La justicia de las mujeres
Ellas representan casi el 70% de las nuevas promociones de jueces, y quieren acercar más la justicia al ciudadano
- Buenos días, querría hablar con el juez.
- Dígame.
- No, que querría hablar con el juez.
- Sí, dígame.
- No, es que yo quiero hablar con el juez.
- Bueno, pues si usted cree que hablar con un juez es hablar con un hombre, tendrá que venir usted mañana porque hoy la que está de guardia soy yo.
Esta anécdota, que forma parte de los recuerdos de Ángeles Vivas, una de las actuales magistradas del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña, es ya hoy casi impensable porque el rostro de la Justicia española se vuelve femenino.
La semana pasada veíamos la graduación de la 52ª promoción de jueces con la presencia de los Reyes. Las fotos de grupo hablaban por sí mismas, pero las cifras son aún más reveladoras: de 246 jueces, 165 eran mujeres y 81, hombres. El 67% eran chicas jóvenes, que hoy estarán dirigiendo el juzgado de algún pueblo de España.
'Con nosotras habrá una mejor organización para compatibilizar familia y trabajo'
'No es necesario imitar los modelos masculinos para hacerse respetar en la profesión'
En junio saldrán los alumnos de la 53ª promoción de la escuela judicial para hacer las prácticas, que les consagrarán como jueces. Y las cifras se repiten: el 65% de los casi 300 que se graduarán en esta ocasión son mujeres. Este periódico ha ido a conocerlas. Ellas velarán por los derechos de los españoles en el futuro.
'Llegar hasta aquí es muy duro', dice Arantxa Ortiz, recordando sus cuatro años de encierro como opositora hasta que aprobó el durísimo examen memorístico al que se presentan cada año más de 5.000 personas y que sólo aprueban unas 300. 'Ahora empezamos a respirar, a reflexionar sobre el que será nuestro trabajo y nuestro papel en la sociedad. Pronto estaremos dirigiendo un juzgado. Y hasta aquí nos ha traído una idea: seremos espectadoras privilegiadas de la realidad y de los problemas de la gente y podremos darles solución', añade esta valenciana de 33 años.
Junto con el objetivo de conseguir una estabilidad laboral con un trabajo en la Administración Pública, aparece esta idea de acercar la justicia al ciudadano y de realizar un servicio público. Ambas cosas, dicen, les han animado. Y ambas cosas llevan implícitas una concepción del juez como, 'ser humano, prudente, imparcial, humilde, discreto y profesional'. Pero de su conversación se descuelgan otros matices que ayudan a vislumbrar quiénes son las jueces que representarán los valores de la sociedad española futura.
Rozando los 30 años como media de edad, vienen dispuestas a demostrar que la vida familiar es compatible con el ejercicio de la profesión y con la escalada de puestos en la judicatura. 'Por delante de todo está la familia, pero eso no implica perder el afán de superación o renunciar a ascender. La ambición es también un valor. A mí me gustaría llegar hasta el Supremo, pero lo importante es saber que, estés donde estés, el prestigio no lo da el puesto, sino el trabajo bien hecho', afirma Sofía Castilla, nacida en Huelva hace 30 años. 'El hecho de que lleguemos nosotras implicará una mejor organización de los juzgados para compatibilizar familia y trabajo. Se trata de gestionar mejor el tiempo, no de ser vagas. Hasta ahora, el sistema estaba hecho y elaborado por y para hombres', agrega la madrileña Alicia González. 'Las mujeres estamos más acostumbradas a diversificar tareas, y esto, a la larga, influirá', comenta Laura Guede, gallega de 27 años.
Sin embargo, ellas mismas reconocen que ya en la Escuela Judicial se reproduce un fenómeno social que no se corresponde con la mayor presencia de mujeres en la carrera judicial: 'Los 12 delegados de grupo que salieron elegidos eran casi todos hombres, pese a existir una clara mayoría de mujeres en la escuela. Pero nosotras corregimos la elección y algunas nos presentamos y fuimos elegidas', recuerda Ortiz, reivindicando la necesidad de ese equilibrio.
