Eduardo Arroyo resume en San Sebastián la fuerza y diversidad de sus creaciones

'Me considero un pintor que hace muchas cosas'. Eduardo Arroyo (Madrid, 1937) se presentó ayer así en San Sebastián, donde exhibe por primera vez su polifacética obra. La sala Kubo del Kursaal alberga hasta el 30 de mayo 17 pinturas de gran formato, en las que el propio marco queda integrado en el cuadro. Pero además el autor deja constancia de su intensidad creativa en una sucesión de esculturas, cerámicas, cauchos, carteles, fotografías y libros que se reparten en la sala de exposiciones.

La parte pictórica de la muestra está protagonizada por 17 cuadros de gran tamaño realizados en los últimos ocho años con llamativos marcos. 'He querido hacer cuadros de historia y de historias', señaló Arroyo. Y explicó que ha bebido de la labor de 'aquellos pintores que acompañaban a las tropas militares en sus campañas para retratar sus actos', convirtiéndose en 'documentalistas'. En esta aventura, Arroyo no ha tenido bastante con la superficie del cuadro y se ha extendido al soporte duro del marco, donde ha seguido pintando o ha colocado objetos.

Entre las obras figura La guerra de dos mundos, que se vio en la última feria Arco. En ella se representa el enfrentamiento entre el mundo occidental y el islámico mediante Mickey Mouse y un borrico 'cansados'. Su diversidad queda reflejada también en una muestra de esculturas surgidas de su paso por el 'duro' paisaje leonés de Robles de Laciana, donde descubrió sus raíces familiares, y en 31 cerámicas hasta ahora no expuestas.