El celibato y la mujer sacerdote, a debate
Dos teólogos de posturas opuestas debaten sobre el sexo y la democracia interna en la Iglesia
El cura homosexual de Valverde del Camino trajo a colación la cuestión del sexo dentro de la Iglesia. Pero los 71 sacerdotes de Girona que el pasado viernes ocho de marzo enviaron una carta a su obispo pidiendo el celibato opcional, el sacerdocio femenino y la democratización de la Iglesia han puesto sobre la mesa una discusión que apunta a la base de la teología católica. Este periódico decidió invitar al debate a dos prestigiosos teólogos de posturas claramente enfrentadas. Uno ortodoxo y otro partidario del cambio.
A un lado de la mesa, con su alzacuello impoluto, el cura José Luis Moreno Martínez. Si doctores tiene la Iglesia, Moreno es uno de los de mayor solvencia en España. Este sacerdote de 55 años, antiguo rector en el seminario de Logroño, doctor en Teología por la universidad de Navarra y licenciado en derecho canónico por la de Comillas, es el secretario de la comisión episcopal de seminarios y universidades de la Conferencia Episcopal. Entre sus funciones se incluye la de guiar y coordinar los estudios y formación espiritual de los futuros sacerdotes españoles.
'Hay una patriarquía eclesiástica con una concepción represiva del sexo', dice Tamayo
Moreno: 'El ejercicio de los actos homosexuales es objetivamente malo'
Al otro lado de la mesa, Juan José Tamayo, también de 55 años, pero teólogo seglar, casado y con dos hijos. Tamayo es doctor en teología por la Universidad de Salamanca y en filosofía por la Autónoma de Madrid, además de diplomado en Ciencias Sociales. Es fundador y secretario general de la asociación de teólogos y teólogas Juan XXIII y vicepresidente de la Asociación Pro Derechos Humanos de España. Es autor de más de 30 obras y colaborador de EL PAÍS.
Al final del debate, ambos doctores reconocieron la brillantez y claridad con que su contrincante había expuesto unas ideas tan opuestas a las propias.
La primera cuestión fue el celibato. Y comenzó el partidario de la visión ortodoxa.
Moreno. La Iglesia considera el celibato un valor, por tanto el punto de partida no es una especie de consecuencia de la misoginia, sino que lo considera un valor, por tanto, plausible y digno de encomio. (...) Jesucristo vivió felizmente célibe. Presentó el celibato por el Reino de los Cielos como una opción. Y así vivieron también los apóstoles.
Tamayo. El Celibato no se encuentra dentro de las exigencias de los seguidores y las seguidoras de Jesús. Es algo impuesto mucho después de Jesús.
Moreno. En la primitiva Iglesia los profetas eran y tenían la tendencia a ser célibes, simplemente por la disponibilidad para el Reino.
Tamayo. Yo creo que el Celibato no está en función de la disponibilidad. Una persona puede no ser célibe y vivir en pareja en relación homo o heterosexual y tener una entrega, una disponibilidad incondicional. Y, en segundo lugar, me parece que esa norma, del Celibato, esa disciplina, igual que se ha impuesto ha sido ampliamente transgredida. Porque en muchos casos no ha sido una opción personal sino una imposición represiva.
Moreno. Yo no tengo una visión tan negativa de los hombres y mujeres que optan por el Celibato, como si fueran unas personas que están controladas y reprimidas. (...) A nadie se le obliga a ingresar en la Iglesia. (...) Incluso aunque pueda parecer actualmente que, ante la escasez vocacional, una buena solución sería el ordenar casados, en realidad ésa no sería ninguna solución, porque lo difícil no es vivir el celibato; lo difícil es la opción de fe. De hecho, la Iglesia Católica en Alemania tiene los mismos problemas de escasez vocacional para sus ministros que la Iglesia que los protestantes tienen en Alemania para pastores. (...)
Aunque es cierto que puede haber personas casadas que dediquen más tiempo y con mejor espíritu que algunos sacerdotes, cae por su propio peso que aquel que tiene mujer e hijos tiene ataduras que le condicionan desde la disponibilidad, desde la movilidad, desde la dedicación de tiempo.
EL PAÍS. Los 71 curas de Girona pedían la democratización de la Iglesia. ¿Qué significa eso?
Tamayo. Ahora votan los cardenales para elegir al Papa, cardenales que a su vez han sido elegidos por la alta jerarquía. Votan los obispos para elegir a los directivos de la conferencia episcopal. Pero a su vez esos obispos han sido elegidos por el Papa. El cristiano de base tiene derecho a participar en la elección del Papa.
Moreno. Desnaturalizaríamos el ser de la Iglesia si aplicamos la democracia a ella, lo mismo que si aplicamos las categorías del voto a la ciencia, al arte, a la música... La Iglesia tiene una normativa previa dada y un contenido dogmático de verdades. Lo importante de la Iglesia es que hay distintas funciones y no porque la mano sea mano y ejerza como mano es menos que el ojo que ejerce como ojo.
