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Columna
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Inaceptable y preocupante

Mentiría si dijera que me ha sorprendido el reciente discurso del nuevo presidente de la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA), Santiago Herrero, calificando la economía como la 'asignatura pendiente' de la comunidad autónoma tras 20 años de ejercicio del derecho a la autonomía, pues, a fin de cuentas, el nuevo presidente no ha hecho más que seguir los pasos en este terreno de su antecesor en el cargo, Rafael Álvarez Colunga, del que parece tener una dependencia intelectual muy intensa.

Pero el hecho de que no me haya sorprendido no quiere decir que lo comparta. Y no porque no considere que la economía no es una asignatura pendiente para nuestra comunidad autónoma. Es evidente que estamos en los últimos lugares entre las regiones españolas y europeas en los indicadores económicos más expresivos y, en consecuencia, nadie puede considerar que la situación económica andaluza es satisfactoria, es decir, que sea una asignatura que hemos aprobado.

¿Cómo es posible que el presidente de los empresarios hable de la economía como asignatura pendiente sin considerar que son ellos los que tienen que hacer el mayor esfuerzo para aprobarla?

Hay elementos en el discurso del presidente de los empresarios en los que coinciden todos los estudios económicos solventes y que son, por tanto, indiscutibles, en la medida en que en este terreno se puedan hacer afirmaciones de esta naturaleza. La economía sigue siendo una asignatura pendiente para Andalucía. Nos queda todavía un buen trecho por recorrer para que podamos considerar que la hemos aprobado e incluso que estamos en condiciones de aprobarla en fecha próxima. Todavía nos queda mucho por estudiar.

El motivo de mi desacuerdo no radica por tanto en la calificación objetiva del problema, esto es, en la calificación de la economía como asignatura pendiente, sino en la dimensión subjetiva del mismo. De la lectura del discurso del presidente de los empresarios parece deducirse que es una asignatura pendiente para los demás, pero no para ellos. Por lo visto, sería el Gobierno de la Junta de Andalucía el que estaría suspendiendo esa asignatura desde hace 20 años, sin que los empresarios tuvieran alguna parte de responsabilidad en ese suspenso.

Esto es lo que me parece inaceptable. Y no me parece aceptable porque no coincide ni con el modelo económico que nos dimos los españoles en el momento de la transición ni con la práctica que se ha seguido en estos últimos 25 años en la aplicación de dicho modelo. La constitución económica de España, que es la misma en todas las nacionalidades y regiones, ya que el principio de unidad económica es uno de los elementos capitales de dicha constitución, descansa en dos derechos fundamentales: el derecho de propiedad y la libertad de empresa en el marco de la economía de mercado, reconocidos en los artículos 33 y 38 de la Constitución, respectivamente. En el ejercicio de estos dos derechos está el núcleo esencial de la actividad económica del país, que es, en consecuencia, una actividad económica de naturaleza privada. En la aplicación de este modelo económico en las dos décadas y media desde el comienzo de la transición no se ha hecho otra cosa que progresar en la privatización de la economía. El sector público de la misma ha ido perdiendo peso en la medida en que lo ha ido aumentando el sector privado.

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Quiere decirse, pues, que las decisiones económicas fundamentales tanto en España como en Andalucía son decisiones privadas, de naturaleza básicamente empresarial. El crecimiento económico, el aumento de la ocupación, el incremento de los niveles de renta no pueden no ser en la Andalucía de hoy el resultado de un tejido económico, en el que los empresarios tienen que ocupar el lugar más destacado. Nadie aceptaría en el día de hoy que la disminución del desempleo fuera el resultado del aumento del número de funcionarios públicos. El empleo tiene que crearse básicamente en el sector privado y no en el sector público. Es una responsabilidad en principio de los empresarios y no del Gobierno andaluz.

El discurso del presidente de los empresarios andaluces se podría entender si en él se identificaran elementos de política económica por parte del Gobierno de la Junta de Andalucía que constituyeran obstáculos para que los empresarios pudieran cumplir la función que tienen asignada en nuestro modelo económico. Si Santiago Herrero hubiera individualizado medidas concretas adoptadas por la Consejería de Economía y Hacienda o por cualquier otra, distintas a las adoptadas en cualquier otra comunidad, que impidieran que el dinamismo empresarial en nuestra tierra se manifestara en la forma en que podría hacerlo, se podría entender e incluso compartir su discurso.

Pero en la forma en que el discurso ha sido transmitido a la opinión pública y en la forma en que incluso se lo ha reiterado tras la réplica de la consejera de Economía, no hay manera de compartirlo. Parece un caso claro de aplicación de la parábola evangélica de ver la paja en el ojo ajeno y no advertir la viga en el propio. ¿Cómo es posible que el presidente de los empresarios andaluces hable de la economía como asignatura pendiente de la comunidad sin considerar que son ellos los que tienen que hacer el mayor esfuerzo para aprobarla?

No aceptar la propia responsabilidad y transferirla a una instancia ajena es malo en todos los órdenes de la vida. Sobre todo porque cierra la posibilidad misma de enfrentarse de manera apropiada con el problema de que se trate, sea cual sea. Si la responsabilidad del fracaso no es de uno, sino que es de los demás, es poco o nada lo que uno puede hacer para evitarlo. No hay mayor manifestación de impotencia que ésa. Eso es lo que resulta inaceptable y preocupante en el discurso del presidente de la patronal andaluza.

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