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Crítica:COMER
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El sencillo acierto de un japonés

SHUNKA, en Barcelona, ofrece un menú del día a 15 euros

José Carlos Capel

Alrededor de las mesas de este restaurante japonés, de fachada inaparente, no es difícil ver al gran cocinero Ferran Adrià y a su socio Julio Soler, así como a conocidos gastrónomos de Barcelona. Cada mediodía, Shunka se convierte en un foco de atracción irresistible en el que numerosos clientes pugnan por hacerse sitio en la misma barra o en alguna de las mesitas que la circundan. A diferencia de otros japoneses al uso, en éste priva la sencillez y una autenticidad a raudales. Se trata, sin lugar a dudas, de una modesta casa de comidas como las que pueden encontrarse en Tokio, Osaka o cualquier ciudad nipona. Por eso sus sugerencias no son aparatosas y tienen una sinceridad infrecuente. No es extraño que su menú del día, que ronda los 15 euros, entusiasme a urbanitas y a un creciente público femenino obsesionado con la dietética.

SHUNKA

Sagristans, 5, bajo. Barcelona. Teléfono: 934 12 49 41. Cierra los lunes. Alrededor de 30 euros. Menú mediodía, 15 euros. Berenjenas fritas con pasta de soja, 4,81 euros. Fritura de langostinos y verduras mezclados, 7,81 euros. 'Sushi' variado, 15,03 euros. Café ... 8 Bodega ... 4 Ambiente ... 6 Servicio ... 6 Aseos ... 6 Pan ... no tiene

Siempre al vaivén de la temporada y de los caprichos del mercado, su cocina se atreve con algunas recetas geniales. Si la berenjena frita a la crema de soja, bocado tierno y suave, es deslumbrante, las albóndigas japonesas con pasta de langostinos y setas, de sabor intrigante, no van a la zaga. Tampoco es frecuente encontrar propuestas como sus gambas crudas (amaebi sashimi), de textura untuosa y dulzona, sugerencia para iniciados. Ni resulta habitual su versión del carpaccio de lubina, entre cocido y medio crudo porque se rocía con aceite de sésamo caliente y semillas tostadas. Si se desea comer a la carta hay que dejarse aconsejar por Rumiku, jefa de sala que admite variaciones sobre las sugerencias escritas. Naturalmente, no todo roza la gloria. Aunque no cabe hacer reparos a sus surtidos de sushi y sashimi, entre ambos repertorios destacan los bocados de atún y salmón crudos, y los sushi de huevas de salmón (ikura no nigiri) y de anguila (unagi no nigiri). En el resto hay un poco de todo, incluidos desencantos graves. El bonito soasado (tataki) es delicioso; el arroz frito con marisco, apelmazado y picante, carece de gracia; los taquitos de pollo frito a la japonesa (karaage isobemaki) son vulgares; la fritura de langostinos con verduras (kakiage) es estupenda, y los fideos con langostinos y calamares, pasados de jengibre. El magret de pato (kamo yakinku) se desfigura por el requemado de la plancha.

COCINERO, BODEGA Y POSTRES

EL RESTAURANTE Shunka se encuentra a un paso de la catedral y el Colegio de Arquitectos de Barcelona, a las puertas del barrio gótico y bastante cerca del famoso Taller de El Bulli. Lo regenta una familia japonesa numerosa y risueña, en la que se aprecia la labor de dos hermanos. El cocinero, Hideki, que trabajó en Japón durante 10 años y diseñó la estética del local de acuerdo con las normas niponas, dirige los movimientos de una brigada numerosa que opera a la vista del público. Su hermana, Rumiku, ordena la sala con desenvoltura y un perfecto conocimiento de nuestro idioma. Sin lujos de ningún tipo, en un ambiente distendido y con un menaje típico, lo peor son las mesas para comer en pareja, minúsculas, casi ridículas y muy incómodas. Tampoco llega más allá su bodega, que apenas permite salir del paso. La mejor recomendación es comer con cerveza o con sake, vino (destilado) de arroz, bebida habitual japonesa. Otro apartado singular son los postres, que siempre bajan la nota . Todo se hace con pasta de arroz (mochi) y pasta dulce de alubias rojas (anko). De los seis postres sólo se salvan el mochi de nata y fresa, y la fritura de manjú, bollo relleno de crema de sésamo. El helado de té verde es pasable, y el café, magnífico, cosa insólita.

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Sobre la firma

José Carlos Capel
Economista. Crítico de EL PAÍS desde hace 34 años. Miembro de la Real Academia de Gastronomía y de varias cofradías gastronómicas españolas y europeas, incluida la de Gastrónomos Pobres. Fundador en 2003 del congreso de alta cocina Madrid Fusión. Tiene publicados 45 libros de literatura gastronómica. Cocina por afición, sobre todo los desayunos.

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