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Reportaje:

El destierro de Nevenka

La pesadilla vivida por la ex concejal de Ponferrada contada por algunos de los testigos: sus padres, sus vecinos, sus colegas

El día que los reyes fueron a la ciudad, a ella le tocó recibirlos en uno de los actos oficiales. Don Juan Carlos, al verla, le dijo:

-Qué joven y qué guapa eres.

Y ella le contestó con soltura y una leve inclinación de cabeza:

-Además de inteligente, majestad.

El Rey sonrió y siguió su visita.

Ni un año después, aquella mujer deslumbrante, Nevenka Fernández, de 26 años, hija de Juvencio y de Paquita, licenciada en Empresariales y concejal de Hacienda en el Ayuntamiento de Ponferrada (León), estaba en su casa escondida, con un ataque de nervios, demacrada y en los huesos, con el pelo sin hacer.

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Lo que pasó en ese tiempo es lo que ahora se está juzgando en Burgos, en la sede del Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León. Nevenka Fernández contra Ismael Álvarez, de 52 años, hijo de una lechera de Dehesas y del dueño del cine del pueblo, abogado tardío, alcalde con mayoría absoluta y procurador de una zona, El Bierzo, donde el PP no había ganado nunca; populista, noctámbulo, viudo y mujeriego. ¿Acosó Ismael Álvarez a Nevenka Fernández después de que se rompiera la relación sentimental que habían mantenido?

'¿Qué haría si dejara una hija en la flor de la vida y se la devolvieran hecha una piltrafa?'
'Al alcalde le falló el cálculo con ella, creyó que la iba a comprar como a las otras'
'Se lo tenía muy creído, aunque es guapa como ella sola y hasta se parece a Mar Flores'
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Nevenka acabó la carrera poco antes de las elecciones municipales de 1999. Y ya tenía trabajo en la consultora Arthur Andersen, 100.000 pesetas de sueldo y muchas horas de trabajo a las afueras de Madrid, cuando Carlos López Riesco, viejo amigo de la familia, le hizo la oferta para ir en el número tres de la lista del PP en Ponferrada. 'Mi hija hizo sus cálculos', recuerda Juvencio Fernández, 'y dijo que sí. Pensó que el sueldo de concejal sería el mismo que el de la consultora y, sobre todo, que podría seguir estudiando para auditora por las tardes. Por si fuera poco, ella tenía ganas de vivir aquí y ya llevaba demasiado tiempo fuera'. Pero los planes se torcieron bien pronto. Ismael Álvarez sacó mayoría absoluta, nombró a Nevenka -de quien ya se había encandilado- concejal delegada de Hacienda, con despacho privado, sueldo de 300.000 pesetas y firma delegada para gestionar un presupuesto de 7.000 millones de pesetas. 'Mi hija', dice Paquita, 'se lo tomó con mucha ilusión, aunque a veces venía y me decía: 'sólo me quieren de florero'.

La llegada de Nevenka no sentó muy bien entre sus compañeros de partido. Al principio la toleraron porque pensaban que sólo se trataba de una estratagema electoral del PP para contrarrestar la presencia de una mujer con mucho prestigio, la doctora Charo Velasco, al frente de la lista del PSOE. 'Se lo tenía muy creído', cuenta una ex compañera, 'aunque la verdad es que es guapa como ella sola y hasta se parece a Mar Flores; la chiquilla es una Preysler'. Charo Velasco, que sólo logró ocho concejales socialistas frente a los 16 del PP, recuerda su inexperiencia en los plenos: 'Un día le dije: mira, Nevenka, eres joven y seguramente lo llegarás a hacer bien, pero debes prepararte los temas. Porque a mí, como mujer, no me gustaría que hicieras el ridículo'.

Los otros concejales vieron en ella a una advenediza con suerte, alguien que ocupa la primera posición sin haber sufrido el duro y largo recorrido de los mítines, la pegada de carteles, el banquillo de los suplentes, los años en la oposición. Nevenka acaba de llegar de Madrid, tan guapa, con su dominio del inglés, su educación de pago y sus gafas de colores. En el PP de Ponferrada despertó envidias, cayó como un tiro en la boca del estomago.

Sólo así se explica que luego, cuando Nevenka empezó a recorrer su calvario, ni siquiera las mujeres del partido se acercaran a echarle una mano. Pocas semanas después de resultar elegido alcalde, a Ismael Álvarez se le murió su mujer, que ya estaba enferma de mucho tiempo atrás. 'Mire que yo le dije a mi hija', recuerda Paquita, 'que no se metiera en política. Pero no me hizo caso'. También le advirtió sobre el alcalde, ya entonces barruntándose lo peor.

'No tardamos en darnos cuenta de lo que allí pasaba', explica una concejal, 'estábamos en los plenos y aquello parecía una reunión de adolescentes. Ismael y ella se guiñaban el ojo, se susurraban secretos al oído. Eso, cuando estaban bien, porque cuando estaban mal, el alcalde ni miraba para los bancos del PP'. El rumor de la nueva conquista del alcalde empezó a extenderse con rapidez, pero no llegó a tiempo a Villadepalos, donde viven los padres de Nevenka. 'Nosotros salimos poco, y nos enteramos los últimos, cuando ella ya no tuvo más remedio que contárnoslo.'

Aunque las fechas varían según quién cuente la historia, Nevenka empezó a salir con el alcalde en octubre de 1999, apenas dos meses después de que se muriera su esposa. No es un dato que extrañara en Ponferrada, habida cuenta de que la misma noche del entierro, Ismael Álvarez reunió a un buen grupo de familiares y amigos y celebró una cena en un restaurante de Congosto que terminó al estilo del Oeste, de madrugada y con las sillas por los aires. Nevenka y el alcalde se pelearon bien pronto. Según ella, cuatro meses después ya no había nada de nada.

