Mausoleos de hace 2.000 años
Los dólmenes de Menga, Viera y El Romeral, en Antequera, están entre los más importantes de Europa
Las entrañas del dolmen de Menga provocan una sensación parecida a la que debió de tener Jonás en el vientre de su ballena bíblica, aunque en este caso las costillas y las paredes sean piedras de hasta 180 toneladas, arrastradas casi milagrosamente por los hombres que habitaron la vega antequerana hace 2.500 años.
Lo que siguen contando hoy esas piedras de aquellos hombres es que, como todos, se planteaban los misterios de la vida y la muerte, y escogieron el mejor abrigo para los cuerpos sin vida de sus mayores. Menga, que hasta hoy es el dolmen más antiguo y más importante de los localizados en Europa, fue el primero de los tres mausoleos construidos en lo que hoy son las afueras de Antequera (Málaga), ciudad preñada de vestigios, algunos de los cuales, como la villa y la ciudad romana recientemente descubiertas, siguen regalando a los actuales antequeranos claves de su pasado.
Menos ambiciosos en construcción y antigüedad, pero igualmente capaces de transmitir el vértigo de la historia, son Viera y El Romeral. El primero, donde actualmente está vetada la entrada por la fragilidad de su estructura, es un dolmen en pasillo fechado en el año 2000 antes de Cristo que dista pocos metros de la cavidad de Menga.
El Romeral, retirado un kilómetro de los otros dos y asfixiado por el polígono industrial de la ciudad, es el menos antiguo (1800 antes de Cristo), pero también el más evolucionado en cuanto a la construcción, resuelta con un largo corredor que desemboca en dos tholos o cámaras circulares abovedadas, la más profunda provista de un rudimentario altar bajo el cual se depositó en su día el ajuar funerario de algún notable.
Los tres dólmenes constituyen un patrimonio único que, tristemente, no siempre ha gozado del mimo y la proyección que merece. Actualmente, la Junta de Andalucía está llevando a cabo una importante intervención en los monumentos, consistente en la limpieza, restauración y cambio de iluminación de las cámaras y en la mejora de la recepción de los visitantes, la mayoría de los cuales son extranjeros o chavales de los colegios de Málaga.
Los primeros trabajos se han centrado en El Romeral. La siguiente actuación prevista consistirá en dotar el dolmen de Menga de una iluminación que haga más justicia a su monumentalidad que la que actualmente luce, muy pedestre y anticuada.
Pese a todos los peros que se puedan poner a la gestión de los monumentos, la visita a estos templos megalíticos nunca defrauda, porque las piedras mudas trasmiten una energía primitiva. El dolmen compuesto de Menga, que forma una galería casi ovalada, fue construido con descomunales piedras traídas desde el cerro de Vera Cruz, a un kilómetro de la cueva.
La construcción, que duró años, se hizo desgajando primero pacientemente piezas de la roca por el rudimentario procedimiento de introducir tacos triangulares de madera en las brechas naturales que luego se iban regando para que, al hincharse, agravaran las fisuras.
Una vez desprendidos, los bloques se bajaban hasta el llano rodando sobre troncos pelados. Después de delimitar la forma del monumento atendiendo a las piezas, se cavaba una zanja poco profunda con su silueta, se depositaban de pie con ayuda de cuerdas los megalitos que servirían de paredes y de pilares, se rellenaba de tierra el interior y los alrededores y sobre el talud formado se depositaban las piedras que servían de techo.
Una vez retirada la tierra sobrante, los restos de los prohombres de la comunidad se enterraban en el fondo de la nave. Viera y El Romeral han arrojado restos humanos y piezas de ajuar fúnebre. Los restos que pudiera haber albergado el dolmen de Menga han corrido peor suerte debido al temprano descubrimiento de este monumento (siglo XVII), que quedó expuesto a piratas y saqueadores de todo pelaje.
Pero no sólo los profanadores de tumbas se interesaron por él. El primer estudio científico realizado sobre el dolmen lo firmó en 1847 el entonces arquitecto municipal de Málaga, Rafael Mitjana, que en su monografía Cueva de Menga identificaba el monumento con la religión druida. Hoy no se atribuye a ningún culto, aunque es indudable que quienes lo construyeron ya habían entendido que la muerte es el gran interrogante que preside la vida.
La ciudad inagotable
- Dónde: Los dólmenes se ubican justo a la entrada de Antequera por la carretera N-331. Una vez se llega al polígono industrial, se empiezan a ver las indicaciones. El lugar no tiene pérdida.
- Cuándo: Todo el año. El horario de visitas es de 10 a 14 horas y de 15 a 17,30 los días de diario y de 10 a 14 horas los sábados, domingos y festivos. El lunes está cerrado.
- Entrada: La entrada es gratuita, aunque se solicitan datos como el DNI, la nacionalidad y el origen del visitante. Está prohibido tomar fotografías en el interior de los dólmenes.
- Alrededores: Antequera es una ciudad inagotable. Dotada de un inmenso patrimonio histórico-artístico que abarca desde la época romana hasta el barroco, es un paraíso para los historiadores y amantes del arte. Destacan iglesias y conventos, sobre todo la Real Colegiata de Santa María la Mayor y la Iglesia de San Sebastián, así como el convento de San Agustín. El Museo Municipal atesora una de las mejores muestras de escultura romana en bronce; el Efebo de Antequera, del siglo I. Para los amantes de la naturaleza, imprescindible la visita al Torcal.
- Y qué más: La interesante gastronomía antequerana exige entrar en algún restaurante o bar para probar la porra, el bienmesabe o los boquerones rellenos, entre otros.
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