Presumiendo de amor a Bilbao
Sentados a la mesa del estudio de la Cadena SER en Bilbao, el alcalde de la capital vizcaína, Iñaki Azkuna, y el pianista Joaquín Achúcarro podrían estar hablando horas, días incluso. Ambos se emocionan con la música, con Bilbao. Se conocen desde hace tiempo, comparten pasiones y se nota. Relajados, sonrientes, compenetrados. Las preguntas de la entrevista que Iñaki Azkuna había preparado para el maestro tuvo que introducirlas casi con calzador. El alcalde era muy consciente del tiempo radiofónico que podían dedicar a su conversación. Para Achúcarro, sin embargo, no había tiempo. Muchos recuerdos familiares se agolpaban en su cabeza, mucha música, mucho Bilbao.
Joaquín Achúcarro (Bilbao, 1937) acudió a Radio Bilbao acompañado de su mujer, Emma Jiménez, también pianista, que asistió a la entrevista desde la cabina de control. En ocasiones, ella se adelantaba en voz baja a la respuesta que luego Joaquín Achúcarro le daba al alcalde. Y es que han pasado la mayor parte de su vida juntos. 'Vamos a hacer 42 años de casados', confiesa esta mujer que aparcó un poco su carrera profesional para acompañar y apoyar a su marido. 'Fue el piano el que nos unió, claro. Los dos nos conocimos aquí, en Bilbao', recuerda Emma Jiménez. Ahora ella actúa a duo con el violinista Félix Ayo, pero su principal dedicación, dice, es 'ser la esposa de Joaquín Achúcarro'.
'En dos compases de Mozart pasan más cosas que en un concierto de pop'
'A una isla desierta no me llevaría un disco, me llevaría una discoteca entera'
Azkuna comenzó la charla entre ambos evidenciando su conocimiento de la familia del pianista, familia por otra parte que ha dejado una importantísima huella en Bilbao. Los miembros de la familia Achúcarro Arisqueta se han ido dividiendo entre los dedicados a la música y los médicos e ingenieros.
Aniceto de Achúcarro, abuelo del pianista, tocaba el violín y formaba un cuarteto con otros tres amigos. 'Era la época en que en Bilbao unos amantes de la música, Arisqueta, Alaña y Juan Carlos de Gortázar, a quienes les llamaban los apóstoles, fundaron casi todo: la Orquesta Sinfónica de Bilbao, el conservatorio vizcaíno, la Sociedad Filarmónica', enumera el alcalde. 'Javier Arisqueta era mi tío-abuelo', indica Achúcarro, quien recuerda que de pequeño se dormía oyendo tocar el piano a su padre. Los Achúcarro también aportaron a la historia bilbaína a Nicolás de Achúcarro, médico, amigo de Ramón y Cajal y de Unamuno, y tío de Joaquín, quien se emociona hablando y oyendo hablar de su familia.
Pero el alcalde de Bilbao conoce su oficio de entrevistador y sabe que el tiempo corre y aún quedan preguntas en el tintero. 'Vamos a hablar de Bilbao', ordena decidido. Otro tema para el que Joaquín Achúcarro se encuentra bien dispuesto. 'Este señor ha llevado el nombre de Bilbao por todo el mundo', dice Azkuna. El pianista no puede disimular su orgullo. A pesar de que sus avatares profesionales le han llevado por medio mundo y le han hecho tener su casa en varios lugares, entre ellos Dallas (Estados Unidos) donde da clases en su universidad. 'Nuestra casa, la primera, la que consideramos nuestro hogar, sigue estando aquí', apunta en un susurro la mujer del músico.
El alcalde no desaprovecha la ocasión para preguntar a Achúcarro por el reciente certamen Musika, música, un maratón clásico que se celebró en el Palacio Euskalduna y a algunos de cuyos conciertos asistieron ambos. La opinión de Achúcarro es contundente: 'Ha sido una explosión de música, como la de una supernova. Ha atraído a la gente que le tiene miedo a la música clásica. Yo siempre he dicho, y alguno me quería lapidar, que en dos compases de Mozart pasan más cosas que en un concierto de pop'. Ambos amantes de la música clásica están de acuerdo en la importancia de acercarla a la juventud.
El pianista bilbaíno no se imagina su vida sin música. Cuando Azkuna le regunta por sus preferencias comienza una lista interminable, no quiere olvidarse de ninguno de los grandes. 'Yo a una isla desierta no voy con un disco, voy con una discoteca', se disculpa Achúcarro.
La conversación parece no tener fin. No quieren dejar de expresar su admiración por Fernando Argenta y su labor de divulgación musical con Clásicos populares y al violonchelista Asier Polo. Se cierran los micrófonos y continúan con Blas de Otero. Todo en ellos es pasión y Bilbao.
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