaiz, una investigadora marroquí becada por la Confederación Granadina de Empresarios. Por ahora, el experimento se ha probado en cáncer de mama y en melanoma. 'Ahora estamos en la fase final, en la que sólo nos falta descubrir que elemento externo, qué sustancia, puede activar desde fuera la cadena del suicidio en las células cancerígenas', añade Aránega.

El equipo también se percató en sus análisis que, cuando hay un tratamiento de quimioterapia, a veces aparece un gen, el MDR, que se reproduce de manera alarmante y hace que el tratamiento no tenga efecto. Por el momento se desconoce la razón de eso. El hallazgo ha permitido, sin embargo, que se pueda medir la efectividad de una quimioterapia con un simple análisis de células.

Aránega también dirigió otro importante experimento cuando el pasado año su equipo descubrió un protocolo para diagnosticar un infarto de miocardio en una hora. Hasta ese momento, se tardaba en torno a las siete horas en confirmar un infarto.

El grupo descubrió que cuando se produce un infarto y mueren las células, aumenta el número de proteínas en la sangre, especialmente la actina. Si se detecta un gran número de actinas en alguién que ha sufrido un accidente cardiovascular, el diagnóstico es que se ha producido un infarto.

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