Vicisitudes de un patrimonio artístico de gran riqueza
El patrimonio artístico de los museos y de las iglesias de Madrid se vio mermado durante la guerra civil, sobre todo en el verano de 1936, a raíz de la sublevación contra el Gobierno legítimo de la República por parte del general Franco en África. Los tumultos derivados de la indignación popular, así como los incesantes bombardeos de los facciosos sobre la ciudad, hicieron que aquel patrimonio peligrase sobremanera; una parte de él quedó destruido.
Al igual que hicieran el poeta comunista Rafael Alberti y otros intelectuales con los tesoros pictóricos del Museo del Prado, la acción discreta, pero decidida, de Fernando Chueca Goitia, entonces estudiante de Arquitectura, y de Manuel Casamar, así como Elena y Natividad, ambas hijas del profesor Manuel Gómez Moreno, permitió, por su parte, salvaguardar entonces muchas obras de arte religioso cuya entidad peligraba; convenientemente inventariadas y embaladas, fueron llevadas a varios lugares seguros, entre otros el Casino de Madrid, los sótanos del Teatro Real y los del Museo Arqueológico Nacional, donde permanecieron incólumes hasta el fin de la contienda.
Empero, entre cinco y seis tallas espléndidas, en madera policromada, surgidas del cincel de Luis Salvador Carmona y que se hallaban en la iglesia de San Fermín de los Navarros, desaparecieron, en el entonces denominado paseo del Cisne, hoy calle de Eduardo Dato. Un retablo que decoraba la entonces catedral de San Isidro quedó consumido por las llamas, así como un altar dedicado a los jesuitas mártires de las misiones de Japón y de China, todo él labrado en marfil. Obras de gran valor de Pedro de Mena, así como una virgen de la Soledad, de Gaspar Becerra, quedaron igualmente destruidas.
Rescate de obras
Tras aquellos acontecimientos, muchos particulares, creyentes o no, se llevaron a sus casas algunos objetos litúrgicos de gran valor, así como obras de arte. Algunas de estas piezas fueron devueltas, pero otras o bien se perdieron definitivamente en el fragor de la guerra o aún permanecen olvidadas en desvanes. Algunas de las obras de arte perdidas durante 60 años han sido halladas en fechas recientes en distintas obras de remoción de cubiertas de conventos y de templos, según reconoce el sacerdote José Félix de Vicente, a quien le fue encomendada buena parte de la tarea de inventario de los bienes artísticos de la Iglesia católica en la Comunidad de Madrid, que aún prosigue.
La provincia eclesiástica madrileña se encuentra dividida en tres diócesis, Alcalá de Henares, Getafe y Madrid capital. Sólo queda por culminar el inventario capitalino.
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