En España, donde el acceso a la carrera judicial estuvo prohibido hasta 1966, las mujeres no entraron hasta 1977. Tras 25 años, de los 3.965 jueces en ejercicio, 1.582 son mujeres (casi un 40%), pero la presencia femenina en las altas instancias es todavía poco significativa: en el Supremo hay 95 magistrados y sólo una es mujer; en el Consejo General del Poder Judicial sólo hay 2 mujeres entre sus 21 miembros; en el Tribunal Constitucional son sólo 2; las 17 presidencias de tribunales superiores de justicia de las comunidades autónomas están copadas por hombres; y de las 52 presidencias de audiencias provinciales sólo 3 las ostentan mujeres. ¿Qué pasa?
Señalan que los hombres llevan ventaja en antigüedad (uno de los requisitos para ascender), pero no se les escapa que las cargas familiares son una de las principales razones que llevan a las mujeres a dejar pasar posibilidades de promoción. Montserrat Comas, recientemente nombrada vocal del Consejo General del Poder Judicial, recuerda que 'se está detectando de manera notable que mujeres con poca antigüedad en la carrera piden excedencias para cuidar hijos, por lo que dejan de hacer el currículum que sí hacen sus compañeros para continuar ascendiendo. No está prevista ninguna política de ayuda en esos momentos, que sí están pensadas para otras situaciones excepcionales. Falta esa sensibilidad'. Una sensibilidad que afirman tener las jueces que vienen que, aunque huyen de la idea del juez estrella, aseguran que se presentarán como candidatas para puestos que no se alcanzan sólo por antigüedad, sino a propuesta y elección de compañeros. 'Me presentaré siempre que me sienta capaz', asegura Castilla.
Por eso, vaticinan un cambio, no tanto en la resolución de los asuntos como en la manera de hacerlo. 'El ser mujer u hombre no tiene por qué afectar al escribir una sentencia', aseguran. Pero prevén un cambio en la forma de trabajar: 'Muchas mujeres han imitado comportamientos masculinos, asociados a la judicatura, quizá para no parecer débiles', dice Castilla. María Prado, madrileña de 27 años, añade: 'No es necesario ser brusco, ni duro para hacerse respetar. El respeto lo da el buen trabajo'.
Francia, un paso más
Las jueces francesas han dado un paso más que las españolas. Las últimas promociones de jueces ya están formadas por un 75% de mujeres y del total de jueces en ejercicio (unos 6.500), el 50% es también mujer. Así, empieza a ser habitual encontrar juzgados dirigidos sólo por féminas: desde el tribunal, hasta las funcionarias, pasando por las secretarias judiciales. Según cuentan alumnas de la última promoción de la Escuela Judicial francesa, ya ha ocurrido en más de una ocasión que 'en un juicio, todos los acusados eran hombres, sobre todo en los casos que tienen que ver con violencia o alcoholemias, y el tribunal estaba compuesto exclusivamente por mujeres. Y esa situación ha conducido a los abogados -una profesión principalmente desempeñada por hombres en Francia, dada la preferencia de las mujeres por la función pública- a recurrir la sentencia, aludiendo que no era justa por estar dictada sólo por mujeres'. Según ellas, esto es consecuencia de la prevalencia de una concepción machista del poder: 'Nadie cuestiona el trabajo de las profesoras o de las médicas, pese a que son mayoría. Los problemas se producen en los puestos que representan el poder', argumentan. La feminización de la carrera judicial en Francia es también un fenómeno relativamente reciente, aunque la presencia de mujeres en altas instancias judiciales es mayor que en España: 'Si no están aún es puramente por una cuestión de antigüedad', explican. La opinión pública, sin embargo, es negativa con respecto a esta nueva situación: 'Hay una opinión generalizada que considera que las mujeres son más duras que los hombres y que trabajan menos porque tienen otras cargas', explican las futuras magistradas que, al igual que las españolas, están dispuestas a compatibilizar lo profesional con lo familiar.
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