Siete muertos y decenas de heridos en un nuevo accidente de tren en Reino Unido
Un problema en los raíles pudo hacer descarrilar el ferrocarril a 160 kilómetros por hora
Ha vuelto a pasar. Los ferrocarriles británicos han vuelto a sufrir un accidente mortal que pone en cuestión la eficiencia y seguridad de un transporte que llegó a ser modelo para el mundo. Siete personas resultaron muertas y 86 heridas -nueve de ellas corrían anoche peligro de muerte- cuando un tren que circulaba a 160 kilómetros por hora descarriló al atravesar la estación de Potters Bar, al norte de Londres. Con las víctimas de ayer, 60 personas han muerto en accidentes de tren desde que en 1997 los laboristas llegaron al poder.
El accidente ocurrió poco antes de la una de la tarde, cuando el tren de la compañía West Anglia Great Northern (WAGN), que había salido a las 12.45 horas de la estación londinense de King's Cross con 151 pasajeros a bordo y se dirigía a la de King's Lyon, en Norfolk, al norte de Londres, descarriló al atravesar a 160 kilómetros por hora la estación de Potters Bar, donde no tenía parada.
El conductor del tren, Andy Gibson, que resultó ileso, ha explicado que notó que el tren dio un bandazo antes de empezar a descarrilar desde atrás: notó como si el tren pasara por encima de algo antes de salirse de las vías. De los cuatro vagones sólo descarrilaron los tres últimos. Todos los muertos y la mayoría de los heridos viajaban en el vagón de cola.
Los expertos barajan tres hipótesis para explicar el accidente: que el tren encontrara algún obstáculo en la vía que le hizo descarrilar, que ese obstáculo fuera la propia vía en mal estado o que se saliera de su trayectoria debido a un problema en el propio tren. Los expertos descartan de entrada la posibilidad de un sabotaje en la vía o una gamberrada debido a que el accidente se produjo casi en la misma estación de Potters Bar y los miembros del personal se habrían dado cuenta de la manipulación del tendido.
Algunos viajeros que habían pasado por el lugar poco antes aseguran que su tren ya dio un vaivén considerable al pasar por esta estación y que algunos pasajeros se asustaron bastante.
El accidente, muy espectacular, provocó el pánico de los pasajeros que se encontraban en los andenes de la estación. El último vagón se tambaleó entre los dos andenes y acabó hecho trizas. Un puente junto a la estación quedó muy dañado y se desplomó poco después.
'Pareció como la explosión de una bomba', explicó a la BBC uno de los testigos del drama. 'Vi como el tren venía hacia mí y eché a correr', explicó otro testigo. 'Creo que había una o dos personas más en el andén. Luego todo fue terrible. Había dos cadáveres en los raíles y mucha gente herida', añadió.
'Yo estaba atravesando un puente hacia la estación cuando oí una explosión terrible. Me dirigí hacia allí para ayudar a la gente. Fue espantoso. Algunos tenían heridas horrorosas', explicó un tercer testigo. 'Oí una gran explosión, pero dudo de que fuera una bomba', explicó un hombre que estaba trabajando en su despacho, no lejos de la estación. 'Creo que fue el impacto del tren al golpear contra la estación'.
La policía informó al principio de la muerte de tres personas, pero enseguida amplió el doloroso saldo a cuatro muertos y luego a siete. Al menos nueve personas estaban anoche siendo atendidas de heridas muy graves que, en algunos casos, ponían su vida en peligro. Otras 76 fueron atendidas de heridas menores.
Con éste son 60 las personas muertas en accidentes de ferrocarril desde la llegada de los laboristas al Gobierno en el año 1997. El peor accidente de los tresnes británicos ocurrió en 1915, cuando fallecieron 200 personas.
Miedo público, propiedad privada
El Gobierno va a afrontar una ola de críticas si se confirman los primeros indicios de que algún problema en los raíles puede haber desencadenado la tragedia de Potters Bar. El público tiene cada vez más miedo y menos confianza en un servicio que fue privatizado por los conservadores justo antes de perder el poder en 1997 y que no hace más que deteriorarse con los laboristas. Tendidos, señalizaciones y estaciones están gestionados por Railtrack, creada en 1992 y en la que se agruparon las 28 empresas hasta entonces responsables de la red. Coincidencia o no, desde la privatización de Railtrack los míticos ferrocarriles británicos se han deteriorado hasta extremos de problema político. El Gobierno de Blair decidió en octubre del año pasado intervenir Railtrack, pero se negó a volver al modelo de gestión pública y se limitó a anunciar su conversión en sociedad privada sin ánimo de lucro. En octubre de 2000 el mal estado de las vías causó cuatro víctimas en Hatfield. En 1999, 31 viajeros perecieron en un choque de trenes junto a la estación de Paddington. En 1997, siete murieron en Watford. En 2001 fallecieron 10 al irrumpir un coche en la vía al paso del tren. Tantos accidentes no pueden ser cosa del destino.
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