'Ella se enrolló con él para llevárselo al altar', dice una mujer, cargo público del PP, que prefiere mantenerse en el anonimato, 'pero un día, al volver de un viaje, se dio cuenta de que no cambiaría nunca. La dejó plantada para irse a cenar con otra. Ismael siempre fue así. Hay algunas que llevan con él 10 ó 12 años, como M., la rubia, la viuda de aquel agente que se mató, supongo que ya le habrán contado'. Y sí, la verdad es que, se hable con quien se hable, todo el mundo -sea de derechas o izquierdas, de la acera política del alcalde o de la contraria- coincide en los nombres de sus presuntas amantes, sus presuntos testaferros, sus muchos altercados. '¿Sabía usted?', pregunta alguien, 'que le gusta recitar a Machado en los karaokes y que un día se lió a tortazos en El Café de los Artistas con el novio de Nevenka'. Así un sucedido y otro, una chanza y otra, siempre en voz baja.

-¿Sabe cuál es aquí la bebida de moda?

-Dígame.

-Un ismael. Cacique con coca.

Nevenka era muy guapa y, como ella misma le dijo al Rey, muy inteligente, pero fue incapaz de frenar una inercia de tantos años. La historia se rompió de una forma tormentosa. Los jueces decidirán muy pronto -esta semana continúa el juicio- si el alcalde acosó sexualmente a Nevenka, pero de lo que nadie duda es que, tras su ruptura, la hija de Juvencio y de Paquita se quedó sin su delegación de Hacienda, sin sus 300.000 pesetas al mes y sin su firma delegada. El alcalde llegó a tirarle durante un pleno los papeles a la cara y al poco tiempo Nevenka desapareció.

'Un día me llamó', dice Charo Velasco, la portavoz socialista, 'y me dijo: quiero verte, ven a mi casa. Me quedé impresionada. Estaba temblando y no hacía más que llorar. Apenas podía hablar. Le dije: 'Olvídate que soy del PSOE, mírame como mujer, como médico'. Me dijo: 'Estoy de baja por depresión, no por drogas [había circulado por la ciudad un panfleto en el que se decía que estaba desintoxicándose]. Ismael me acosa, no me deja, ya no puedo más'. Quería enseñarme un informe psiquiátrico y le dije que no. La tranquilicé diciéndole que mi grupo no se iba a aprovechar de la situación. Hasta pensé que la habían violado. Estaba delgada, sin arreglar. Noté que se sentía culpable. Le ofrecí hablar con alguien del PP, quizá con el presidente Lucas... Me dijo: 'No me fío de nadie'.

El PP no hizo nada en favor de Nevenka, pero sí concedió al alcalde el beneficio de la duda. La versión oficiosa del asunto que tienen en la calle Génova, sede central del PP, se parece bastante a la de esta mujer, alto cargo del partido en Castilla y León: 'A Ismael le falló el cálculo con Nevenka, creyó que a ella también la iba a comprar como a las otras. Como mujer, veo que es un caradura, un paisano, un prepotente, un chulesco, un pito loco...; pero de ahí a lo del acoso sexual, la verdad, no me lo creo'.

'Mi hija', continúa el relato el padre, 'estudió en las Concepcionistas y fue campeona de España sub-17 de judo'. Es casi la una de la madrugada y la escena resulta muy curiosa. Los padres de Nevenka, una joven desconocida hasta anteayer, van desgranando su vida ante un extraño, explicando su biografía paso por paso como si fuera la de un político en el zaguán de La Moncloa. Tratan de demostrar que en los 27 años de Nevenka no existe ninguna rendija por la que se pueda colar la sospecha que quiso proyectar sobre ella el fiscal jefe de Castilla-León, José Luis García Ancos, o el abogado defensor del alcalde, Luis Rodríguez Ramos. -¿Usted en el año 92 hizo COU en el Colegio Pinosierra? ¿No recuerda que el médico del colegio, el doctor Bachir, le dijo a la directora que no volviera a la consulta si no era acompañada?

Con estas preguntas, Rodríguez Ramos, el abogado del alcalde, intentó proyectar la sospecha sobre Nevenka, aun a costa de remontarse a una época en que la ex concejal era menor de edad. Horas después de tan duro interrogatorio, García Ancos, el fiscal del caso, ya en tela de juicio por su actitud contra Nevenka y los comentarios sobre las cajeras de Hipercor, aprovechó una entrevista para decir que, en virtud de tales datos, aquella colegiala era 'una putilla'.

La imagen es terrible: una mujer, al filo de sus fuerzas, denuncia públicamente que está siendo acosada y la justicia, que en vez de protegerla, enciende los focos y los dirige sobre ella, hurgando sobre su pasado, aplastándola.

Y por eso aquí siguen, madrugada del miércoles al jueves, los padres de Nevenka demostrando que su hija no se merece eso, que no dimitió por incompetente ni por meter la mano en la caja.

Juvencio es un empresario de minas de pizarra, grande y afable, al que no le faltan redaños para defender a su hija, que ahora vive en Londres, en el destierro, asustada. Quien se siente acosado sabe que quien lo acecha no es una planta que crece solitaria en el desierto. El acosador necesita sentirse fuerte, respaldado, seguro de que si da un paso en falso habrá siempre quien lo justifique y lo ampare, un círculo de cómplices que le rían las gracias y continúen su trabajo cuando a él lo descubran o lo detengan.

Y ella, en cambio, se siente sola. 'Espero que se haga justicia', dice el padre, 'porque si la justicia falla yo tendría que matar al paisano. A ver si no qué hago, ¿qué haría usted si les hubiera dejado a una hija en la flor de la vida y se la devolvieran hecha una piltrafa?'.

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