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La CIA intentó matar al 'señor de la guerra' afgano Hekmatiar

El misil lanzado desde un avión espía no tripulado falló su objetivo la pasada semana

Enric González

La Agencia Central de Información (CIA) intentó matar la semana pasada a Gulbudin Hekmatiar, uno de los más temibles señores de la guerra de Afganistán y principal beneficiario de la ayuda económica y militar estadounidense durante la ocupación soviética, entre 1979 y 1989. Fuentes gubernamentales confirmaron ayer que la CIA utilizó un avión teledirigido Predator para disparar un misil Hellfire contra Hekmatiar, pero fracasó en su intento.

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Tema:: La respuesta militar al terrorismo
Países:: Afganistán

Las mismas fuentes dijeron que el guerrillero afgano intentaba derribar al Gobierno provisional de Hamid Karzai y preparaba ataques contra las tropas estadounidenses. El propio presidente George Bush habló del asunto. Se negó a confirmar la noticia, pero hizo un comentario: 'Pueden estar seguros de que cuando vamos tras un individuo en el escenario bélico es porque ese individuo intenta dañar a EE UU'. 'Nos preocupa Hekmatiar, nos preocupan sus posibles planes contra las fuerzas estadounidenses y sus contactos con ciertos elementos dentro y fuera de Afganistán, talibanes y gente de Al Qaeda', dijo una fuente oficial anónima a la agencia Reuters.

Dos meses atrás, Hekmatiar hizo saber al Pentágono que estaba dispuesto a cooperar con el Gobierno de Karzai. Para ratificar su decisión, envió a Kabul un grupo de delegados. 'El mes pasado, sin embargo, una gran cantidad de gente relacionada con el grupo de Hekmatiar fue detenida en Kabul, mientras conspiraba para derribar a Karzai', dijo a Reuters una fuente del Pentágono. 'Preparaban una campaña de atentados con bomba en la capital', agregó. Un portavoz no identificable del Departamento de Estado indicó a este periódico que la preparación de un ataque contra Karzai había sido un elemento importante en la decisión de acabar con Hekmatiar, pero que los indicios de que el guerrillero se disponía a 'atacar intereses o personas estadounidenses, fueron decisivos'. El mismo portavoz expresó su convicción personal de que la CIA y el Ejército de EE UU seguirían persiguiendo a Hekmatiar 'hasta acabar con él'.

Gulbudin Hekmatiar, de 54 años y etnia pastún, es el más sanguinario de los señores de la guerra y era ya célebre por su crueldad en 1979, cuando la URSS invadió Afganistán. En 1973, tras el derrocamiento del rey Mohamed Zahir, huyó a Pakistán y fundó una facción guerrillera llamada Partido Islámico, con la que, apoyado por Pakistán, lanzó incursiones en territorio afgano. Esa era su actividad cuando tras la invasión de 1979, la CIA le eligió, financió y armó para que hostigara a los soviéticos. La CIA no sabía entonces que Hekmatiar también trabajaba para el KGB, según comprobó una investigación del Congreso en 1990.

Hekmatiar mató más soldados de su principal rival en la guerrilla, el tayiko Ahmed Shah Masud, que soldados soviéticos, y fue precursor del régimen talibán por sus exigencias de que las mujeres fueran apartadas del trabajo y la educación. Cuando cayó el régimen de Najibulá, en 1992, Hekmatiar se convirtió en primer ministro y Masud en ministro de Defensa del nuevo Gobierno pero casi de inmediato se enfrentaron por el control de Kabul. Hekmatiar rodeó la capital y gracias a su armamento, pagado por EE UU, organizó uno de los sitios más largos y sangrientos de las últimas décadas. Más de 20.000 civiles murieron por los bombardeos casi cotidianos, y la ciudad quedó destruida.

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En 1994 lanzó una nueva ofensiva sobre Kabul, otra vez rechazada. Logró entrar en la capital en junio de 1996, pero para entonces sus lugartenientes se habían integrado en una fuerza que emergía, los talibanes, y Hekmatiar se exilió en Irán. En febrero pasado se jactó, durante una entrevista con Reuters, de poseer todavía misiles americanos Stinger, y calificó de 'títere' a Karzai. 'Mientras las tropas extranjeras estén presentes, ningún gobierno interino significará nada', declaró. 'Preferimos dedicarnos a las guerras internas que someternos a la ocupación extranjera'.

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