Niños temporeros

Una larga lista de penalidades tiene que soportar el temporero en nuestros campos de Huelva y, como sabemos, de gran parte del Estado español. Éstas se reflejan en malos convenios, pésimas viviendas y unas difíciles condiciones de vida en general. Es fácil volver la mirada y pensar que la solución a estos problemas tiene sus agentes sociales a los que les compete. El problema se agrava cuando estos agentes sociales se inhiben en la búsqueda de soluciones a situaciones concretas. Sirva de ejemplo la situación que se está viviendo en estos días en Moguer y que están padeciendo las familias temporeras que viven en los márgenes del denominado Camino del Rocío.

Alrededor de 100 niños y niñas no están asistiendo a clase porque no tienen forma de llegar a sus escuelas. Viven alejados de ellas. Es cierto que los caminos están intransitables para los autobuses de transporte escolar que los recogía y los devolvía a sus casas, a kilómetros, pero también es cierto que, después de varios días de no poder asistir, no se han establecido los cauces para garantizar el derecho de estos niños a la educación, derecho que no se puede ver mermado por el hecho de ser hijos de temporeros y no disponer sus padres de posibilidades para trasladarlos. Al hecho, ya de por sí lamentable, de tener que soportar el vivir en pésimas condiciones, no se puede sumar el que estos niños no puedan hacer uso de uno de los derechos más elementales, como el de la educación.

Es necesario buscar soluciones lo más rápido posible y seguramente la colaboración entre las distintas administraciones sea el primer paso.

Suscribimos esta carta los sindicatos SOC, SU y USTEA de Huelva.