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FÍSICA | Grandes instalaciones

El Gobierno decide hacer un sincrotrón en Cataluña mientras infrautiliza el europeo

La Administración central y la Generalitat de Cataluña firmaron la semana pasada un acuerdo para hacer una gran instalación de luz sincrotrón, un equipamiento científico avanzado que no existe en España, una decisión calificada de 'política' en los sectores científicos. Hasta ahora los investigadores españoles acudían a otros laboratorios, sobre todo europeos, para realizar los análisis que exige esta tecnología. El principal es la instalación europea ESRF (European Synchrotron Radiaton Facility) en Grenoble, Francia.

Sin embargo, los científicos españoles han obtenido en los últimos años menos tiempo de uso en ESRF del que les correspondería en función de la aportación económica de España a este organismo internacional. España participa con un 4% en ESRF y los científicos, cuyas peticiones de tiempo son evaluadas por comités de calidad, han logrado el 3,5 % del tiempo de uso en las líneas públicas de esta instalación con sede en Grenoble.

En el ESRF hay haces de luz sincrotrón de uso común, pero los países pueden construir además instalaciones nacionales con un presupuesto aparte de la contribución fija del país. España está construyendo una de estas líneas. Estará lista a mediados de 2003, más de un año después de lo previsto debido a los retrasos en los pagos por parte del ministerio de Ciencia y Tecnología. Los pagos del año 2001 llegaron la semana pasada, según fuentes en el ESRF.

120 millones de euros

Ciencia y Tecnología anunció el pasado 8 de marzo la aprobación del proyecto de construcción de un sincrotrón en la Universidad Autónoma de Barcelona, con un presupuesto de 120 millones de euros (unos 20.000 millones de pesetas) que se financiará al 50% con la Generalitat de Cataluña y empezará a funcionar en 2008. Será un anillo de 250 metros de perímetro por el que viajarán los electrones acelerados con una energía de 2,5 gigaelentronvoltios. Según el ministerio, dará servicio a 750 científicos de 160 grupos de investigación.

Mientras tanto, la línea enteramente española en el ESRF, llamada SPLine, en construcción desde 1998, debería haber entrado en funcionamiento en enero de este año.

El proyecto del sincrotrón catalán, que existe sobre el papel desde hace una década, había recibido críticas por parte del anterior director del ESRF, Yves Petrof, por considerar que en España el número de usuarios potenciales no justificaba su construcción. El presupuesto anual del ESRF es de unos 65 millones de euros, de los que España pone 2,6 millones.

Sin embargo, para Joan Bordas, del Laboratorio de Luz de Sincrotrón (LLS) de la Universidad Autónoma de Barcelona, impulsor del nuevo sincrotrón, éste no sólo no restará demanda española al ESRF sino todo lo contrario. 'Los países con instalaciones propias en general ganan más tiempo en el sincrotrón europeo. Por ejemplo Suecia, con dos instalaciones propias, ha tenido más retornos científicos de lo que contribuye al ESRF', señala. Bordas, que es miembro del comité de evaluación del ESRF, recuerda además que el objetivo de las instalaciones europeas es ofrecer el servicio que las instalaciones nacionales no pueden ofrecer. Frente a los 250 metros del proyecto español, el anillo del ESRF tiene un perímetro de 844 metros y se alcanza una energía de 6 gigaelectronvoltios.

La calidad de la luz sincrotrón generada en las líneas públicas del ESRF es 10 veces superior a la que se producirá en el sincrotrón de Barcelona. En cuanto a las líneas privadas del ESRF, la calidad de la luz sincrotrón que proporcionan es mucho menor que en las públicas y, según Bordas, también menor de la que ofrecerá el proyecto español.

Karl Witte, del ESRF, coincide en parte con la hipótesis de Bordas. El tiempo de uso en las 32 líneas públicas del ESRF lo asignan comités científicos que evalúan la calidad de las propuestas presentadas. 'En los últimos años la demanda de los científicos españoles ha estado generalmente por encima del 4% del total de peticiones. Esto podría indicar que los científicos españoles, al no tener una fuente nacional de radiación sincrotrón y tampoco una línea privada en funcionamiento, no presentaron propuestas tan competitivas como sus colegas franceses, británicos o de los países nórdicos. Sin embargo, sería apresurado sacar estas conclusiones de modo definitivo sin analizar en detalle las propuestas exitosas y las que no lo fueron', afirma Witte.

En una línea hispano / británica del ERSF, que funciona desde marzo de 2001, se han recibido unas 45 propuestas de experimentos, 20 de grupos españoles. En estas líneas nacionales los dos tercios de tiempo de uso son de los países propietarios, pero un tercio se pone a disposición de la comunidad internacional. Bordas recuerda que el número de usuarios de luz sincrotrón en España 'es el mayor de todos los países sin instalación propia', y cree que en la próxima década se multiplicará por cinco.

Sin planificación

Otros expertos en este área, aunque también consideran una buena noticia la aprobación del sincrotrón en Cataluña 'porque toda inversión en ciencia en España es positiva', califican no obstante la decisión de 'política, no tanto científica', puesto que no hay un marco de planificación global a largo plazo. No se ha explicado, por ejemplo, qué pasará con las líneas españolas en el ESRF.

El ministerio, por otra parte, no ha aclarado cómo afecta la aprobación del nuevo sincrotrón a la posible participación española en otro sincrotrón francés de última generación, el Soleil, que se abrirá en 2006.

Líneas españolas en Grenoble

Los sincrotrones aprovechan el haz de luz de rayos X muy fino e intenso que se genera al acelerar electrones en círculo, a velocidades cercanas a las de la luz.La instalación consiste -muy básicamente- en grandes anillos por donde viajan los electrones, a cuyo alrededor se disponen las estaciones experimentales. Como indicación, la radiación sincrotrón producida en el ESRF tiene un billón (un uno seguido de doce ceros) de veces más brillo que la empleada en los equipos hospitalarios. El brillo del haz de luz sincrotrón es una medida de su calidad. Las aplicaciones de la radiación sincrotrón son múltiples, desde ciencias de la vida -por ejemplo para desentrañar la estructura tridimensional de las proteínas- hasta la búsqueda de nuevos materiales, y dependen entre otras cosas del brillo del haz. La línea española en el ESRF, denominada SPLine, tendrá cuatro estaciones experimentales y su construcción cuesta unos 5,5 millones de euros. El proyecto se enmarca dentro del Plan Nacional de I+D y está gestionado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Técnicos de este organismo estiman que tiene capacidad para 180 usuarios al año, lo cual implica un coste de mantenimiento de un millón de euros al año que aún no está aprobado. España también cuenta desde el año pasado con una línea privada a medias con el Reino Unido, la BM14, que ya estaba construida y fue comprada por el Ministerio de Ciencia y Tecnología y la Generalitat catalana en enero de 2001. La gestiona el grupo del Laboratorio de Luz de Sincrotrón (LLS), también impulsor del proyecto del nuevo sincrotrón español, y se dedica a cristalografía de macromoléculas, un uso principalmente biológico. Esta línea será abandonada cuando acabe de remodelarse otra, la BM16, dentro de unos años.

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