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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Una vida llena de pequeñas vidas

Resulta increíble comprobar una vez más que este libro fue escrito por su autora con tan sólo 23 años. O quizá fuera alguno más, dado que existen dudas sobre la fecha de su nacimiento, pero es lo mismo. Clarice Lispector (Tchetchelnick, Ucrania, 1920-Río de Janeiro, 1977) recibió el idioma portugués desde niña, pero lo vivió siempre como un esfuerzo de adopción; no es el caso de un Conrad o un Nabokov, pero sí puede considerarse una escritora extraterritorial en el sentido que utilizó esta palabra George Steiner.

Cerca del corazón salvaje causó una profunda conmoción en la élite literaria brasileña porque era un libro hecho y derecho, absolutamente singular, dueño de un mundo complejo y lúcido y dueño de un lenguaje de una expresividad asombrosa y distinta; ni siquiera los experimentos formales de Guimarães Rosa, tan contrarios a la tradición costumbrista y realista que dominaba la literatura brasileña desde tiempo atrás, podían explicar cabalmente el surgimiento de una figura tan extraordinaria.

CERCA DEL CORAZÓN SALVAJE

Clarice Lispector Traducción de Basilio Losada Siruela. Madrid, 2002 200 páginas. 15,50 euros

Clarice Lispector posee un mundo tan intenso, una mirada interior y exterior tan afilada y sugerente a la vez, que bien podría decirse que ella misma es un estilo, ya desde su primera novela. Hace tiempo que se habla de literatura masculina o femenina, en un inútil intento de establecer una codificación sexista de la literatura. Pues bien, éste es el único caso que conozco en el que no tendría inconveniente en afirmar que en la escritura de Lispector la expresividad se corresponde con una sensibilidad femenina. El poder de expresión de sus imágenes reside en la articulación misma de las palabras al dictado de las sensaciones, emociones y sentimientos, sí, pero sólo en la medida que de ellas se desprende una inteligencia luminosa y sugerente y una energía esplendente. La lógica interna de esa articulación es siempre más poderosa que la externa por lo que la sintaxis adquiere una originalidad determinante. Ella misma lo dice en una frase aplicada a su protagonista: 'La visión consistía en descubrir el símbolo de las cosas en las propias cosas'.

Esta novela cuenta la infancia y madurez de una mujer llamada Juana que debe asumir su niñez, la muerte del padre, la vida con sus tíos, el internado, su boda con Octavio y, finalmente, su propia razón de vida. La estructura del relato alterna, en una primera parte, secuencias de infancia y pubertad con secuencias de madurez; la segunda se mueve en torno a situaciones procedentes de su boda y las vivencias matrimoniales.

La esencia de la novela está en la minuciosa y perentoria búsqueda del yo en Juana, un yo desde el que establecer una directriz de vida. En realidad, toda su obra se moverá en torno a esta búsqueda, ya fijada desde el inicio con esta novela. La vida de Juana se corresponde (y la estructura del libro) con la idea de que 'su vida estaba formada de pequeñas vidas completas, de círculos completos, cerrados, que se aislaban unos de otros' por lo que tiene la sensación de que 'resbala de una verdad a otra, siempre olvidando la primera, siempre insatisfecha'; su búsqueda del yo, de sí, de su sentido de la vida es tan intensa que su marido llega a decir de ella: 'Juana diría: yo me siento tan dentro del mundo, que me parece que no estoy pensando, sino sirviéndome de una nueva modalidad de respirar'. Ésa es también una expresión bien afortunada del modo en que Lispector concibe y crea a su personaje.

El uso del lenguaje es tan in

tenso como la propia búsqueda de Juana. La manera de construir el discurso de Octavio es diferente de la de Juana, la sintaxis también, pero el estilo es único. La afinación expresiva de Lispector establece diferencias incluso en el modo de formar las imágenes: las que corresponden a las sensaciones y pensamiento de Juana se construyen de modo distinto a las demás, no sólo a las del marido, también a las de las otras mujeres: 'La mujer de la voz' y Lidia; en esas diferencias se manifiesta la personalidad de cada uno: no hay una sola concesión a la explicitud, la novela se crea a sí misma constantemente. De hecho, conviene advertir que la novela no es nada complaciente, pero es absolutamente subyugante. En fin, como señalaba al principio, resulta increíble que una muchacha de veintipocos años haya escrito esta obra maestra inexcusable que, además, no es sino la primera de las suyas.

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