Tamayo. No hay nada en el origen del cristianismo que impida la democracia. Durante bastantes siglos en el cristianismos los dirigentes de las comunidades eran elegidos democráticamente. Además, no me negarás que hay una contradicción entre defender la democracia en la sociedad y no practicarla en el interior de la Iglesia. (...) Y aquí entra el tema de la mujer. La misoginia y el sexismo que se da dentro de la Iglesia y en amplios sectores teológicos no arranca de Jesús. En los trece primeros siglos del cristianismo según las últimas investigaciones de cualificados historiadores, las mujeres ejercieron funciones de diaconado, presbiterado e incluso de episcopado.
Moreno. La participación de la mujer en la Iglesia tiene un límite: no el que la Iglesia quiera sino el que Jesucristo ha establecido. La Iglesia no tiene poder para cambiar la voluntad de Jesucristo. Él rompió esquemas con relación a la mujer. La mujer en la cultura judía estaba relegada. Sin embargo, Jesucristo tenía discípulas. Pero escogió entre los apóstoles a doce hombres. Además, las cuestiones de carácter histórico que citas no tienen ningún fundamento científico.
Tamayo. Si a la ortodoxia católica no le interesa reconocer estas investigaciones porque le quitan la base de sus fundamentos... ése es otro problema. Pero un profesor italiano de historia, Giorgio Otranto, ha demostrado que las mujeres ejercieron el sacerdocio católico durante los primeros mil años de la Iglesia.
Moreno. No son investigaciones aceptadas por la teología internacional. Pero aparte de eso, la mujer tiene un gran papel dentro de la acción evangelizadora de la Iglesia. Pueden ser profesoras de teología, enseñar en las facultades...y tienen todo el campo de la transmisión de la fe. También es cierto que hay que dar más acogida al aspecto femenino dentro de la Iglesia, es decir, lo carismático, lo cordial... en fin, todo lo que va vinculado al concepto maternal. Por tanto: participación de la mujer sí, pero dentro de los límites que impone Jesús.
Tamayo. El límite no lo impone Jesucristo sino la patriarquía eclesiástica con una concepción represiva de la sexualidad y una visión negativa del cuerpo.
EL PAÍS. ¿Cuál es la postura actual de la Iglesia sobre la homosexualidad?
Moreno. La Iglesia acepta lo que digan los médicos y psicólogos. Y ellos vienen a decir que es una disfunción y una inmadurez de la función sexual. De todos modos, la Iglesia dice que el ejercicio de los actos homosexuales es objetivamente malo. Es decir, no son conforme a la naturaleza del ser humano. Además, la Iglesia está convencida de que en estos momentos hay una inducción social y que los homosexuales que son biológicamente u hormonalmente homosexuales son muchísimos menos de los que se difunden como tal. Por tanto la Iglesia tiene respecto a los homosexuales ayuda de madre, comprensión, el sacramento del perdón y el apoyo también. Existen colectivos cristianos dedicados justamente a ayudar a los homosexuales a vivir castamente como tiene que vivir castamente una viuda o un viudo o un marinero casado que pasa un año entero fuera de su casa. Se hace un mal servicio cuando hay colectivos que intentan decir que la homosexualidad es absolutamente normal. Pasa también como con los alcohólicos: no reconocen que tienen un problema, pero la primera manera de ayudarles es reconocer que tienen un problema
Tamayo. Hay médicos y psic ólogos que sostienen que hay tendencias naturales o espontáneas con personas del mismo sexo. Y eso no tiene que ser antinatural. En la Iglesia católica existen colectivos de lesbianas y de gays organizados como tales. Y tienen el mismo derecho y lugar dentro de la comunidad cristiana que los grupos heterosexuales.
Moreno. La libertad es un elemento que no decide la bondad de los actos. No podemos olvidar si somos realistas que existen lobbys con mucho poder económico y de imagen que están presionando y que crean una inducción y sobredimensionan una realidad.
Tamayo. No hay ninguna campaña de promoción de la homosexualidad sino más bien un retorno de lo reprimido. Todo aquello que se reprime, en cualquier momento vuelve. ¿Quién es la Iglesia, o quién la jerarquía y quiénes somos los teólogos para dictar qué tipo de relaciones sexuales están de acuerdo con el plan de Dios?
EL PAÏS. El cura de Valverde del Camino, el sacerdote de Salamanca que se enamora de una mujer peruana por Internet, los 71 sacerdotes de Girona que piden el celibato opcional... ¿Son todos estos hechos sintomáticos de algo?
Moreno. Lo que es sintomático es que estos casos anecdóticos se pongan en primer plano de los periódicos. Porque eso indica que se está promoviendo el morbo. La sociedad lo recibe y compra periódicos. Por tanto, para nosotros es un síntoma de que la sociedad sigue un proceso de descristianización.
Tamayo. Yo creo que no se trata de casos aislados, sino síntomas de un problema no resuelto, expresión de la insatisfacción que existe en aquellas personas que ejercen el ministerio y llevan el celibato como una carga y una opresión.
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